Comentario al numeral 157 del documento “Qué en Cristo nuestra paz México tenga vida digna” Enviados a dar frutos de paz.
Por Juan Revilla.
Es satisfactorio ver que nuestra Iglesia de una manera genuina, sí está viviendo tiempos de renovación en México, tan críticada la Iglesia en México por políticos, periódistas, las iglesias de otra creencia etc.; dentro de su estructura parroquial la Iglesia alienta a que se promueva la esencia de Cristo al que seguimos y que lo hagamos vida, en el numeral 157 expone una base sólida de nuestra fe, todo el evangelio habla de la vida que debemos llevar los católicos cristianos, por eso el episcopado mexicano en este numeral 157 nos marca la pauta a seguir de acuerdo a los signos de los tiempos que estamos viviendo en México, cito tal cual el numeral para su desarrollo:
157. Los discípulos de Jesucristo no podemos olvidar la finalidad de la misión que nos ha sido confiada: «los he destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca» (Jn 15,14). El fruto que permanece es todo lo que sembramos, en nombre de Cristo, en el espíritu de las personas: el amor, el conocimiento; el gesto capaz de tocar el corazón; la palabra que abre el alma a la alegría del Señor.77 La alegría del discípulo es antídoto frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el odio.
Dar frutos buenos apegados a la palabra de Dios, no podemos de ninguna manera separarnos de la palabra de Dios, pues entonces ¿sobre que modelo podemos inspirarnos para llevar una vida digna como mexicano?, somos discípulos de Cristo, por tanto debemos seguir su ejemplo de vida, ya hemos observado que nuestros modelos de la sociedad no han dado los resultados esperados; la injusticia, la violencia, la desigualdad, la pobreza son indicadores de que ese modelo de vida no es la solución que repercuta para una mejor sociedad y país, se paga grandes cantidades a empleados que son los encargados de llevar aun país a una vida digna y sin embargo no pueden entregar buenos resultados, ni cuentas, n o pueden ni siquiera decir que han cumplido con un 30% de su misión, por eso es necesario de una intervención más activa de nosotros como discípulos.
Como discípulos debemos sembrar: valores, principios, preceptos y paz que giren alrededor del amor y del evangelio de Cristo, buena noticia, claro que no son nuevos estos valores pero ya se han perdido bastantes, por tanto es de suma importancia sembrar amor, lealtad, unidad, caridad, honor, pudor, fidelidad etc. etc., frutos que permanezcan como aquel que se adhiere a la vid, como sarmientos no podemos dar otra cosa que buen fruto, la uva rica en generosidad, bondad, paz, bien común; un discípulo de Cristo Jesús no puede sembrar cosa contrara pues no sería su discípulo.
Es indudable que sí podemos sembrar algo más que violencia, secuestros, drogadicción, maldad, hierba que enajena, pues nuestro corazón fue sembrado con semilla buena, quizá llego el enemigo y sembro cizaña, pero debemos con madurez y conocimiento discernir junto con nuestra Iglesia que quiere renovar a todos con Espíritu del bien común del amor, de la verdad y es el mismo que revolucionó nuestra Iglesia en el año de 1962, el Espíritu Santo; el temor, la angustia, la inseguridad, la opresón y el miedo sólo pueden ser erradicados con sentimientos nobles , evanélicos, de paz que Dios ordena y Cristo deja como misión, puestos como pilares de para edificar una nueva sociedad, una cominidad basada en aquella primera comunidad de Jesús.
Amigos todos tenemos una misión, sabemos qu el tedio, el desaliento, las preocupaciones, las condiciones tan deprorables pueden contribuir a no esforzarse por sembrar, el campesino siembra esperando que llegue el agua, la providencia de amor, no espera el agua y luego siembra, pues así nosotros, sembremos aunque salga cizaña, al final será separada y nosotros veremos coronado el esfuerzo de haber sembrado el reino de Dios y la paz de Él, cumplir nuestra misión encomendada.