Por Anna-Bel Carbonell
Puede parecer paradójico, pero en plena “era digital” en que los símbolos adquieren una importancia particular como aglutinadores sociales y religiosos, la figura de Abraham se presenta como clave de unidad para millones de seres humanos.
Abraham, el hombre que fue capaz de escuchar, que creyó y confió, que estuvo dispuesto a ofrecerle su hijo a Dios en el monte, no sólo es el padre de los creyentes, sino también, figura importantísima para las tres religiones monoteístas más importantes del mundo: el judaísmo, el cristianismo y el Islam.
En la ciudad sagrada de la Meca (Arabia), durante la peregrinación anual de oración y piedad, los fieles llegados de todas partes del mundo dan vueltas alrededor de la Kaaba, el santuario que Dios mandó construir a Abraham (Ibrahim para los musulmanes) y a su hijo Ismael. En señalados momentos litúrgicos, los cristianos, conmemoran de forma especial las fuentes de su linaje espiritual que se remonta desde Jesucristo a Abraham. En la tradición hebrea, Abraham es el primer hombre que abandona todo por Dios, capaz de obedecerle incluso cuando le exige a su hijo; Abraham es un mensaje de bondad a quien Dios le asignó una misión histórica.
Abraham personifica la necesidad y el deseo del ser humano de mantener una relación con Dios. Abraham, venerado por judíos, musulmanes y cristianos, creyentes pertenecientes a tres religiones con diversos puntos comunes y no siempre con un buen entendimiento entre sus seguidores. La figura del gran Patriarca, en su papel de padre, ha sido la única capaz de conciliar los aspectos comunes de las tres grandes religiones monoteístas del mundo.
La vida de Abraham y de parte de su descendencia se relata en el Génesis, primer libro de la Torah judía. El mismo libro que conforma el Pentateuco perteneciente al Antiguo Testamento de la Biblia cristiana y; también aparece a menudo en algunas suras del Corán, el libro sagrado del Islam. En los tres Libros Sagrados, aparece escrito que Dios tomó a Abraham como su «amigo».
En la plegaria judía se invoca a Abraham (en hebreo «padre de las multitudes») como el padre de una gran nación, descubridor de un Dios Único y Uno, un Dios benévolo, misericordioso y clemente. Con Abraham, la humanidad da un paso gigantesco hacia delante, descubre un Dios que no exige sacrificios, que escucha a sus hijos, los ama y los protege.
En http://www.tora.org.ar/comenzan/com0025.htm nos recuerdan que el concepto judío de Dios es el de un Dios moral que exige a la humanidad una vida ética y justa. Un Dios universal cuya soberanía se extiende sobre todo el mundo.
En la tradición islámica, Abraham se convierte en el personaje veterotestamentario más citado en el Corán, donde aparece en más de setenta ocasiones, en textos de todas las épocas de predicación del profeta Mahoma. Éste ve en Abraham el profeta del monoteísmo.
En la línea de este acercamiento a Abraham, como el patriarca conciliador de tres religiones, en la Declaración Nostra Aetate, del Concilio Vaticano II, se habla de los musulmanes como de los hombres y mujeres «que procuran someterse con todo el alma a los ocultos designios de Dios, como se sometió Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia», nº 3 (http://www.dialogoreligioso.org/islam/abrahamislam261102.htm).
De igual manera encontraremos más información en el texto de Juan Pablo II y el Islam, disponible en http://www.conocereislaverdad.org/JPIIyelIslam.htm y en
http://www.el-mundo.es/magazine/2002/159/1034336072.html ¿Es Abraham el pacificador que necesita el mundo?
El Papa Juan Pablo II, se convirtió en el año 2000, en un ferviente defensor de la figura de Abraham. Así, pues, presidió en el Aula Pablo VI una emotiva celebración litúrgica para conmemorar al Patriarca Abraham (http://www.aciprensa.com/notic2000/febrero/notic884.htm). Dicha homilía del Santo Padre, está disponible en:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/homilies/2000/documents/hf_jp-ii_hom_20000223_abraham_sp.html
Mientras la tierra prometida a los descendientes de Abraham continua inmersa en una creciente espiral de violencia, diversos colectivos continúan descubriendo y aproximándose en pro de la paz y la conciliación de ese “icono de la fe” que es Abraham.