Lectio divina 9, La vida eterna se juega en la solidaridad fraterna en el presente: Lucas 16,19-31

Lectio divina 9, La vida eterna se juega en la solidaridad fraterna en el presente: Lucas 16,19-31

Lectio divina, La vida eterna se juega en la solidaridad fraterna en el presente

Domingo 26º del Tiempo Ordinario
Lucas 16,19-31

1. Lectura

Si quieres comprender mejor este evangelio comienza leyendo los vv. 14-15; la razón es muy sencilla: en los vv. 16.17 y 18 no hay ninguna indicación sobre cambio de interlocutores u oyentes. Incluso puedes hacer el ejercicio de leer de manera corrida los vv. 14-15 junto los vv. 19-31 saltándote los vv. 16-18 y verás que se entiende mejor[1].

Pregúntate:

¿Quiénes estaban oyendo a Jesús? ¿Cómo son catalogados los fariseos? ¿Qué actitud tenían ante Jesús? Según Jesús ¿de qué se la dan los fariseos? ¿Qué conoce Dios? Lo que es estimable para los hombres ¿para quién es abominable?

Ahora sí, lee los vv. 19-31:

¿Cómo vestía el hombre rico? ¿Qué celebraba todos los días? ¿Cómo se llamaba el pobre? ¿En dónde estaba echado? ¿De qué estaba cubierto? ¿De qué deseaba hartarse? ¿Qué hacían los perros con Lázaro? ¿Qué sucedió cuando murió el pobre? ¿Y cuando murió el rico?

¿Dónde estaba entre tormentos el rico? ¿A quiénes vio a lo lejos? ¿Dónde estaba Lázaro? ¿Cómo se refirió a Abrahán gritando? ¿Qué le pidió que tuviera con él? ¿A qué le pedía que enviara a Lázaro? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Cómo se refiere a él Abrahán? ¿Qué le pide que recuerde? En contraposición, según Abrahán ¿qué había recibido Lázaro? ¿Cuál era la consecuencia para Lázaro? ¿Y para el rico?

“Y además…” ¿qué había entre Abrahán-Lázaro y el rico (y otros más)? ¿Es posible traspasar ese abismo? ¿Qué le ruega el rico a Abrahán? ¿A quién quiere que envíe a la casa de su Padre? ¿Con qué finalidad? Según las palabras de Abrahán ¿a quién tienen los cinco hermanos del rico? ¿Qué deberían hacer los hermanos del rico con Moisés y los profetas? De acuerdo a las palabras del rico ¿de qué único modo se convertirían sus hermanos? Pero ¿si no oyen a Moisés y a los profetas se convencerán si un muerto resucita?

Para comprender mejor este evangelio pongamos atención primeramente en el lugar en el que ha sido ubicada la parábola. Con seguridad, después de la lectura atenta que hemos realizado, podemos percibir que los vv. 19-31 están ubicados con relación a la indicación que aparece en los vv. 14-15 en donde se indica que los fariseos “estaban oyendo estas cosas” (v. 14); además, se deja claro que “son amigos del dinero” y que “se la dan de justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones” (v. 15). De esta manera podríamos decir que la parábola, por un lado, es una clara alusión al peligro que representa la riqueza; por otro, al deseo de aparecer como justos sin serlo[2].

En segundo lugar, vale la pena aclarar que si bien en la parábola se identifican perfectamente dos momentos (vv. 19-26: la suerte en el más allá; vv. 27-31: la conversión de los hermanos del rico que murió) el centro no es la doble suerte de los personajes. Es muy peligroso que, por flojera intelectual o por inercia convenenciera remitamos todo al más allá.[3]; tampoco se refiere principalmente a la suerte del más allá; mucho menos es un texto que nos explica cosas del infierno o de otros lugares. La parábola quiere hablarnos, del más acá, de la solidaridad fraterna que debiera existir entre los seres humanos, de la conversión efectiva a partir de la Palabra…Se quiere advertir de la desgracia que le viene a quien se olvida de sus hermanos; en este sentido el personaje principal Sería muy grave que alguien interpretara esta parábola diciendo: “los ricos se irán al infierno y los pobres al paraíso; los primeros tendrán su castigo por ser ricos, los segundos serán premiados por ser pobres. Así, que sólo tengan un poco de paciencia y por fin llegará su momento”. Esta parábola no habla de la resignación

