El Dialogo de Santa Catalina de Siena
Fue en el “día de María”, como Catalina llamaba al sábado, que
empezó a escribir su famoso “Dialogo”, un tratado inspirado
sobre las virtudes cristianas.
La Virgen le da un confesor
Catalina había orado por muchísimo tiempo para conseguir un
buen confesor y director espiritual.
SANTA CATALINA DE SIENA
-Fiesta: 30 de abril
-Virgen, esposa mística de Cristo,
Segunda mujer proclamada Doctora de
la Iglesia, dominica terciaria, consejera
de papas, autora del “Diálogo”
-(1347-1380)
-Patrona de Ayas, Italia, Prevención de
Incendios
-Padre Jordi Rivero
Sus cortos 33 años de vida fueron de gran
impacto para la Iglesia. Santa Catalina es
una de las tres doctoras de la Iglesia, a
pesar de que nunca tuvo una preparación
académica formal y no sabía leer ni escribir (las otras dos
doctoras son Santa Teresa de Avila y Santa Teresita del Niño
Jesús). Sta. Catalina fue el instrumento que utilizó el Señor para
que regresara el Papado de Aviñón (Francia), a Roma.
Santa Catalina tenía un profundo amor a la Eucaristía, a la Stma.
Virgen y a los pobres. Tuvo muchas experiencias místicas, entre
ellas: El desposorio con Cristo, profecías, estigmas y ayunos de
largos períodos, en los cuales se alimentaba solamente de la
Eucaristía.
Breve Historia de Santa Catalina de Siena
En la fiesta de la Anunciación en el año 1347 nació en Siena, “la
ciudad de la Virgen”, una joven de un atractivo extraordinario y de
una gran fuerza de voluntad. En solo 33 años de santidad heroica
vivió, sufrió y murió por el Cuerpo Místico de su Amado Señor.
Esta alma extraordinaria es conocida en la historia como Santa
Catalina de Siena, una de las mas grandes de la Iglesia, y una de
las mas fascinantes.
Durante su corta vida convirtió a muchos, de diferentes edades y
clases, a una auténtica vida cristiana. Los que la conocían sabían
que solo tenían que presentarle a Catalina un pecador, y por su
sencilla pero profunda caridad, y por su corazón y personalidad,
el pecador era movido a ser otro “catelinato”, como le decían a
sus seguidores en Siena.
Jesucristo es el centro de su vida
Catalina fue tan inmensamente devota a su Salvador que El fue el
centro de todas sus muchas experiencias místicas. Pero veremos
como la santa, tenia una muy tierna, amorosa y confiada relación
con la Virgen Santísima, y en un número significante de eventos
en su vida, fue en la Madre de Dios que ella buscó su refugio, o
fue la Virgen la que vino en su ayuda.
Confianza y amor a la Virgen María
Desde niña, empezó a orar a la Reina de Siena, y a menudo se le
oía rezar el Ave María bajando las escaleras de su casa. Un día
cuando tenía 6 años de edad y mientras caminaba por las calles
de Siena con su hermano, elevó su mirada y de repente vio en el
sobre el techo de la Iglesia de San. Domingo, al Rey de Reyes
sobre un espléndido trono, vestido como el Papa con su corona
Papal; y con el estaban San. Pedro, San. Pablo y San Juan.
Jesús mirando con ternura a Catalina, despacio y solemnemente
la bendijo, haciendo tres veces la señal de la Cruz sobre ella con
su mano derecha, como lo hace un obispo.
Desde ese momento Catalina dejó de ser una niña, se enamoró
profundamente de su amado Salvador. “esa visión y esa
bendición fueron tan poderosas que después ella no pudo pensar
en nada mas que en los ermitaños, y en como imitarlos.”
