ORDINARIO.
No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni tampoco árbol malo que dé frutos buenos.
Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de los espinos ni se sacan uvas de las zarzas.
Así, el hombre bueno saca cosas buenas del tesoro que tiene en su corazón, mientras que el malo, de su fondo malo saca cosas malas. La boca habla de lo que está lleno el corazón.
¿Por qué me llaman: ¡Señor! ¡Señor!, y no hacen lo que digo?
Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las practica.
Se parece a un hombre que construyó una casa; cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca; vino una inundación y la corriente se precipitó sobre la casa, pero no pudo removerla porque estaba bien construida.
Por el contrario, el que escucha, pero no pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. La corriente se precipitó sobre ella y en seguida se desmoronó, siendo grande el desastre de aquella casa.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México