Algunos dirán: ¿Cómo resurgen los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vuelven?
¡Necio! Lo que tú siembras debe morir para recobrar la vida.
Y lo que tú siembras no es el cuerpo de la futura planta, sino un grano desnudo, ya sea de trigo o de cualquier otra semilla.
Lo mismo ocurre con la resurrección de los muertos. Se siembra un cuerpo en descomposición, y resucita incorruptible.
Se siembra como cosa despreciable, y resucita para la gloria. Se siembra un cuerpo impotente, y resucita lleno de vigor.
Se siembra un cuerpo animal, y despierta un cuerpo espiritual. Pues si los cuerpos con vida animal son una realidad, también lo son los cuerpos espirituales.
Está escrito que el primer Adán era hombre dotado de aliento y vida; el último Adán, en cambio, será espíritu que da vida.
La vida animal es la que aparece primero, y no la vida espiritual; lo espiritual viene después.
El primer hombre, sacado de la tierra, es terrenal; el segundo viene del cielo.
Los de esta tierra son como el hombre terrenal, pero los que alcanzan el cielo son como el hombre del cielo.
Y del mismo modo que ahora llevamos la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México