Entiendan, pues, que quienes toman el camino de la fe son hijos de Abrahán.
La Escritura anticipó que Dios daría a los paganos la verdadera rectitud por el camino de la fe. Por eso Abrahán recibió esta promesa: La bendición pasará de ti a todas las naciones.
Así los que entran por la fe reciben la bendición junto con el creyente Abrahán.
Por el contrario, pesa una maldición sobre todos los que se van a las observancias, pues está escrito: Maldito el que no cumple siempre todo lo que está escrito en la Ley.
Con la Ley nadie llega a ser justo a los ojos de Dios; la cosa es cierta, pues el justo vivirá por la fe,
y la Ley no da lugar a la fe cuando dice: El que cumple estas cosas tendrá vida por medio de ellas.
Pero Cristo nos ha rescatado de la maldición de la Ley, al hacerse maldición por nosotros, como dice la Escritura: Maldito todo el que está colgado de un madero.
De este modo la bendición de Abrahán alcanzó a las naciones paganas en Cristo Jesús: por la fe recibimos la promesa, que es el Espíritu.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México