En tercer lugar, pongamos atención en algunos detalles del rico y Lázaro. Sorprende el contraste que existe entre ellos. Así, mientras el rico vestía de púrpura y lino y celebraba todos los días espléndidas fiestas, el pobre está echado junto a su portal, cubierto de llagas sin poder hartarse de lo que caía de la mesa del rico[4]. La situación de este último llega a tal extremo de que los perros (del rico, con mucha seguridad) se le acercaban y le lamían las llagas[5]. El evangelio introduce otro contraste interesante: el rico no tiene nombre[6]; el pobre sí, se llama Lázaro (en hebreo Eleazar) es decir, “Dios ha ayudado”. Según la manera de pensar de aquel tiempo el nombre expresaba la realidad profunda de la persona, resumía su historia; desde esta perspectiva el rico no tiene nombre porque no tiene historia. El nombre de Lázaro refleja la consideración que tiene de parte de Dios en la persona de Abrahán en contraste con el trato que le había dado el hombre rico.

En cuarto lugar, el evangelio cuenta de manera brevísima al mismo tiempo que profunda la muerte de ambos. Del pobre dice que murió y “los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Abandonado por los hombres ni siquiera merece que éstos se preocupen por enterrarlo; pero recibe la atención del cielo, de los ángeles, que lo llevan al seno de Abrahán; es decir, a un puesto de honor, a un sitio de descanso y de felicidad. En contraposición, queriendo continuar su juicio sobre el rico, el narrador sólo dice que el rico ¡también murió! y lo sepultaron (v. 22). Si le imaginamos adecuadamente al evangelio pero sin inventarle estaríamos ante una clara ironía: ¡qué curioso! Aquel que tenía todo… también murió; y como dicen en nuestros pueblos: “la muerte en la vida de un rico siempre es una desgracia[7].

En quinto lugar, una palabra sobre el Hades. El Hades o Sheol significa literalmente el abismo; originariamente significaba la mansión donde se congregan los seres humanos que han pasado por la muerte (Sal 89,49), el reino de la existencia tenebrosa (cf. Is 14,9), situado bajo el océano (cf. Job 26,5-6); es la región opuesta al cielo (cf. Lc 10,15; Am 9,2; Sal 139,8). Con mucha probabilidad en el caso de Lc 16,23 significa un espacio dividido en compartimentos: uno para los justos y tres para los pecadores[8]. En aquella mentalidad el rico muerto estaría en un lado y Lázaro junto con Abrahán en otro. Los papeles se han invertido: en vida Lázaro se limitaba a contemplar los banquetes del rico; ahora, el pobre es el huésped mientras el rico debe limitarse a ver. El evangelio va logrando su objetivo: suscitar un contraste entre lo que había sucedido en vida y lo que se es después de la muerte para invitar a la valoración del presente.

En sexto lugar, en insistente por parte del rico la mención de Abrahán como su padre (vv. 24. 25. 27. 30). El rico es consciente de su ascendencia judía que lo vincula con Abrahán “padre de todos los hebreos”[9]; pero se ha equivocado al pensar que era suficiente con pertenecer físicamente a la descendencia de Abrahán. Su comportamiento lo ha conducido a un abismo insuperable: no puede ir hacia donde están Abrahán y Lázaro y éstos no pueden acudir a donde se encuentra él[10]. La situación del rico llega a tal extremo que tiene que admitir sentirse necesitado del que siempre había despreciado en algo tan sencillo como mojar en agua la punta de su dedo para refrescarle su lengua (v. 24). Aquel hombre rico que no se había percatado de la existencia de Lázaro ahora lo necesita; no se dio cuenta de quién estaba a su lado. Ahí estuvo uno de sus principales errores y fracasos.

