TEMA 6: TRABAJO
Protagonistas para un futuro con esperanza
OBJETIVO:
Reflexionar sobre el trabajo humano como
camino para construir una Nación con la esperanza de
alcanzar una estabilidad y paz duradera; un trabajo solidario
y justo que dé a los mexicanos la estabilidad económica que
garantice el cubrir sus necesidades básicas y así, dedicarse
con mayor empeño en la construcción del Reino de Dios en
medio de nuestra Nación.
NUESTRA EXPERIENCIA
El trabajo en México como en muchas otras partes, ha sido utilizado como medio de explotación, sobre
todo, de los más pobres y marginados.
Desde tiempos Precolombinos los pueblos más poderosos, llamados Imperios, como el “Azteca” se
caracterizaron por explotar a otros pueblos más pequeños y débiles.
Somos conscientes que la Conquista y la Colonización trajeron hacia los pueblos nativos la sujeción y
explotación a través del trabajo de indígenas y esclavos traídos de África, el trabajo humano fue
utilizado como medio de esclavitud, haciendo que los más poderosos brillaran por sus riquezas, pero
llevando a que estos pueblos quedaran en la pobreza y la marginación.
No hay que negar que a través de la Iglesia, se buscó por medio del trabajo, especialmente del
artesanal, el progreso de pueblos y comunidades, particularmente de indígenas; guardamos como
ejemplo hoy en nuestros días las obras realizadas por “Tata” Vasco.
Además muchas de las comunidades religiosas venidas a evangelizar nuestras tierras, enseñaron
oficios a nuestros pueblos y comunidades, sin embargo no se puede negar el hecho de que caciques y
encomenderos se aprovecharon de las habilidades de los habitantes de estas tierras para sus
intereses económicos.
Los sentimientos de Libertad surgidos en la Independencia de México tienen que ver mucho con la
experiencia de explotación de la mano de obra de los pobres e indígenas y es por eso, que son en
éstos en donde se encuentra la fuerza para llevar adelante una lucha de Independencia y Libertad.
No podemos pensar que las cosas mejoraron sustancialmente después de la Independencia, sin
embargo la constitución de una Nueva Nación Independiente, llevó a una mayor organización de los
diferentes ambientes, entre ellos el laboral, y con el desarrollo de la industria y las fabricas se empezó
con una mayor conciencia de organización del mundo obrero, buscando la justicia y la equidad.
La vida del campo, especialmente el agrícola no tenía la misma suerte, de hecho no podemos dejar de
afirmar que aún hoy es uno de los aspectos en los cuales hace falta un mayor compromiso por parte
de las instituciones de Estado.
Cómo no entender la Revolución mexicana sin el lema de “Tierra y Libertad” y los movimientos de
Emiliano Zapata y Francisco Villa, sin un interés por mejorar la situación de la gente trabajadora,
especialmente la del campo.
Las realidades laborales, aunque después de estos eventos en el ambiente industrial y agrario han
contado con algunas mejoras, las realidades siguen siendo difíciles para los trabajadores, los
sindicatos en México no siempre han cumplido con su finalidad y se siguen dando situaciones de
injusticia y explotación de la parte trabajadora.
Los monopolios han contribuido negativamente para mucha gente trabajadora, ante la imposibilidad de
competir con éstos.
Contamos con algunos de los hombres más ricos del mundo, esto refleja que una realidad es el
distanciamiento entre el mundo obrero y los empresarios en donde prevalece la actitud de avaricia y
enriquecimiento a costa de los más pobres.
El fenómeno de la globalización ha llevado a que también tengamos que sufrir los efectos de las crisis
económicas; hoy aún se vive el efecto del desempleo, la falta de fuentes de trabajo que lleva a una
situación también de “crisis” a mucha gente en edad de trabajar, al no tener la oportunidad para llevar
a sus familias lo mínimo indispensable para llevar una vida digna.
Vivimos en un “mundo” caracterizado por la economía y ésta, se mueve por el movimiento del trabajo
humano y si éste no cuenta con los principios de la justicia y la equidad siguen aumentando los índices
de pobreza que lleva a vivir en un ambiente caracterizado por la inseguridad y la violencia (cfr. CEM,
Exhortación pastoral, Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna, CEM, México 2010).
Preguntas para reflexionar:
1. Ante la realidad planteada, ¿cómo valoro el trabajo humano en nuestro País?
2. Desde nuestra experiencia, ¿considero el trabajo como un medio de explotación y
marginación?
3. La realidad de un mundo globalizado, ¿cómo afecta a la situación laboral de muchos
mexicanos?
4. ¿Qué aspectos positivos descubrimos en nuestra realidad, sobre el trabajo?
