Sábado 4 de Septiembre de 2010 por P. Jose de Jesus
Padre José de Jesús:
Quisiera comentarle algo que me preocupa mucho en la vida, y que no me deja vivir en paz.
Cuando yo era joven, le di gusto a la vida, y la verdad es que era muy irresponsable. Me gustaba juntarme con los amigos, y algunos eran “amigos con derechos”; es decir, que los queríamos para “el faje” como se dice comúnmente. Pensaba que la vida se disfrutaba más así, sin restricciones.
Obviamente, con mis padres, tenía muchos problemas, y me sentía atada porque no me dejaban hacer lo que yo quería; pero me “valía”, y de todos modos hacía lo que me daba la gana, aunque mi madre llorara todas las noches por lo que yo le hacía. Era realmente muy ingrata y no me tentaba el corazón para hacerla sufrir.
En ese entonces, yo estaba estudiando en la prepa y aunque llevaba una vida desordenada, en cuestión de los estudios, era muy buena, sacaba muy buenas notas.
Ya cuando estaba en quinto semestre, llevé una relación muy bonita con un chavo que yo sentía que sí me quería para bien, y me enrolé enamorándome locamente de él, y pensaba que era el amor de mi vida; incluso, yo empecé a cambiar de carácter y de forma de ver la vida. Hasta en mi casa lo notaron, porque ya era más estable en mi carácter.
Sin embargo, el cambio no se dio de un jalón, sino que había cosas que todavía hacía como antes. Y un error fue que tuve relaciones con él y quedé embarazada estando todavía en la escuela. Para mí, eso fue algo que no tenía planeado, pero yo estaba dispuesta a recibirlo si él me ayudaba; pero cuando le comuniqué que estaba esperando un hijo de él, se enojó mucho y cambió completamente su actitud. Dijo que era mi culpa y que quién sabe si sería de él, porque yo andaba con uno y con otro. Pero yo sabía que era de él, porque desde que él era mi novio (cerca ya de un año) no tenía ojos para otra persona sino sólo para él.
Yo tenía pensado entrar a la Universidad y terminar una carrera: pero con eso que me había pasado, todo se me venía abajo, y más sin el apoyo de él. No me atreví a contarle a mis padres, y me sumí en la depresión. Él me dijo que sí me apoyaba, pero solamente si abortaba. Eso para mí fue una propuesta que me quitó el sueño; pero a fin de cuentas acepté, y me dijo que me llevaría con un médico.
Cuando fuimos, el médico me dijo que llevaba ya dos meses y medio de embarazo y me preguntó si estaba segura de lo que quería hacer. Como yo estaba locamente enamorada de mi novio, y no lo quería perder, le dije que sí, y mi novio me apoyó.
Entre los dos decidimos abortarlo, y el médico procedió a hacer lo correspondiente. Por mi cabeza pasaban muchas cosas en el momento de estar abortando, hasta que finalmente lo hice, pero me quité el peso de encima.
Mi novio, me llevó de regreso a mi casa, y desde ese momento sentí algo muy raro. Ya no era la misma, ya no podía ser el mismo desorden que era antes, pero tampoco tuve estabilidad con mi novio, ya no me satisfacía, ya no estaba enamorada de él, y cortamos.
Desde ese día, por mi mente pasaban las escenas de cuando estaba abortando, y se me venía a la mente la imagen de mi hijo, porque supe que era varoncito. Ese fue el inicio de muchas noches sin dormir y pesadillas. Pero también tenía sueños agradables en donde mi hijo me decía: “no te preocupes mamita, yo estoy bien acá en el Cielo”, Esto me hace llorar siempre que me acuerdo, porque no puedo entender cómo mi hijo no me tiene rencor por lo que le hice.
Pasado el tiempo, terminé mi carrera y soy profesionista. Maduré y pude arreglar muchos de mis conflictos: de entre ellos, pude reconciliarme con mis padres, especialmente con mi mamá a quien tanto quiero y a quien tanto ofendí. Me encontré un esposo maravilloso que me ama, y quien sabe toda mi historia y que me aceptó como soy, con todo mi pasado. Tengo tres hijos hermosos.
Sin embargo no soy del todo feliz, porque de mis tres hijos, uno es el que aborté y no me he podido perdonar eso, a pesar de que Dios ya lo hizo, porque me fui a confesar a Catedral, y el sacerdote me dijo que Dios me perdonaba; pero no puedo olvidar lo que pasó, y siempre me vienen los tormentos en mi pensamiento.
Padre, difunda este mensaje por donde se pueda, porque es horrible abortar, y por más que quieran convencer de lo contrario, es mentira lo que dicen los que están a favor del aborto. Yo desearía nunca haber hecho eso, pero ahora tengo que cargar con la culpa para toda mi vida. He llorado mucho mi pecado y mi hijo me consuela diciéndome “Mamita, no te preocupes, yo estoy en el cielo”, pero eso me rompe el alma.
Miriam
Miriam:
Es muy conmovedor tu testimonio, y es algo de la vida real que estoy seguro que sucede en muchos de los casos de abortos que se dan todos los días, aunque se quiera convencer de lo contrario.
Las organizaciones pro-abortistas, ponen mil argumentos a favor de una cultura de la muerte, y quieren convencer de la salud de la mujer, planes y proyectos truncos por una creatura, y los derechos de la mujer; pero tal vez, muchos de ellos sólo hablan por hablar ya que nunca experimentarán por lo que tú pasaste, y en vías de la irracionalidad construyen sofismas disfrazados de ideologías vanguardistas.
Esta cultura de muerte a la que hemos llegado, nos lleva también a poner más atención y a ir contracorriente en la educación de la juventud a pesar de que señalen a la Iglesia como retrógrada en la visión del ser humano, porque donde esté un hombre, ahí estará la Iglesia velando por sus derechos: y el hombre es persona desde su gestación.
Es verdad lo que finalmente cuentas en tu testimonio, o sea, que a pesar de que hayas ido a reconciliarte con Dios, y el sacerdote te haya dado la absolución, quedan los remordimientos de conciencia que pueden durar toda la vida. Perdónate Miriam, porque ya Dios lo ha hecho y tu hijo también. Reza mucho para que actuemos como cristianos coherentes y para que las personas que promueven el aborto abran su corazón a Dios y a la razón.
El aborto no da un mejor nivel de vida, sino que la denigra y la hace infeliz como lo que te está pasando a ti.
Que Dios te bendiga y gracias por tu testimonio.
P. José de Jesús Ibarra Andrade
ibandrade@yahoo.com
Sigue adelante, miriam
Tu hijo te ama mucho.
el está contigo. En cada momento
Y él le pide a Dios que no te pase nada malo.
Cuando Encontraste a tu esposo, él también estaba allí. Viendo si él era una persona buena o no.
Tú,, nunca más estarás sola, aunque todo el mundo desaparezcA PORQUE DIOS, JESUS, LA VIRGEN Y TU HIJITO siempre estarán contigo…..