La campaña de Pastoral social traerá al pueblo grandes servicios, la Iglesia se verá beneficiada con la campaña, la sociedad y el mismo hombre; el mandamiento del amor que Jesús practicó en su ministerio plasmado magistralmente en el lavatorio de píes dejando grabado en el corazón de sus discípulos para que estos lo llevarán a todo el mundo como apóstoles; a continuación se muestran algunos de los servicios que la campaña de Pastoral social ofrecerá a la sociedad:
SERVICIOS DE LA PASTORAL SOCIAL
Servicio Profético (anuncio de la Buena Nueva y denuncia de las situaciones de injusticia). La tarea profética tiene una importancia capital, ya que hoy se viven profundas injusticias sociales, creciente brecha entre ricos y pobres con la existencia de grandes grupos que viven en la extrema pobreza, violaciones de la dignidad de la persona y otras graves situaciones que laceran nuestra vida y piden ser atendidas. En muchas de estas realidades la Iglesia es la única voz que se puede oír para anunciar la paz y denunciar la injusticia.
El profeta denuncia los abusos e injusticias; es el defensor de los pobres, de los desvalidos, del hombre que no encuentra lugar en las formas institucionales. Pero la profecía es también anuncio. El profeta discierne la voz de Dios en la historia partiendo de la realidad; discierne para llamar a la conversión; recuerda el amor de Dios y sus exigencias.
La Pastoral Social, como dimensión de la acción evangelizadora de la Iglesia, asume la función profética. Trata de conocer la realidad con todas sus complejidades, comprende y escucha para anunciar y denunciar.
La Pastoral Social debe promover un verdadero diálogo para que los participantes confronten sus puntos de vista e intereses: compartan experiencias y conocimientos, sin imponer la opinión personal. Se debe animar un auténtico discernimiento.
Para el recto discernimiento, es importante seguir principios y criterios que ayuden a esclarecer lo que en verdad quiere Dios para el hombre, y esto lo ofrece la Doctrina Social de la Iglesia. La evangelización va unida a una cristología (Verdad sobre Jesucristo), una eclesiología (verdad sobre la Iglesia) y una antropología (verdad sobre el Hombre) de tal manera que la Pastoral social va en la línea de la formación y orientación de las conciencias para que la sociedad sea más justa (Juan Pablo II, Viaje Pastoral al Brasil).
Servicio de Promoción de la Comunidad. El gran obstáculo a la promoción integral del hombre no está en los males individuales, sino, y sobre todo, en las estructuras injustas, inhumanas y opresivas, que Medellín llama estructuras de pecado institucionalizado. Denunciarlas es una diaconía, pero no basta quedarse en la denuncia, es necesario ayudar efectivamente a cambiarlas.
Se debe idear nuevos modelos sociales en donde la solidaridad sea una realidad, trabajo difícil en esta nueva situación de globalización, en donde parece que incluso el pecado personal y colectivo también se globalizan.
La justicia es la virtud de la promoción humana: su impulso y su fin. La justicia es el presupuesto de todo amor verdadero; pero no estaría bien orientada una Pastoral Social si se toma como raíz y centro una justicia no orientada y animada por la caridad, esencia de esa misma Pastoral.
No hay promoción posible, sino dentro de una comunidad en la que la persona tenga la oportunidad de despertar sus virtualidades. La Iglesia impulsa la organización popular, no la dirige, por eso imparte una sólida educación en la fe y una doctrina social.
La promoción humana implica despertar la conciencia del hombre en todas sus dimensiones, y ayudarle a ser protagonista de su propio desarrollo. La Iglesia ha sido bienhechora de los pobres, pero eso no significa que su ideal no es ser la institución rica que distribuye dinero a los pobre, sino la Iglesia pobre que realiza el espíritu de las bienaventuranzas que predica.
En la promoción del hombre y de la comunidad se deben evitar varios peligros como: el paternalismo, el quedarse en un mero asistencialismo o una mera ayuda filantrópica, o bien la desviación a la ideología marxista.