En este contexto el señalamiento del contraste con lo que cada quien había vivido y su situación final no tiene como finalidad principal señalar el futuro sin el presente. La transformación de la existencia sólo se puede dar en el presente, la conversión sólo se puede dar en la vida. Llegará un día en que todo resultará irreversible; algún día se terminará el teatro. De este modo, el evangelio más que describirnos el más allá precisa que la suerte del hombre se juega hoy, aquí abajo, en el presente. Es el más acá que determina el más allá.

En séptimo lugar, en los vv. 27-31 el evangelio introduce quizás la parte más importante de esta parábola: la necesidad de conversión por la Palabra. Al rico del evangelio le preocupan sus cinco hermanos, con mucha seguridad, también ricos. El evangelio retrata a este hombre como quien se ha dado cuenta de la importancia del presente para la determinación del futuro. Su situación es irreversible y no se puede cambiar; ahora le preocupa que sus hermanos vayan al mismo lugar en el que él está sufriendo.

Sin embargo, para el evangelio la fe que conduce a la fraternidad no se basa en milagros sino en la escucha de la Palabra. De acuerdo al evangelio de Lucas quienes no quieren escuchar no se convierten ni siquiera ante un evento extraordinario. La respuesta del patriarca Abrahán es categórica: la palabra de la Escritura es la norma válida de comportamiento para todos; quien no acepta la Palabra ni siquiera por algo tan impresionante como la resurrección de un muerto se convertirá.

2. Meditación

La vida eterna (el más allá) se juega en el más acá, en el presente. La vida presente es el único tiempo que poseemos para construir nuestro futuro eterno. Más aún, el evangelio precisa, que éste se juega en la solidaridad con las personas. Y es que, de acuerdo al mensaje de este evangelio, en cuanto menos solidarios somos con nuestros hermanos más nos incapacitamos para tener fe, para creer.

Los seres humanos somos demasiado irreflexivos; se puede “gozar” de tal manera de la existencia que se termine viviendo sin sentido. Y en la medida en que vivimos sin sentido tratamos sin sentido a nuestros hermanos; más aún, los ignoramos y vamos viviendo al margen de ellos, como si no existieran. La evidencia más clara de que alguien vive sin sentido su presente es precisamente que vive al margen de sus hermanos, sin tomarlos en cuenta y, más aún, atropellándolos. Se nos olvida con frecuencia que el prójimo no es un estorbo sino una oportunidad para ser realmente personas buenas.

La vida es demasiado corta; cuando menos acordemos estaremos en los últimos momentos de nuestra existencia. Si vivimos sin sentido cuando menos acordemos será demasiado tarde; y nos daremos cuenta que nuestra vida fue inútil. La fiesta, aunque parezca interminable, en algún momento se termina.

Es importante convertirnos pero sobre todo hacerlo a tiempo. Para que la conversión sea auténtica debe tener como punto de partida no un hecho prodigioso sino la escucha de la Palabra del Señor. La fe no nace de los milagros sino de la Escucha de la voluntad del Señor; una cosa fuera de lo común impresiona pero no necesariamente hace abrir los ojos. Los prodigios contemplados pueden conducir a la autocomplacencia pero no necesariamente a la solidaridad con los más desprotegidos. Esto sólo se logra a partir de la escucha de la Palabra del Señor y el esfuerzo permanente por hacerla vida.

2. Oración

Pidamos a Dios perdón por las ocasiones en que hemos ignorado a nuestros hermanos más desprotegidos. Que nos perdone las ocasiones en que el disfrute equivocado de nuestra vida nos ha impedido e incapacitado para ser solidarios con nuestros hermanos.

