Comenzamos con nuestro curso virtual de la pastoral social desde el sentido teológico, un primer tema que abre el panorama y sentir de la Iglesia con un objetivo fundamental, Pedro Peredo enfoca con un sentido profundo 3 aspectos necesarios y fundamentales:
El OBJETIVO DE ESTE TEMA SE DETALLA A CONTINUACIÖN:
DETERMINAR EL PERFIL DE LOS AGENTES DE LA PASTORAL SOCIAL, BAJO LOS SIGUIENTES:
CRITERIOS:
1.-) ESPIRITU DE ORACION;
2.-) FAMILIARIDAD CON LA SAGRADA ESCRITURA;
3.-) RECEPCION FRECUENTE DE LOS SACRAMENTOS, ESPECIALMENTE LA RECONCILIACION Y EUCARISTIA.
Esperamos que Dios mueva el corazón para obrar en su gracia.
PARROQUIA DE SAN PIO X
CAMPAÑA DE PASTORAL SOCIAL
2 de julio 2010 – 2011
“Ve y haz tú lo mismo” (Lc 10,37).
EL SENTIDO TEOLOGICO DE LA PASTORAL SOCIAL
OBJETIVO GENERAL DE LA CAMPAÑA
Impulsar la Pastoral Social estructurada, orgánica e integral en todas
las parroquias de la Arquidiócesis mediante la Doctrina Social de la
Iglesia para que se lleguen a consolidar los EPPSO-CARITAS como
garantía de trabajo pastoral hacia los màs pobres y lleguen a ser
sujetos de su propio desarrollo.
INTRODUCCION
Con el favor de Dios damos inicio a este curso de PASTORAL SOCIAL. Imploremos la luz del Espíritu Santo, para que nos ilumine y podamos discernir y encontrar cuál es el camino por el que Él quiere que vayamos.
Así mismo pongamos este año de campaña de Pastoral Social a los pies de María nuestra Madre, para que nos alcance de su Hijo lo que necesitamos para llevar a todos nuestros hermanos la fe en su Palabra, la esperanza en sus promesas y el amor a sus hijos predilectos, nuestros hermanos que sufren.
Quiero empezar este curso dando lectura al escrito de PRESENTACION que hizo nuestro señor Arzobispo al dar inicio a esta campaña, para hacer unas breves reflexiones que nos pueden servir sobre algunos puntos.
PRESENTACIÓN
En conformidad al proyecto de trabajo pastoral para el trienio 2008 – 2011, hemos realizado ya dos Campañas; nos falta la tercera: “LA CAMPAÑA DE PASTORAL SOCIAL”. Esta es, sin duda, la más compleja y desafiante. En efecto, el ámbito de la Pastoral Social abarca un amplísimo abanico de situaciones y de destinatarios. Además los recursos humanos y económicos con que contamos son insuficientes frente a la magnitud de la problemática que debemos atender.
Estos desafíos nos deben llevar a descubrir, por lo mismo, la necesidad de esta Campaña en el ambiente de nuestra Diócesis. Cuanto mayores son las carencias, mayores son las urgencias.
El anuncio de la Palabra y la celebración de los sacramentos requiere la práctica de la caridad (Cfr. D. A. 386). Si nuestra predicación y nuestra liturgia no se concretizan en el ejercicio del amor, corren el riesgo de convertirse en anuncio de ideologías y en celebración de rituales vacíos.
El amor se muestra en las obras más que en palabras. “Los discípulos misioneros de Jesucristo tenemos la tarea prioritaria de dar testimonio del amor a Dios y al prójimo con obras concretas” (D. A. 386). El ejemplo más palpable lo ofrece Nuestro Señor Jesucristo, Buen Samaritano, que no se limita a exhortar, sino que se acerca a todo hombre y “cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza” (Pref. Común VIII). La parábola termina con un claro imperativo: “VE Y HAZ TU LO MISMO”. Si queremos tener los mismos sentimientos que Cristo, debemos crecer en una espiritualidad que nos disponga a ejercer un amor eficaz, gratuito y generoso, mediante la justicia y la caridad.
La acción asistencial ha sido y seguirá siendo necesaria. “Según el modelo expuesto en la parábola del Buen Samaritano, la caridad cristiana es ante todo y simplemente la respuesta a una necesidad inmediata en una determinada situación” (Benedicto XVI – D. C. E. 31). Hoy, sin embargo, tenemos conciencia de que la Pastoral Social abarca campos nuevos: la promoción integral de la persona, la defensa de los derechos humanos, la predicación y puesta en práctica del Evangelio de la vida y la solidaridad, la capacitación de los laicos para que intervengan con sentido cristiano en los asuntos sociales, etc.
Con la realización de esta Campaña queremos atender un compromiso que asumimos desde la promulgación del Plan Diocesano de Pastoral, en la Primera Etapa “Impulsar la evangelización integral para que alcancemos una fe capaz de transformar el mundo con criterios de justicia y solidaridad”. Este compromiso lo hemos venido repitiendo en cada una de las etapas de nuestro Plan de Pastoral.
