Liturgia Y Compromiso  Social: Por Martín Irure

Liturgia Y Compromiso Social: Por Martín Irure

Tal vez a primera vista puede extrañar el título de este tema. ¿Qué tiene que ver la liturgia con la vida de cada cristiano? ¿Qué tiene que ver la espiritualidad con la lucha a favor de la paz, de la justicia, del respeto a los derechos humanos, etc.?


Liturgia Y Compromiso Social

I. Ambientación

Tal vez a primera vista puede extrañar el título de este tema. ¿Qué tiene que ver la liturgia con la vida de cada cristiano? ¿Qué tiene que ver la espiritualidad con la lucha a favor de la paz, de la justicia, del respeto a los derechos humanos, etc.? Los interro¬gantes podrían seguir. ¿Debe repercutir en la vida social la vida espiritual de cada cristiano? ¿Qué tiene que ver la oración con la justicia? ¿Debe salir el cristiano de sí mismo, del templo y, tal vez, de la familia, para meterse de lleno en la tarea política de la sociedad en la que vive?

En el tema anterior, en parte, se da respuesta a estos planteamientos. En la reflexión que vamos a hacer, se verá más claramente la relación entre la liturgia y la vida social.

2. Vemos la realidad

Si preguntáramos a muchos cristianos que salen de participar en la misa: qué compromiso han tomado en la celebración litúrgica para trabajar en la sociedad en la que viven, seguramente la pregunta les tomaría por sorpresa. Si acaso podrían responder algo así: “ser mejores”, “tratar de entenderme con tal familiar”, “ser más humilde”, etc.

De hecho, nos damos cuenta de que la mayor parte de los cristianos posiblemente no perciben el dinamis¬mo que puede brotar de la Eucaristía participada, para sus tareas diarias en la sociedad.

La religión, el cristianismo, vivir el Evangelio es algo “de cada uno”, algo tan personal que no tiene repercusio¬nes en la política económica y social de la ciudad o el país. Esta concepción y práctica “intimista” de la fe es un enorme fallo en la práctica del Evan¬gelio.

3. Leemos la palabra de Dios

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y no tienen nada para co¬mer, y uno de ustedes le dice: “Váyanse en paz, abríguense y coman”, pero no les da lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe si no tiene obras, está comple¬tamente muerta (Sant 2, 14-17).
Si alguno piensa que se comporta como un hombre religioso y no sólo no domina su len¬gua, sino que conserva pervertido su corazón, su religiosidad es falsa. La religiosidad au¬téntica y sin tacha a los ojos de Dios Padre consiste en socorrer a los huérfanos y viudas en sus dificultades y en conservarse incontaminado del mundo (Sant 1, 26-27).

El ayuno que yo quiero es éste: que sueltes las cadenas injustas, que desates las correas del yugo, que dejes libres a los oprimidos, que acabes con todas las opresiones, que com¬partas el pan con el hambriento, que hospedes a los pobres sin techo, que proporciones ro¬pas al desnudo, que compartas tu pan con el hambriento, que hospedes a los pobres sin techo, que proporciones ropas al desnudo y que no te desentiendas de tus semejantes (Is 58, 6-7).
Quiero amor y no sacrificios y prefiero el conocimiento de Dios más que holocaustos (Os 6,6).

Explicación

Estos textos del Nuevo y del Anti¬guo Testamento nos llevan a la misma conclusión: la celebración litúrgica nos orienta y nos conduce al compro-miso en la sociedad. El culto vacío, sin repercusión en la vida, es combatido por los profetas y por el mismo Jesús (Mc 7,6-7).

A. En el Antiguo Testamento

“En la Biblia del Antiguo y del Nue¬vo Testamento no existe una liturgia que no sea, a la vez, justicia y caridad. Como no existe una justicia-caridad que no sea liturgia. El Señor que acep¬ta la liturgia (el culto) es siempre el que, de sus mismos adoradores, pide la justicia-caridad” (T. Federici).

Los textos arriba citados son in¬vectivas en contra de un culto enten¬dido como separado de la vida y de la justicia social, sin influencia en ellas.

Según la reflexión de T. Federici, se puede establecer una relación en¬tre las fiestas litúrgicas que Israel cele¬braba y el compromiso con la justicia:

JUSTICIA
Cada día: salario al obrero, limosna al pobre
Cada sábado: descanso al obrero, siervo, animales
Cada año: primicias al pobre, décimos al levita

Cada tres años: todas las primicias al pobre

Cada siete años: descanso universal, libertad a los esclavos, deudas perdonadas

LITURGIA

Oración (mañana y tarde).
Oración litúrgica.
Liturgia de las primicias,
Actos de justicia y caridad
(Dt 26, 5-11) liturgia de la Pascua,
Pentecostés y Tabernáculos.
Liturgia de los diezmos
(Dt 14, 28-29).
Liturgia de la Palabra
(Dt 31,9-I3).