Démosle gracias por las personas que viven su presente de manera adecuada; por las personas que no viven de prodigios pasajeros sino de la escucha atenta de la Palabra del Señor. Agradezcámosle también el testimonio de muchos hermanos nuestros que nos han enseñado que la vida sólo se vive con sentido con-los-hermanos y hermanas que nos rodean.

Roguémosle que nos convenzamos de que las personas no son un obstáculo para nuestra felicidad sino una presencia de gracia que Dios nos concede para que lo amemos y le demos sentido a nuestra existencia.

Pidámosle también que lleguemos a convencernos de que entre menos solidarios seamos con nuestros hermanos más difícil es tener fe.

3. Contemplación – acción

¿Hemos descuidado el compromiso con nuestros hermanos? ¿En qué?

¿Qué pretextos son los más comunes para ignorar a nuestros hermanos más necesitados en nuestra parroquia, lugar de trabajo, colonia o familia?

¿En qué deberíamos reflexionar mejor y en qué tendríamos que comprometernos más para vivir con sentido nuestro presente y de este modo construir nuestro futuro, la vida eterna?

¿En qué momentos de nuestra vida ha faltado que escuchemos más la Palabra del Señor?

¿Qué podemos hacer para no ignorar nunca más a las personas más necesitadas con las que nos vamos encontrando diariamente?

¿Qué actitudes debemos modificar para ser más solidarios?

[1] Esto no significa en modo alguno que los vv. 16-18 sobren. Más bien se aclara que las palabras de Jesús sobre el asalto del Reino, la perennidad de Ley y la indisolubilidad del matrimonio (vv. 16-18) están, de acuerdo a la narración evangélica, en íntima conexión con los vv. 14-15. Antes de desbaratar un texto es necesario dar razones serias y suficientes de por qué precisamente el autor decidió colocarlos en ese lugar.

[2] Desde la perspectiva narrativa podríamos decir también que los discípulos son oyentes de la parábola pues aunque no son mencionados se suponen en el auditorio junto con los fariseos (17,1: “dijo a sus discípulos…” Queda abierta la posibilidad de que los escándalos estén relacionados con la temática de los vv. 16-31.

[3] Recordemos que la fe en la Biblia más que un motivo de resignación es un principio de transformación.

[4] Como el hijo pródigo de 15,16.

[5] No se han tomado dos personajes-tipo abstractos; son dos hombres unidos por historia y su geografía; los dos son hijos de Abrahán, presumiblemente creían lo mismo y esperaban cosas semejantes.

[6] Han existido esfuerzos casi sobrehumanos para darle nombre al rico; sin embargo, no han prevalecido. Se ha hecho popular señalarlo como “rico epulón” con base en sus fiestas y comilonas.

[7] El contraste alarmante que había en vida entre el rico y el pobre comienza a dar un giro: el rico muere y es sepultado mientras el pobre es llevado por los ángeles al seno de Abrahán. La situación se revierte. Es una manera sencilla de señalar la importancia, más que del futuro, del presente.

[8] El Nuevo Testamento distingue claramente entre el “hades” , la morada intermedia de los difuntos y la “gehena” que equivaldría al infierno final.

[9] La bendición prometida a Abrahán (Gen 12,1-3) llegó a ser, al pasar el tiempo, un motivo de gloria y orgullo para Israel. El Nuevo Testamento está lleno de esta resonancia (Jn 8, 33-39; Hech 7,2; Rom 4,1; Gal 3,29). Juan el Bautista les reprochará a sus paisanos precisamente su falsa confianza al considerar que por el sólo hecho de ser “hijos de Abrahán”, eran buenos.

[10] Abrahán no reconoce a todos los hebreos como hijos suyos. Algunos maestros judíos pensaban que los grandes méritos de Abrahán serían para beneficio de todos sus descendientes; decían que Abrahán podría salvar incluso a sus hijos de la Gehena. Sin embargo, para Jesús y los primeros cristianos, no bastaba la pertenencia a un pueblo para ser salvados; es decisivo el modo como se ha vivido.

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