El año siguiente, ante un cuadro de Nuestra Señora, se ofreció al
Señor que la había bendecido. En este momento tan crucial oró a
la Virgen: “¡Santísima Virgen, no mires mi debilidad, sino dame la
gracia de tener como esposo a aquel a quién yo amo con toda mi
alma, tu Santísimo Hijo, Nuestro Único Señor, Jesucristo! Le
prometo a El a ti, que nunca tendré otro esposo”.
Solo Jesucristo será su esposo
Cuando Catalina tenía doce años, su familia quería obligarla a
contraer matrimonio. Ella, después de consultar con un sacerdote
dominico acerca de su voto de castidad y como defenderlo ante
esta amenaza, se cortó el pelo, como señal de haber ¨cortado¨
con el mundo. Sus padres hacían todo lo posible por impedir que
ella tuviera tiempo de oración y soledad. La pusieron a trabajar a
toda hora, tratándola muy mal, como sirviente de la familia.
Catalina humildemente aceptó este rechazo de su familia, y
actuaba como si estuviese en la casa de Nazaret, tomando como
a su única madre a la Virgen Santísima.
Sus hermanas y amistades la persuadieron a que participara en
sus diversiones y vanidades. Pero pronto se arrepintió y le dolió
aquello por el resto de su vida. Lo consideró como la mayor
infidelidad a su esposo del cielo de la cual ella fue culpable. La
muerte de su hermana mayor, Bonaventura, ocurrida poco
después, confirmó sus sentimientos.
Modelo de virtud antes de sus quince años de edad
Con su ejemplo de humildad, obediencia y caridad ante su familia,
los conquistó y entonces le permitieron ser miembro de la Tercera
Orden de Santo Domingo y tener un cuarto privado. Allí comenzó
a hacer actos de mortificación heroicos. Se alimentaba
principalmente de hierbas y vestía con telas muy crudas. Asistía
con gran generosidad a los pobres, a los enfermos, consolaba a
los presos. Su sometimiento de la propia voluntad al Señor, aun
en sus penitencias, daba verdadero valor a lo que hacía.
Pero sus experiencias místicas no le quitaban las pruebas. Sufría
por su temperamento al que dominaba con gran paciencia y por
los baños calientes que le ordenaron los médicos. En medio de
sus dolencias oraba sin cesar para expiar sus ofensas y purificar
su corazón.
Recibe el hábito de la tercera orden dominica
En la noche anterior a su profesión en la orden, después de pasar
por una severa prueba en la cual el demonio se le apareció como
un caballero muy guapo y elegante y le ofreció un traje de ceda
con joyas brillantes, Catalina se tiró sobre el crucifijo y gritó: “¡Mi
único, mi amado esposo, Tu sabes que jamás he deseado a
nadie mas que a ti. Ven en mi ayuda, mi amado Salvador!”.
De pronto, frente a Catalina estaba la Madre de Dios, teniendo en
sus manos un traje de oro , y con su voz suave y tierna, la Virgen
le dijo: “Este vestido, hija mía, lo he traído del corazón de mi Hijo.
Estaba escondido en la herida de su costado como en una
canasta de oro, y te lo hice con mis propias manos.” Entonces
con ferviente amor y humildad, Catalina inclinó su cabeza,
mientras la Virgen le imponía este vestido celestial”.
Por fin, en 1635, a los 18 años (según algunos escritores a los 20
años), recibió el hábito de la tercera orden dominica.
Durante tres años después de recibir el hábito, Catalina vivió, en
la santa soledad de su pequeño cuarto y en su capilla favorita. Allí
pasó un entrenamiento estricto basado en la auto-negación y
desarrollo espiritual bajo la dirección personal de Cristo y de su
Madre. No hablaba sino con Dios, la Virgen y su confesor.