NUESTRA VIVENCIA DE FE
En el origen del hombre, después del pecado “original” el hombre fue condenado al trabajo, y por eso
en mucho tiempo éste ha sido concebido como una maldición (cfr. Gen 3, 17-19). Aunque desde los
relatos de la creación del mundo se deja entrever que el trabajo del hombre lo hace cuidador,
colaborador, “co-creador”, desde el momento mismo en que le son encomendados la tierra y el mar
junto con sus productos y sus habitantes (cfr. Gen 1, 28-30).
Pero es en la plenitud de la Revelación en donde mejor se comprende el trabajo como un fuente de
Bendición, el mismo Señor Jesucristo es identificado como “el carpintero” o el “hijo del carpintero”,
alguien dedicado como toda persona humana a un oficio, lo cual manifiesta la gran dignidad del trabajo
del hombre (cfr. Mc 6, 2-3).
El mundo laboral se convierte en escenario para el Evangelio del Reino, así entendemos mejor el valor
del trabajo, como una forma para alcanzar la santificación y la verdadera vida (cfr. Mt 13, 1-33); el
mensaje de Jesús encuentra especialmente en las parábolas de ambientes laborales una aplicación
concreta para vivir los valores del Reino. Parte de la confrontación de Jesús con los líderes religiosos
de su tiempo son por “trabajar” en sábado (cfr. Lc 6, 1-11). Y cómo entender a san Pablo en cuanto el
tema del trabajo cuando lo usa como símil para explicar lo que es la Iglesia (cfr. 1 Cor 3, 1-15). O
cuando él mismo desempeño un oficio para no ser una carga para sus hermanos (cfr. Hech 18, 3) y
sobre todo aquella frase contundente “El que no trabaje que no coma” (cfr. 2 Tes 3, 10-12).
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, hablando de la dignidad del trabajo humano, dice que
el trabajo humano tiene una doble dimensión: objetiva y subjetiva. En sentido objetivo, es el conjunto
de actividades, recursos, instrumentos y técnicas de las que el hombre se sirve para producir, para
dominar la tierra, según las palabras del libro del Génesis. El trabajo en sentido subjetivo, es el actuar
del hombre en cuanto ser dinámico, capaz de realizar diversas acciones que pertenecen al proceso del
trabajo y que corresponden a su vocación personal (270).
Nuestros obispos mexicanos, en su Carta Pastoral, Conmemorar nuestra Historia desde la Fe, con
motivo del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, nos animan a mirar hacia
el futuro con una actitud de esperanza. La esperanza como virtud teologal nos ayuda a vislumbrar un
futuro mejor, las realidades vividas en la historia de la Nación mexicana y que la llevaron a proclamar
su Independencia y después a vivir una Revolución fueron con la intención fundamental de mejorar la
situación humana de cada uno de sus habitantes.
Las luchas que se suscitaron reclamaron valores como la justicia, la equidad, la libertad en contra de
tantas formas de esclavitud; en este contexto el trabajo es un camino que nos ayuda a cumplir mucho
de estos ideales; valorar el trabajo como fuente de humanismo cristiano integral (cfr. n. 102) ayudará a
fincar un futuro mejor, en donde la Buena noticia de Jesús pueda llegar a los ámbitos: político,
económico, social y educativo (cfr. n. 110); en estos ámbitos muchos realizan su trabajo. El mundo
laboral y del trabajo visto con esperanza favorecerá un país más justo, solidario, fraterno, equitativo, si
parte del principio del Bien común (cfr. n. 109), en donde no solo se piensa en el beneficio personal
sino también en el de los demás.
NUESTRO COMPROMISO
ACTUAMOS
1. Iluminados por la Palabra de Dios, ¿Cómo hemos de entender
el trabajo humano?
2. Ante la realidad del mundo del trabajo en nuestro País, ¿Qué
nos enseña Jesús y San Pablo?
3. A partir de la Carta Pastoral de los Obispos, ¿Cuál tiene que ser
nuestra actitud hacia el futuro y cómo el trabajo humano nos
ayuda a tener esperanza?
4. La urgencia de la Misión exige nuestra presencia en distintos
ámbitos, ¿Cómo con el trabajo y el mundo laboral, podemos
llegar a ellos con un mensaje de esperanza?
5. El principio del Bien común se aplica también al trabajo, ¿Qué
frutos evangélicos tendrían que reflejarse, si se pone en
práctica?
CELEBRAMOS
Respondamos con el Salmo 89 (90):
R. Haz prósperas, Señor; las obras de nuestras manos.
Antes que nacieran los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. R.
Tú reduces al hombre a polvo,
diciendo: “Retornen, hijos de Adán”.
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria. R.
Oración:
Dios nuestro, que por medio del trabajo del hombre diriges y perfeccionas constantemente la obra
inmensa de tu creación, haz que todos los hombres encuentren trabajo digno en el que se realicen a sí
mismos y, en un esfuerzo común, contribuyan al progreso de todos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén