La Pastoral social llamada a evangelizar humanamente, sería un error intentarlo sin humanizar a los individuos (podemos pasar años sin lograr resultados, si no se humaniza), que sientan como humanos que son, distinguiéndose del género de los animales y que aun así demuestran más amor a sus crías que los seres humanos que sólo buscan destruir a todo lo que interfiera para lograr sus planes e intereses, será más fácil que el panorama cambie cuando las entrañas del hombre se conmueven y esto lo vemos en el evangelio de Lucas 7,12 “Al verla, el Señor sintió compasión y le dijo: –No llores”, que palabras tan profundas encierran ésta parte evangélica que si se adaptan a la realidad como debe de ser, serían las mismas palabras que utilizaremos cada cristiano católico, <
La Iglesia nos ésta enseñando un método para visualizar el entorno nuestro, vislumbrar los sucesos de los tiempos, este método es muy simple pero efectivo: <
La Pastoral social llamada a evangelizar humanamente. Tareas de la Pastoral Social
La Pastoral Social está llamada a evangelizar humanizando. Cualquier acción o proceso, que se realice o se impulse como presencia evangélica en el mundo desde la situación de los pobres, marginados y excluidos, es para hacerlos sujetos de la historia. Las tareas que concretan el amor preferencial por los pobres y marginados son la asistencia, la promoción, la liberación y la aceptación fraterna.
Estas tareas propias de Pastoral Social, implican un conjunto de objetivos, pasos, medios y actividades que han de realizarse para analizar y enfrentar las situaciones o problemáticas que se viven, poniendo en marcha experiencias alternativas que permitan ir transformando, las actitudes personales que hacen difícil la convivencia, el ámbito social, que hay que humanizar y organizar, y las políticas públicas que dan cauce legal a la atención a las exigencias del bien común.
1. El Discernimiento Evangélico de la Realidad.
Mediante el discernimiento evangélico de la realidad se trata de discernir “las opciones y los compromisos que conviene asumir para realizar las transformaciones sociales, políticas y económicas que se considera de urgente necesidad en cada caso” (OA 4).
Este método es una verdadera experiencia espiritual de encuentro con Jesucristo vivo y presente en la historia. Es, por tanto, una experiencia que nos lleva a la conversión, a la comunión y a la solidaridad. Este encuentro con Jesucristo, el apóstol de la Pastoral Social lo hace principalmente en la persona de los pobres, con los que Cristo se identifica, e implica necesariamente un proceso personal e reencuentro y reconciliación con Dios, de reincorporación a la comunidad y de compromiso social, la búsqueda del perdón a través del arrepentimiento sincero, el propósito de enmienda, el rechazo del mal y del desorden y el rescate de los valores perdidos.
El método del discernimiento evangélico de la realidad social supone de quienes lo realizan con actitud creyente, con la capacidad de mirar la realidad de forma contemplativa. Sus pasos son tres: conocer la realidad (ver), a la luz del Evangelio (juzgar) y discernir las opciones y asumirlas (actuar).
Conocer la realidad. Es analizar la realidad en la que estamos inmersos, observarla de cerca y en profundidad para conocer mejor todos los factores que intervienen en ella. Analizamos la realidad porque queremos transformarla.
Este primer paso del discernimiento nos pide que hagamos un diagnóstico de la realidad. Si éste es acertado, las propuestas de acción serán eficaces.
A la luz del Evangelio. Es compara lo que pasa con lo que quisiéramos que pasara, de acuerdo al designio de Dios sobre la humanidad. Esto nos permite tomar una postura, tener una opinión, ser críticos. Tenemos que confrontar la realidad con nuestros puntos de referencia, con los valores y contra valores que se viven en la actual situación. Se trata de expresar lo que pensamos de la situación analizada y cómo nos gustaría que fuera.
Discernir las opciones y asumirlas. Es desarrollar acciones con objetivos de transformación ante las situaciones analizadas y enjuiciadas y es tomar conciencia de que nuestras propuestas de acción ya son en sí alternativas.
Es plantear las denuncias, las reivindicaciones, las acciones educativas y organizativas: ¿Qué pretendemos hacer? ¿con quién? ¿qué medios vamos a utilizar? ¿cuándo lo vamos a hacer? ¿cómo vamos a revisarlo?
2. La Asistencia Social: ayudar sin hacer daño.
La asistencia social (como ya se dijo) es una acción destinada a remediar una necesidad inmediata y concreta, se propone asistir a los necesitados. Jesús la practicó de forma explícita y generosa.