Severos ataques del demonio
La serpiente, viendo su vida angelical, la asaltaba buscando
destruir su virtud. Llenaba su imaginación con las mas sucias
representaciones y asaltaba su corazón con las mas bajas y
humillantes tentaciones. Después su alma quedaba en una nube
de oscuridad, las mas severa prueba imaginable. Se veía a si
misma cientos de veces al borde del precipicio, pero siempre
sostenida por una mano invisible. Sus armas eran la oración
ferviente, la humildad, resignación y confianza en Dios. Así venció
las pruebas que sirvieron mucho para purificar su corazón.
Nuestro Señor la visitó después y ella le dijo: “¿Dónde estabas,
mi divino Esposo, mientras yo yacía en tan temible condición de
abandono?”. Jesús le contestó: “Estaba contigo”. “¡¿Cómo?! –
replicó ella- ¡¿entre las sucias abominaciones en que infectaban
mi alma?!. El le dice “Eran desagradables y sumamente dolorosas
para ti. Este conflicto, por lo tanto, fue tu mérito, y la victoria sobre
ellas, fue debido a mi presencia.”
El enemigo también la invitaba al orgullo, sin escatimar ni
violencia ni estrategia alguna para seducirla a sus vicios. Pero la
humildad era su defensa. Dios la recompensó con su caridad para
los pobres y muchos milagros.
Nupcias con Jesús
Un día jueves después de que Catalina había orado todo el día
con extraordinaria fe, Nuestro Señor se le apareció y le dijo: “Ya
que por amor a Mi has renunciado a todos los gozos terrenales y
deseas gozarte solo en Mi, he resuelto solemnemente celebrar Mi
esposorio contigo y tomarte como mi esposa en la fe”.
Mientras el Señor hablaba, aparecieron muchos ángeles, su
Santísima Madre, San Juan, San Pablo y Sto. Domingo (ella era
de su orden). Y mientras el Rey David tocaba una dulce música
en su arpa, nuestra amorosa Madre tomó la mano de Catalina y la
puso en la mano de su Hijo. Entonces Jesús, puso un anillo de
oro en el dedo de Catalina, y dijo: “Yo, tu creador y Salvador, te
acepto como esposa y te concedo una fe firme que nunca fallara..
Nada temas. Te he puesto el escudo de la fe y prevalecerás
sobre todos tus enemigos”.
Guía de papas y pobres.
Con la fortaleza recibida del Señor, Catalina continuó creciendo
en su fervor y efectividad en el apostolado, primero entre la gente
de Siena, luego en Pisa, en Florencia, y eventualmente en las
ciudades Papales de Avignón y Roma. Catalina fue atrayendo a
un grupo de devotos amigos. Todos sus discursos, acciones y
hasta su silencio inducía al amor a la virtud. Según el papa Pío II,
nadie se acercó a ella que no se fuera mejor.
Estableció una inspiradora correspondencia que alcanzó seis
volúmenes. Comenzaba todas sus cartas con estas palabras: “En
el nombre de Jesucristo Crucificado y de la dulce María”.
Santa Catalina llegó a influenciar a dos papas, numerosos
prelados y religiosos. Mas que ningún otro factor, fueron las
oraciones y sacrificios de esta joven esposa de Cristo, las que le
permitieron ser instrumento de mensajes divinos que llegaron a
ser escuchados por el papa.
La conversión de Nannes
Nannes, un poderoso personaje, fue llevado ante la santa. Nada
de lo que ella le decía parecía tener efecto. Entonces Catalina
hizo una pausa repentina para ofrecer oraciones por el. En ese
mismo instante el joven comenzó a llorar, profundamente
convertido. Se reconcilió con sus enemigos y se dedicó a la
penitencia. Cuando mas tarde Nannes tuvo muchas calamidades
temporales, la santa se alegraba entendiéndolo como para su
bien espiritual. “Dios purgó su corazón”, dijo Catalina, “del veneno
con que estaba infectado por su gran apego a las criaturas”.
Nannes dio a Catalina una mansión la cual ella, con la aprobación
del papa, convirtió en un convento.
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Fueron muchas las conversiones impresionantes que se lograron
por su mediación. Entre ellas, durante la pestilencia de 1374, en
la que sirvió a los enfermos, las de dos santos dominicos,
Raimundo de Capua y Bartolomé de Siena. Los pecadores mas
empecinados se ablandaban ante el poder de sus exhortaciones.
Tenía el don de sanación.
Catalina tenía gran compasión por los enfermos y los atendía con
esmero. En una visita a Pisa, enviada por sus superiores, sanó a
muchos enfermos y aún a mas almas.
Intercede por un condenado a muerte
Como Catalina dedicaba toda su vida enteramente al servicio del
Crucificado y de su dulce Madre, ésta a menudo venía en su
auxilio. En ocasiones en que Catalina tenía entre manos la
conversión de un endurecido pecador, se dirigía con confianza a
la Madre de Misericordia. A través de la Virgen Santísima logró la
gracia de la resignación y de la paz para un joven condenado a la
decapitación y pudo estar con el hasta el final.
“Esperé por el en el lugar de la ejecución, esperé en oración
continua y en la presencia de María y antes que el llegase, puse
mi cabeza sobre el ladrillo y oré suplicándole al cielo, repitiendo:
“¡María!”. Quería obtener la gracia de que ella, en el último
momento, le diera luz y paz. Y María no me defraudó”.
Milagros al servicio de los pobres
En al menos dos ocasiones Catalina recibió ayuda sobrenatural
de parte de la Virgen cuando preparaba comida para los demás.
Una vez cuando estaba horneando pan para su familia, la otra
vez fue durante una epidemia, donde por la misma cantidad de
harina que tenían todos los demás, logró sacar cinco veces mas
pan.
No debemos olvidar que Jesús le concedía tanto porque ella por
su parte era siempre fiel, presta para sufrirlo todo y pasar las
mayores pruebas por Su amor.
El mayor de los milagros posiblemente fue su paciencia ante los
severos ataques y reproches aun de personas desagradecidas
que ella había beneficiado con sus servicios. Así fue el caso de
una mujer leprosa a quién todos habían abandonado y que
Catalina cuidó con esmero. Su cuidado continuó igual a pesar de
los insultos de la mujer. Atendió a otra mujer cancerosa. Por
mucho tiempo Catalina vencía su natural desagrado y chupaba y
vestía sus llagas. Esta sin embargo publicó contra Catalina las
calumnias mas infames, las que fueron secundadas por una
hermana del convento. Catalina sufrió en silencio la persecución
violenta. y continuó con afecto sus servicios hasta que con su
paciencia y oración obtuvo de Dios la conversión de ambas.
Un noble secretario
Esteban fue uno de los discípulos mas cercanos a Catalina. Hijo
de un senador de Siena, este noble había sido reducido a ruina
por sus enemigos. La santa le enseño el camino del Evangelio y
la renuncia a las cosas del mudo. Se hizo secretario de la santa y
compiló sus palabras y cartas. Fue su compañero en los viajes a
Avignón, Florencia y Roma. Mas tarde, por consejo de la santa,
Esteban se hizo monje Cartujo. Asistió a la santa en su muerte y
escribió su vida.
El Dialogo de Santa Catalina de Siena
Fue en el “día de María”, como Catalina llamaba al sábado, que
empezó a escribir su famoso “Dialogo”, un tratado inspirado
sobre las virtudes cristianas.
La Virgen le da un confesor
Catalina había orado por muchísimo tiempo para conseguir un
buen confesor y director espiritual. Ella, como todos los santos,
comprendía la importancia de ser guiada por un santo pastor de
almas. Un día, durante la misa en la iglesia dominica de Santa
María Novella, en Florencia, le pareció a la santa que la Virgen
estaba de pie a su lado y le indicaba un sacerdote para que fuera
su guía: el Padre Raimundo de Capua. Este se convirtió en el
director espiritual de Catalina. Después de muchos años de una
relación muy fructífera, le llamó: “mi Padre y mi hijo, quién mi
dulce Madre María me regaló”. El por su parte creció mucho
espiritualmente gracias a la inspiración de la santa y llegó a ser
beatificado.