La razón de esta simetría entre culto y vida social está en la alianza. Dios salva y perdona. Lo mismo ha de hacer el hombre. La tierra es de Dios (Lev 25, 23-24) Y los hombres son de Dios (Lev 25, 42). Los hombres son meros administradores de la tierra. Nadie es propietario. Hay que com¬partir con el hermano necesitado. Las celebraciones litúrgicas lo recuerdan y lo exigen. Como lo hacen los profetas.

B. En el Nuevo Testamento

Jesús ha venido a reestablecer un año jubilar definitivo (Lc 4, 14-21; Is 61. 1-3). Jesús se pone como progra¬ma de su misión: dar la buena noticia y los signos de liberación y proclamar el año (sin fin) de gracia.

La comunidad cristiana realiza la comunión de bienes como fruto de la fracción del pan (He 2,42-47).

Los apóstoles insisten en esta re¬lación de liturgia-vida: ver: 1 Cor 11, 17-34; 2Cor9, 1-15; Sant2, 1-13 y 5, 1-6.

4. Leemos la palabra de la Iglesia

La liturgia misma impulsa a los fieles a que, saciados “con los sacramentos pascuales”, sean “concordes en la piedad”, ruega a Dios que “conserven en su vida lo que recibieron en la fe”. La renovación de la alianza del Señor con los nombres en la eucaristía enciende y arrastra a los fieles al apremiante amor de Cristo.
(Vaticano II Sacrosanctum Concilium, 10)
La celebración de la eucaristía, para ser sincera y plena, debe conducir a las varias obras de caridad y a la mutua ayuda, así como a la actividad misionera y a las diversas formas de testimonio cristiano (Vaticano II, Presbyterorum ordinis, 6).
El divorcio entre la fe que profesan y la vida diaria de muchos debe ser considerado corno uno de los más graves errores de nuestro tiempo.
(Vaticano II, Gaudium et spes, 43)

La Misa es una pacífica y, a la vez, comprometedora escuela de sociología cristiana. (Pablo VI, Audiencia general, 26.XI.69)

Los textos del magisterio de la Iglesia en este sentido abundan, des¬de los Padres de la Iglesia hasta nues¬tros tiempos. El sínodo de los obispos sobre La justicia en el mundo trata de este tema exclusivamente. Los formu¬larios de las misas votivas por la paz y la justicia recuerdan la relación fe-com-promiso social. Lo mismo aparece en el ritual del sacramento de la penitencia. Sin duda, hoy existe en la Iglesia una mayor sensibilidad respecto de los problemas sociales, enfocados desde el Evangelio.

5. Confrontamos nuestra realidad

• ¿Cómo vemos este tema? ¿Qué no¬vedades nos aporta? ¿Estamos convencidos de la relación de la fe con la justicia?
• ¿Qué opinión tenemos sobre si la Iglesia debe meterse o no en política? ¿Qué pensamos sobre este punto? ¿Tiene la Iglesia derecho a hablar y trabajar por la justicia so¬cial luchando contra la pobreza, no sólo de obra sino también de pala¬bra?
• ¿Efectuamos nosotros este binomio fe-vida? ¿O somos de aquellos que consienten un divorcio entre la fe y la vida, porque nos consideramos cristianos sólo en la iglesia o en el interior de la familia?
• ¿Qué hacemos en nuestro compro¬miso político?

6. Nos comprometemos

• ¿A qué nos comprometemos cada uno y como grupo? ¿En qué pode-mos mejorar nuestra conciencia en este punto tan importante?
• ¿Cómo celebraremos una liturgia más enfocada a la transformación de la sociedad?
• Concretemos nuestros propósitos.

7. Juntos oramos

En silencio, reflexionamos en qué nos pide el Señor respecto de este tema. Y tratamos de concretar ante él nuestros compromisos por la justicia.

Oremos con la liturgia

l. (Oración colecta de la Misa votiva por la paz y la justicia)
Señor,
Tú dijiste que cuantos trabajan por la paz
Serían llamados hijos de Dios;
Concédenos entregamos sin descanso
A instaurar en el mundo
La única justicia que puede garantizar
A los nombres una paz firme y verdadera.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

2. (De la Plegaria eucarística V/b)
Señor,
Danos entrañas de misericordia
Ante toda miseria humana,
Inspíranos el gesto y la palabra oportuna
Frente al hermano solo y desamparado,
Ayúdanos a mostramos disponibles
Ante quien se siente explotado y deprimido.
Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor,
De libertad, de justicia y de paz,
Para que todos encuentren en ella
Un motivo para seguir esperando.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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