Entonces se desató una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles,
pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo.
El dragón grande, la antigua serpiente, conocida como el Demonio o Satanás, fue expulsado; el seductor del mundo entero fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él.
Oí entonces una fuerte voz en el cielo que decía:
Por fin ha llegado la salvación,
el poder y el reinado de nuestro Dios,
y la soberanía de su Ungido.
Pues echaron al acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba día y noche ante nuestro Dios.
Ellos lo vencieron con la sangre del Cordero,
con su palabra y con su testimonio,
pues hablaron sin tener miedo a la muerte.
Por eso, alégrense, cielos
y los que habitan en ellos.
Pero ¡ay de la tierra y del mar!,
porque el Diablo ha bajado donde ustedes
y grande es su furor,
al saber que le queda poco tiempo.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico. Asamblea Eucarística. México