Bien común, uno de los temas de siempre, tratado por eruditos, doctores de la Iglesia, fuera del ámbito religioso por especialistas de la sociedad y sin embargo es uno de los más descuidados, un tema que se ha quedado como una bonita utopía; en muchas ocasiones las sociedades y países creen que es suficiente con donar víveres, ropa y dinero a hermanos en desastre, en necesidad, se levantan el cuello y la mano anunciando el bien que hacen a los necesitados.
Hay algo muy claro, los gobiernos deberían de tener en su agenda, en su prioridad, el bien común del pueblo, el bien común de los mexicanos en específico, no es nuevo que la Iglesia de México proponga esto del bien común, más ahora lo expone en un tercer tema de reflexión para los mexicanos como una “vocación”, es decir recuperar nuestra misión ser hombres de entrega a los demás; este bien común debe de ser un proceso de diario, progreso marcado en la cultura del pueblo, progreso de vocación que vivan todos los días los mexicanos, un progreso constante en la perfección de la cultura mexicana que sólo tiene un objetivo que todos vivan bien, crezcan sanos, tengan el conocimiento suficiente intelectual y cultural.
El Episcopado mexicano en este tercer tema hace unas observaciones interesantes y profundas, estas las ponemos a consideración tal cual ha sido públicadas.
TEMA: 3 BIEN COMUN
El progreso como “vocación”
OBJETIVO: Reflexionar acerca de nuestra vocación conjunta de buscar el progreso en comunidad (bien común), como proyecto de Dios para el hombre, para propiciar acciones concretas que permitan responder a este llamado.
NUESTRA EXPERIENCIA
Coordinador: (Alguna motivación y enlace con el tema anterior)
En este ambiente de oración y reflexión por nuestra patria, al hacer memoria y celebrar los acontecimientos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la revolución mexicana, estamos recuperando en nuestra conciencia los valores por los que se luchó y dieron su vida tantos hermanos nuestros. Valores que hoy nos llevan a cada uno de nosotros mexicanos y mexicanas a un compromiso de amar a nuestra patria y cómo la amaremos mejor sino cumpliendo con responsabilidad nuestra tarea en bien de todos.
Para la catequesis de este día partimos de las siguientes preguntas ¿cómo me quiero ver en cinco años? (se anima a cada participante a dar su propia respuesta).
Ahora pensemos ¿cómo quiero ver mi colonia (comunidad, barrio, colonia, delegación, ciudad) en cinco años? (se anima a cada participante a dar su propia respuesta).
Ahora pensemos ¿cómo quiero ver mi país en cinco años? (se anima a cada participante a dar su propia respuesta).
Sin lugar a dudas todos queremos vernos mejor a como estamos. Queremos que la vida de nuestra colonia (comunidad, barrio, colonia, delegación, ciudad) mejore en lo más elemental para favorecer mejores condiciones de vida para todos. Todos deseamos el progreso, progresar es nuestra vocación.
Sin embargo, para alcanzar nuestros sueños de progreso nos encontramos con tentaciones y obstáculos.
¿Cuáles serían las tentaciones que nos encontraríamos a la hora de ponernos en marcha para alcanzar nuestros sueños de progreso? (hay que resaltar aquellos que tengan que ver con la búsqueda del bien propio por encima del bien común. Conviene enlistarlos en un pizarrón o una cartulina).
Muy bien, ahora pensemos ¿cuáles son los obstáculos que nos encontramos para lograr el progreso de nuestra colonia (comunidad, barrio, colonia, delegación, ciudad)? (hay que resaltar aquellos que tengan que ver con la búsqueda del bien propio por encima del bien común. Conviene enlistarlos en un pizarrón o una cartulina).
Aquí tenemos anotadas las tentaciones y los obstáculos que nos encontramos en nuestra búsqueda de desarrollar nuestra vocación de progreso. De todas ellas concluimos que cuando se pone el bien
propio por encima del bien de todos, del bien común, difícilmente conseguimos desarrollar nuestra vocación de progreso.
NUESTRA VIVENCIA DE FE
Coordinador: ¿Qué nos dice Dios en su Palabra acerca de esto? Escuchemos una parte del libro de los Hechos de los Apóstoles
Lector: “Todos los creyentes, que eran muchos, no tenían sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos. No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad” (Hech. 4, 32.34- 35).
Lector: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor
Coordinador: ¿por qué no había ningún necesitado entre ellos?
¿Qué era más importante para ellos, el bien de uno o el bien de todos?
Ahora leamos el número 24 de la Carta Pastoral “Conmemorar nuestra historia desde la Fe”.