Inspira el retorno del papado a Roma
En 1375 Florencia, Perugia, una gran parte de la región Toscana
de Italia y hasta de los Estados Pontificios, entraron en liga contra
la Santa Sede. El corazón de Catalina, que tres años antes había
profetizado estos eventos, se traspasó de dolor. Por sus
oraciones y esfuerzos, muchas ciudades, entre ellas Arezzo,
Lucca y Siena se mantuvieron fieles al Papa.
El papa Gregorio XI que residía en Avignón, al no conseguir nada
con sus cartas a Florencia, envió un ejército a esta ciudad. Las
divisiones internas causaron que los florentinos buscaran
reconciliación. Le pidieron a Santa Catalina que fuera mediadora.
La santa llegó a Avignón el 18 de junio de, 1376. El Papa se
reunió con ella y con gran admiración por su prudencia y
santidad, le dijo: “No quiero otra cosa sino paz. Pongo este
asunto enteramente en tus manos”.
El papado se encontraba en Avignón, (hoy parte de Francia),
desde el 1314, cuando fue electo Papa el francés que tomó el
nombre Juan XXII. Sus sucesores también vivieron en Avignón.
El Papa es el obispo de Roma, por lo que los romanos
protestaban que su obispo los había abandonado por setenta y
cuatro años y amenazaban con un cisma. Gregorio XI había
hecho un voto secreto de regresar a Roma, pero no se decidía al
notar la resistencia de su corte. Aprovechando la presencia de
Catalina en Avignón, le consultó el caso. “Cumpla lo que le ha
prometido a Dios”, fue la respuesta de Catalina. La santa recibió
del Señor la certeza de que el papa debía regresar a Roma y
aquél fue el momento en que se lo pudo comunicar. El papa,
sorprendido de que supiese por revelación lo que el no había
confiado a nadie, decidió cumplir con su traslado a Roma.
Catalina le escribió en varias ocasiones animándole a apresurar
su retorno a Roma. El Papa salió de Avignón el 14 de septiembre
de 1376.
No tardaron en aparecer las envidias y las preguntas farisaicas de
los que deseaban atrapar a la santa. Pero se quedaban
asombrados ante sus respuestas a las preguntas mas difíciles
sobre la vida interior y otros temas. Por otro lado, los florentinos
continuaban en sus intrigas contra el papa por lo que este envió a
Catalina a vivir en esa ciudad. Allí sufrió muchísimo y en varias
ocasiones peligraba su vida. Pero al final, en 1378, logró la
reconciliación de esta ciudad con el sucesor de Gregorio, el Papa
Urbano VI.
Gusto por la vida contemplativa
En seguida Catalina volvió a Siena para continuar su vida solitaria
de oración intensa. Algunas de sus meditaciones fueron
recogidas en el tratado Sobre la Providencia.
Por años vivió en abstinencia rigurosa, de tal manera que
prácticamente se alimentaba solo de la Eucaristía. En una
ocasión ayunó desde el miércoles de ceniza hasta el día de la
Ascensión, recibiendo solamente la Sagrada Hostia.
La corona de espinas
En una visión, El Señor le presentó dos coronas, una de oro y la
otra de espinas, invitándola a escoger la que mas le gustara. Ella
respondió: “Yo deseo, oh Señor, vivir aquí siempre conformada a
tu pasión y a tu dolor, encontrando en el dolor y el sufrimiento mi
respuesta y deleite.” Entonces, con decisión tomó la corona de
espinas y la presionó con fuerza sobre su cabeza.
Experiencias místicas con la Virgen
Dos veces, en fiestas litúrgicas especiales, la Virgen le ayudó
milagrosamente. Durante una Misa de año nuevo, Catalina estaba
tan sobrecogida por la emoción, que cuando se puso de pie para
ir a recibir comunión estuvo a punto de caer. La Virgen, con sus
manos tiernas y al mismo tiempo fuertes, la sostuvo hasta que se
recuperó.
