Por eso te invito a que reavives el don de Dios que recibiste por la imposición de mis manos.
Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio.
No te avergüences, pues, del martirio de nuestro Señor ni de mí al verme preso. Al contrario, sufre por el Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios.
Toma como norma la sana doctrina que has oído de mí sobre la fe y el amor según Cristo Jesús.
Conserva el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México