La asistencia social requiere una tipología de pobreza, ya que implica una serie de matices propios que habrá que distinguir entre los pobres:
a) Quienes viven situaciones de pobreza extrema, marginación, exclusión y alguna forma de vulnerabilidad, ancianos, analfabetas, enfermos de SIDA, etc.
b) Quienes sufren discapacidad y el abandono de los suyos, que sufren disfuncionalidad soledad, rechazo, marginación, estigmatización social, pérdida de autoestima, etc.
c) Quienes son víctimas de adicciones desintegradotas de su personalidad y de su desarrollo básico.
d) Quienes forman parte de la población desocupada-rechazada para el trabajo productivo, obligada a la inactividad o subactividad.
e) Quienes sufren reclusión en las cárceles, penitenciarías o centros de readaptación social y sus familiares; los perseguidos por la justicia o por otras causas.
Quienes son víctimas de la exclusión que produce la globalización porque han quedado lejos de los nuevos lenguajes universales, e inhabilitados para los nuevos procesos de producción.
El amplio espectro de situaciones que requieren de asistencia social hacen de esta una urgencia vital, a la que no se puede responder con una vaga “beneficencia” sino con programas que tengan como criterio principal el desarrollo básico de las personas.
La asistencia social tiene mucho por hacer en la promoción de la solidaridad en las familias y en las diferentes instituciones para atender de manera digna y eficaz a los casos individuales. Movilizar la solidaridad a través del voluntariado permitirá despertar las capacidades, aunque sean limitadas, de quienes son asistidos.
3. La Promoción Humana: pasar de situaciones menos humanas a situaciones más humanas.
Aquí se tiene la tarea de despertar la conciencia social, fortalecer la capacidad de liderazgo y animar el surgimiento de procesos comunitarios, procurando el fortalecimiento de redes locales y el mejoramiento de la calidad de vida. La promoción humana busca la creación de estructuras sociales,
que dentro del marco de la justicia, equidad y participación, impulsen la inclusión de todos y todas en el desarrollo integral de la comunidad local, nacional e internacional.
El verdadero desarrollo es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida más humanas. Se trata de un desarrollo integral y solidario.
Ahora bien, para la promoción de este desarrollo se requiere realizar actividades de tipo educativas, ya que la educación es la base para un cambio individual y colectivo, que implica la dignificación de personas y pueblos. Esta tarea educativa es lenta y progresiva ya que debe provocar un compromiso personal y colectivo.
4. La Acción Social Transformadora: incidir en el cambio de estructuras.
Se trata de ir cambiando las “estructuras de pecado” que impiden la solidaridad y el bien común, para ir conformando estructuras más acordes con las exigencias del Reino de Dios. Implica ayudar a las comunidades cristianas para que sean capaces de fermentar una amplia movilización de grupos sociales que tengan como objetivo la superación de la comunidad promoviendo la capacitación, participación y organización de los grupos populares para que lleguen a incidir en un cambio social de las “estructuras de pecado” que general las desigualdades sociales.
Para poder dar esta respuesta de manera adecuada y con capacidad de incidencia transformadora es necesario:
a) articular todos los esfuerzos;
b) hacer las vinculaciones necesarias para fortalecer los procesos donde se descubre una justa lucha por los valores del Reino;
c) trabajar en equipo para facilitar la corresponsabilidad en las propuestas, la planificación y la ejecución de actividades, sin protagonismos personales.
5. La Aceptación Fraterna: rehacer el tejido social.
Otra tarea fundamental de la Pastoral Social es la promoción de la aceptación fraterna. En un mundo marcado por la desigualdad, por la diversidad y por las consecuencias de la violencia como son el odio y el resentimiento, se hace necesario rehabilitar a los sujetos individuales y colectivos para la convivencia fraterna, esto lo hace promoviendo la recomposición del tejido social, el desarrollo humano y comunitario, la resolución evangélica de los conflictos y la transformación de las relacones para que la competencia se transforme en colaboración y la rivalidad en vida fraterna. En el proceso de recomposición del tejido social, no podemos pasar por alto la necesidad de encontrar la verdad histórica, pues la experiencia del perdón requiere conocer la verdad de los hechos y los responsables de los mismos.
6. Profundizar y Difundir la Doctrina Social de la Iglesia.
La Doctrina Social de la Iglesia, que sólo el Magisterio puede autentificar, se ha inspirado siempre en la experiencia de los cristianos. Para aportar a la elaboración de la Doctrina Social de la
Iglesia, es preciso compartirla, no mirarla desde fuera. Los Sumos Pontífices, desde León XIII, sin cesar han dado a la Iglesia un servicio invaluable al profundizar, actualizar y difundir la Doctrina Social de la Iglesia.
Se trata de conocer, asimilar y poner en práctica las enseñanzas del Magisterio, ya que la Doctrina Social es el “alma” de la Pastoral Social. Esta doctrina no es un cuerpo definitivo y cerrado, es una secuencia siempre abierta, nunca definitivamente acabada.
Promoción, Asistencia y Difusión de la Doctrina Social de la Iglesia son las tareas fundamentales de la Pastoral Social.