Un día de la Asunción, que tradicionalmente era la fiesta mas
grande del año en Siena, la ciudad de la Virgen, Catalina estaba
muy enferma en cama, y deseaba intensamente por lo menos
poder ver la catedral. De pronto se encontró en el atrio de la
Catedral de la Asunción de Nuestra Señora, y pudo caminar
perfectamente y participar en la Misa solemne dedicada a la
Virgen.
El niño Jesús
Catalina tenía gran devoción al Niño Jesús. Una noche de
Navidad, mientras oraba con sus hermanas de la tercera orden en
la Iglesia de San. Domingo, se le concedió una visión muy
impresionante: La Virgen María de rodillas adorando en oración
ferviente al recién nacido, el Divino Niño. Catalina estaba tan
sobrecogida que suplicó humildemente a la Virgen que le
permitiera cargar al Niño por un momento. Con una sonrisa
afectuosa, la Virgen tomo el Niño y se lo entregó a Catalina, quien
teniéndolo en sus brazos, lo beso y le susurró en el oído los
nombres de todos sus seres queridos.
Poco antes de morir, en el adviento, Santa Catalina escribió estas
palabras a una amiga: “Te pido, en este dulce tiempo de adviento
y de la fiesta de la Navidad, que visites el pesebre donde posa el
Manso Cordero. Allí encontrarás también a María, una extranjera
y un exilio, en tan gran pobreza que no tiene con que vestir al Hijo
de Dios, o fuego con que calentarlo….Asegúrate de recurrir
siempre a la Virgen Santísima, abrazando siempre la cruz.”
Las turbulencias políticas continúan
En 1378 ocurre el gran cisma de la Iglesia. Al morir Gregorio XI, el
papa Urbano VI fue electo. Mas tarde muchos cardenales
declararon la elección nula y eligieron un nuevo papa, Clemente
VII. Con el, se fueron a Avignón.
Santa Catalina sufrió muchísimo por Jesús y su Iglesia. Escribió
a los cardenales y príncipes de varios países implorándoles que
reconozcan al papa Urbano y así acabar con el cisma. También
escribió al mismo papa Urbano exhortándole a dominar su difícil
temperamento que había sido en parte causa de la división. El
papa la escuchó y le pidió ir a Roma para ayudarle a persuadir a
los cismáticos. Trabajando en esa misión en Roma, la santa se
enfermó y murió el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres
años.
Fue enterrada en Roma, en la iglesia de Minerva, donde hoy día
puede visitarse su cuerpo que yace bajo el altar tras un panel de
cristal. Su cabeza está en la iglesia de Sto. Domingo en Siena,
en cuya ciudad también se puede visitar su casa, ver sus
instrumentos de penitencia y otras reliquias.
Para apreciar la vida de la santa, tan engalanada con dones
extraordinarios, no podemos olvidar su incondicional amor a la
cruz. Tuvo grandes y prolongados sufrimientos, tanto los físicos
como los del corazón. Cuando se ama mucho se sufre por el
amado. Ella sufría las ofensas contra Jesús, contra Su Madre,
contra la Iglesia, contra los pobres. Sufría por los pecadores.
Aunque muchos la admiraban, muchos también la tildaban de
farsante y la hacían sufrir. Sus virtudes heroicas la hicieron
victoriosa sobre sus pasiones en las pruebas mas difíciles. Es por
todo esto que la debemos admirar y nos sirve de inspiración para
nosotros buscar la santidad. En Santa Catalina vemos lo que Dios
puede hacer con un corazón que se deja traspasar de amor por El
y por la Virgen.
-Canonizada por el Papa Pío II en 1461.
-Urbano VIII transfirió su festividad al 30 de abril