Yo, “el prisionero de Cristo”, les exhorto, pues, a que se muestren dignos de la vocación que han recibido.
Sean humildes y amables, sean comprensivos y sopórtense unos a otros con amor.
Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu.
Un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza.
Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos.
Cada uno de nosotros ha recibido su talento y Cristo es quien fijó la medida de sus dones para cada uno.
Y ¿dónde están sus dones? Unos son apóstoles, otros profetas, otros evangelistas, otros pastores y maestros.
Así prepara a los suyos para las obras del ministerio en vista de la construcción del cuerpo de Cristo;”
hasta que todos alcancemos la unidad en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios y lleguemos a ser el Hombre perfecto, con esa madurez que no es menos que la plenitud de Cristo.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México