La gran responsabilidad de un pastor: la vida de la oveja
El criterio para distinguir un buen y mal pastor era su sentido de la responsabilidad. El Pastor en Palestina era totalmente responsable de las ovejas: si algo le pasaba a cualquiera de ellas, él tenía que demostrar que no había sido por culpa suya.
Observemos rápidamente algunas citas impresionantes:
Amós 3,12: “Como salva el pastor de la boca del león dos patas o la punta de una oreja, así se salvarán los hijos de Israel”. El pastor debe salvar todo lo que pueda de su oveja, ni que sean las patas o la punta de la oreja de su oveja.
Éxodo 22,9.13: “Si un hombre entrega a otro una oveja o cualquier otro animal para su custodia, y éstos mueren o sufren daño o son robados sin que nadie lo vea… tendrá que restituir”. En este caso el pastor tendrá que jurar que no fue por culpa suya (v.10) y traer una prueba de que la oveja no había muerto por culpa suya y de que él no había podido evitarlo.
En fin, el pastor se la juega toda por sus ovejas, aún combatiendo tenazmente contra las fieras salvajes, haciendo gala de todo su vigor e incluso exponiendo su vida, como vemos que hizo David de manera heroica con las suyas: “Cuando tu siervo estaba guardando el rebaño de su padre y venía el león o el oso y se llevaba una oveja del rebaño, salía tras él, le golpeaba y se la arrancaba de sus fauces, y se revolvía contra mí, lo sujetaba por la quijada y lo golpeaba hasta matarlo” (1 Samuel 17,34-35).
La premura del Pastor: un amor que vivifica
Todo que vimos anteriormente es lo que Dios hace con los suyos. Los orantes bíblicos, como lo hace notar el Salmo 23, encontraban en la imagen de Dios-Pastor su verdadero rostro: su amor, su premura y su dedicación por ellos. En Dios encontraron su confianza para las pruebas de la vida. Ellos tenían en la mente y arraigada en el corazón esta convicción: “Sí, como un pastor bueno, Dios se la juega toda por mí”.
Ellos tenían la certeza de que Dios siempre estaba cuidando de ellos y combatiendo por ellos. Así predicaba el profeta Isaías: “Como ruge el león y el cachorro sobre su presa, y cuando se convoca contra él a todos los pastores, de sus voces no se intimida, ni de su tumulto se apoca; tal será el descenso de Yahveh de los ejércitos para guerrear sobre el monte Sión y sobre su colina” (Isaías 31,4).
Y en el texto de Ezequiel, que ya mencionamos, vemos que nada se le escapa al compromiso y al amor de Dios-Pastor: “Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma” (Ezequiel 34,16).
2. Releamos el Evangelio con un Padre de la Iglesia
“Los fariseos dijeron que no eran ciegos; pero, para ver, tenían que convertirse en ovejas de Cristo. Y como pretendían tener la luz ellos se enfurecían contra el Día.
Fue precisamente para responder a su vana, soberbia e incurable arrogancia, que el Señor pronunció palabras que son para nosotros, si bien las consideramos una advertencia saludable.
En verdad, hay muchos que, según un cierto ideal de vida, pasan por hombres de bien y honestos, por mujeres virtuosas e irreprensibles; son observantes de todo lo que la ley prescribe: respetan a sus padres, no son adúlteros, no matan, no roban, no dan falso testimonio contra nadie y parece que observan todos los otros preceptos; todavía no son cristianos. Y hasta llegan frecuentemente a vanagloriarse como los fariseos: ‘¿Por ventura también nosotros somos ciegos?’ (Juan 9,40).
Teniendo en cuenta, con todo, que todas esas cosas no tienen valor, ya que ellos las realizan sin referencia al fin último, en la lectura de hoy el Señor presenta una parábola que se refiere al rebaño y a la puerta por donde entra en el redil. Los paganos tiene pues bellos discursos: ¡Nosotros vivimos honestamente! Pero, si no entran por la puerta, ¿de qué les sirve aquello de que se glorían? El vivir honesto debe garantizar la posibilidad de vivir siempre; pero si no sirve para vivir siempre, ¿entonces para qué sirve? Ni se puede decir que viven honestamente aquellos que por ceguera ignoran o por orgullo desprecian la finalidad del vivir honestamente. Y nadie puede tener la esperanza verdadera y cierta de vivir eternamente si no reconoce la vida que es Cristo y no entra por la puerta en el redil”
(San Agustín, “In Ioan.” Tr. 45,2-3)
3. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
3.1 ¿Qué pastores se han hecho cargo de mí? ¿Por qué les debo gratitud?
3.2 ¿Qué caracteriza los cuidados que Jesús ofrece como “Buen Pastor”?
3.3. ¿Intento ordenarle a Jesús qué es lo que debe darme? ¿Me dejo guiar por Él?
3.4. ¿Qué quiere decir la frase “Yo soy la Puerta”?
3.5. ¿Cuáles son las lecciones del Evangelio de hoy para mi vida como responsable de una comunidad o de una familia?
Gracias buenas tardes,
Venia recibiendo semana la Lection Divina , pero me han bloqueado mi cuenta anterior que es lucia903@hotmail.com.
Deseo seguir recibiendola ya que para mi Apostolado es de gran ayuda..
Agradezco mucho su colaboracion
Deseo paz y bien en sus labores
hola me gustaria recibir la Lectio Divina todos los dias se los agradecere con toda mi alma mil gracias hermanos.
Que dios les de bendición,