Lector: Los obispos dicen “valorar los logros, asumir los errores, discernirlos y transformarlos en sabiduría y oportunidades es condición de todo ser humano que aspire a la madurez y al progreso. Como nos recuerda el Papa Benedicto XVI, el progreso ha de entenderse no mecánicamente, sino como vocación. Esto es lo que legitima la presencia y contribución de la Iglesia en el mejoramiento de las realidades temporales, pues la vocación requiere de hombres libres y responsables, amantes de la verdad, porque “la verdad del desarrollo consiste en su totalidad: si no es de todo el hombre y de todos los hombres, no es verdadero desarrollo”4; por eso, todo desarrollo verdadero se centra en Cristo y tiene como expresión propia la caridad”.
Uno de los grandes principios de la doctrina social de la Iglesia, es el principio del BIEN COMÚN, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para encontrar plenitud de sentido. Y lo define, siguiendo los documentos de la Iglesia, como “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia 164).
La falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos es lo que crea el subdesarrollo, pues la razón humana, por sí sola, no alcanza a fundar la fraternidad. El subdesarrollo es la frustración de la vocación de la humanidad y contrario al plan de Dios. En este mundo, por naturaleza imperfecto, la Iglesia siembra esperanza, aunque sabe que tendrá que convivir con el mal, pues quienes buscan
eliminarlo a cualquier precio incurren en la perversión y en el totalitarismo. La Iglesia, al prolongar este ideal mediante la misión, actualiza la presencia salvadora del Verbo Encarnado en el mundo y ayuda a los hombres a preparar un futuro mejor.
Coordinador: Vamos a hacer las siguientes preguntas para quedarnos con el mensaje principal del texto que hemos leído.
¿Cómo hay que entender el progreso?
El progreso, si no busca el bien de todos ¿es verdadero progreso?
4 Cf. BENEDICTO XVI, Caritas in Veritate, 16-19.
¿Qué entiendes por bien común?
Repasa y, si es posible memoriza, la definición de la doctrina social de la Iglesia.
NUESTRO COMPROMISO
ACTUAMOS
Coordinador: Dejándonos iluminar por la lectura de los Hechos de los Apóstoles ¿qué nos pide nuestro Padre Dios para que busquemos el bien común? ¿Por qué necesitamos buscar primero el bien de todos antes que el bien personal? ¿Estamos dispuestos a abrazar este compromiso?
¿Qué acciones concretas me comprometo hacer en esta semana para aterrizar mi compromiso? (se promueve el momento de reflexión personal para que cada quien saque las acciones concretas que va a realizar)
CELEBRAMOS (Se hace un círculo con los participantes en
torno al cirio pascual)
Introducción:
Como hijos de Dios y como ciudadanos, tenemos el deber de orar por nuestra Patria. Por eso confiados en el Señor Jesús que se encarnó en nuestra historia y vive entre nosotros y nos impulsa a humanizar nuestra sociedad dándole un rostro nuevo, donde cada uno aprendamos a velar por los intereses de los demás y no sólo los personales, dirijámonos a Él con un corazón confiado y deseoso de vivir en comunión con nuestros hermanos, diciendo juntos:
ORACION POR EL BIEN COMUN.
Oremos juntos:
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos desalentados, ante la crisis que atraviesa nuestra Patria mexicana. Pero queremos ser Nación, una Nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Una Nación que sea reconocida por la verdad.
El compromiso por el bien común nos invita a tener en cuenta las necesidades de todos nuestros hermanos y no solamente las individuales. Porque bien sabemos que con solidaridad podemos
atender las necesidades de toda la Nación sin excluir a nadie.
Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para buscar desinteresadamente el bien común y amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, desterrando el odio y construyendo la paz.
Concedemos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda, reconociendo con apertura y tolerancia lo que hay de bueno y verdadero en opiniones distintas a las nuestras.
Aquí estamos, Señor, bajo el amparo de tu Madre, Santa María de Guadalupe nuestra dulce y tierna madre, que desde el Tepeyac nos invita a volver nuestro corazón a ti Jesús, Señor de la historia, así como un día se lo dijo a San Juan Diego, hoy nos lo repite a cada uno de los mexicanos, “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”, “¿no estás en mi regazo y corres por mi cuenta?”. Amén.
Coordinador: Porque sabemos que Jesús nos fortalece en este propósito sincero de realizar nuestra vocación de buscar el bien que convenga a todos antes que el mío propio, recemos la oración de la fraternidad: Padre nuestro, donde decimos. Danos…no dame, digamos Padre nuestro…