La Campaña de Pastoral Social se inaugurará en el momento en que nuestra Diócesis quiere poner mayor énfasis en el compromiso de la Misión Continental. Bien sabemos que el eje orientador de esta Misión es la instauración del Reino de Dios en el corazón de cada persona, de cada familia y cada comunidad. Esta es la misión que el Padre encomendó a Cristo y que El promulgó en la Sinagoga de Nazaret: “Anunciar la Buena Nueva a los pobres, curar a los enfermos, consolar a los tristes, liberar a los cautivos y anunciar a todos el Año de gracia del Señor” (Lc. 4, 18-19).
La Misión Continental pretende anunciar a todos este proyecto de vida nueva; vida que supone la participación en la gracia que nos es ofrecida por el Espíritu, pero que supone y exige también el compromiso a favor de “muchos abandonados, excluidos e ignorados en su miseria y su dolor. El Reino de vida que Cristo vino a traer es incompatible con esas situaciones inhumanas Tanto la preocupación por desarrollar estructuras más justas como por trasmitir los valores sociales del Evangelio, se sitúan en este contexto de servicio fraterno a la vida digna” (D. A. 358).
La tentación del desaliento puede insinuarse en nuestro corazón ante el exceso de necesidades y lo limitado de nuestros recursos. Pero, como dice el Papa Benedicto XVI: “Debemos convencernos que sólo somos instrumentos en manos del Señor. Dios es quien gobierna el mundo, no nosotros. Nosotros le ofrecemos nuestro servicio sólo en lo que podemos y hasta que Él nos dé fuerzas” (Cfr. D. C. E. 35).
Asumamos esta Campaña con sentido de esperanza cristiana. No se trata de ninguna imposición exterior; nos debe impulsar la espiritualidad que nos configura con Cristo que se entregó por nosotros hasta la muerte. El motor de nuestra acción caritativa no puede ser sino el deseo de vivir no ya para nosotros, sino para Él, y con Él, para los demás. En una palabra: “NOS APREMIA EL AMOR DE CRISTO” (2 Cor. 5,14).
José G. Martín Rábago
Arzobispo de León
1.- En primer lugar, y en el primer párrafo, nuestro señor Arzobispo nos está poniendo alerta que esta campaña, es sin duda, la más compleja y desafiante. Y esto desde dos puntos de vista:
Compleja: Dada la gran cantidad de dimensiones pastorales que la conforman. Las enumero:
1.- Dimensión de la Doctrina Social
2.- Dimensión del Análisis de la Realidad
3.- Dimensión de Caritas Diocesana
4.- Dimensión del Banco de Alimentos
5.- Dimensión de los Obreros
6.- Dimensión de los Campesinos
7.- Dimensión de los Empresarios
8.- Dimensión Penitenciaria
9.- Dimensión de los Migrantes
10.- Dimensión de la Salud
11.- Dimensión de los Derechos Humanos
¿Cuántas personas de buena voluntad y bien preparadas se necesitarán para satisfacer cada una de estas dimensiones en cada parroquia? ¿Cuáles serán los criterios que aplicarán los responsables de la Pastoral Parroquial para asignar personas que quieran trabajar en la Pastoral Social?
A pesar de todo esto nuestro señor Arzobispo nos advierte: La tentación del desaliento puede insinuarse en nuestro corazón ante el exceso de necesidades y lo limitado de nuestros recursos. Pero como dice el Papa Benedicto XVI: “Debemos convencernos que sólo somos instrumentos en manos del Señor”.
Desafiante: Por el gran esfuerzo que requiere no únicamente la puesta en marcha de esta pastoral (formación y capacitación de los Equipos Parroquiales de Pastoral Social, EPPSO’s; sino, principalmente, por la profunda experiencia de Dios que deben tener quienes se dediquen a la práctica de esta prioridad diocesana. En efecto, el motor, la vida, la práctica de la caridad cristiana, deriva sólo y únicamente del conocimiento y de la familiaridad que se tenga de Dios y de Cristo, en quien están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia (Col 2,3).
Esta dificultad que tiene la Pastoral Social es la que puede obstaculizar lograr las metas y los objetivos que nos hemos propuesto, a lo menos en su totalidad. En efecto, hacer vida cualquiera de las dimensiones que conforman esta Pastoral requiere:
I.- Espíritu de oración. Oración verdadera. Oración profunda. Oración tierna, cariñosa, amorosa: Hablar de amor con quien sé que me ama (Sta. Teresa). Oración diaria, mental y vocal, como componente esencial de la vida de quien se sabe hijo de Dios. Esta oración será el origen de nuestra paz, de nuestra alegría y de nuestra serenidad y, por tanto de nuestra eficacia sobrenatural. Esta oración como diálogo íntimo, separados de todo. Procuremos sinceramente que nada interrumpa esa conversación, en la que nuestras preocupaciones, trabajos, penas, ambiciones, debilidades, queden expuestas a Dios Padre en un trato de sincero amor. Muchas veces habremos de reflexionara a la luz del Espìritu Santo la advertencia de la Escritura: Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, y vuestros caminos no son mis caminos . Y como en el Señor y en su Providencia, se da la ausencia de todo mal, esos caminos difíciles y pesados de todo tipo que no logramos comprender, son caminos divinos. Vayamos diariamente a hablar humildemente con nuestro Padre y descubramos la certeza que Dios nos oye y, como Cristo, dèmosle gracias: ¡Gracias, Padre, porque siempre me escuchas .