Servicio de Formación de la Conciencia Cívica. Las relaciones políticas, tanto al interior como al exterior entre las naciones, son también materia de Pastoral Social.
La política tiene dos acepciones principales:
1. En sentido estricto es la gestión del bien común a través del ejercicio del poder y la autoridad, en sus diversas formas, por medio de personas e instituciones (cfr. GS 74).
2. En sentido más amplio, es la participación en la promoción del bien común. Todos y cada uno de los miembros de la sociedad tiene el derecho y el deber de participar en la construcción de una mejor comunidad y sociedad con diferentes acciones: culturales, sociales, pastorales, etc.
Es evidente que ahora se tiene una mayor conciencia de la importancia de la participación y de la acción política para la transformación de la sociedad. Se ha pasado de una contemplación pasiva y
resignada a la seguridad de que el mundo es algo que se debe construir y se puede cambiar con la participación.
Sin embargo, también el ambiente político se ve de una manera muy negativa, ya sea por los excesos del poder, ya sea por la promesas no cumplidas, ya sea por la falta de justicia pronta y expedita que no se ve por donde puede llegar, ya sea por la corrupción que en muchas dependencias de gobierno existen, ya sea por la indiferencia de parte de las autoridades para ayudar realmente al necesitado, ya sea por los programas de ayuda que solamente son de tipo populista y partidista.
La complejidad del hecho político y la autonomía temporal hacen difícil la relación entre fe y política, y plantea un verdadero desafío a la Pastoral Social que invita al cristiano a tomar conciencia de su responsabilidad política (cfr. GS 76).
Principios orientadores:
• Iglesia y Política están al servicio de la vocación personal y social de los hombres.
• El cristiano debe ver implicada su fe en las opciones políticas que asuma.
• No es posible deducir de la fe proyectos políticos concretos, pero la fe puede dar principios de orientación y criterios de verificación y valoración.
• La fe introduce en el ámbito político exigencias éticas: dignidad de la persona, respeto a los pobres, defensa de los débiles, condena de los totalitarismos, supremacía de los valores del ser sobre los del dinero, etc.
• La fe ejerce una función crítica a las concreciones de la praxis política.
• La acción responsable de los cristianos en el ámbito político se presenta como criterio de autenticidad y credibilidad del anuncio evangélico.
Servicio de Misericordia. La primera labor que tradicionalmente aparece como expresión de caridad y servicio es la de las obras de asistencia: aliviar el dolor, la miseria, la ignorancia, etc.
Es cierto que se corre el riesgo del “paternalismo” o “asistencialismo”, pero es también parte de la labor de la Pastoral Social: el aliviar de manera inmediata la necesidad del otro. Hoy se descubre que el alivio de las necesidades económicas, sociales y culturales que urgen en el momento, es objeto propio de la Pastoral Social.
Quien se encuentra en una necesidad que lo hunde en la miseria tiene derecho a ser asistido. Por justicia se da obligatoriamente, por amor se da generosamente.
Todo sistema racionalizado de servicios sociales en el área de la salud, de la nutrición, de la alfabetización, etc., lleva consigo dimensiones económicas y financieras que tienen el peligro de apagar la inspiración, la delicadeza, la gratitud del amor de caridad. Se corre el riesgo de medir la perfección del servicio social únicamente por su calidad técnica y su eficacia material, sin preguntarse si se lleva a cabo con amor o sin amor.
Por eso, lo que el mundo de hoy necesita y requiere de la Iglesia, en este campo, es que los sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares cristianos, consagrados a la pastoral del servicio de
asistencia posean, junto a la perfección técnica y a la capacidad profesional, un espíritu que anime su trabajo y su ambiente, para difundir la caridad en los sistemas racionalizados de servicio social.
Por otra parte, junto a las pobrezas tradicionales: desempleo, carencia de habitación, enfermedades, analfabetismo, desnutrición, etc. aparecen nuevas miserias, tan dolorosas o más que las anteriores: droga, prostitución, desadaptación de adolescentes y jóvenes, familias desintegradas o seccionadas, mujeres solas con la responsabilidad de ser papá y mamá, etc.
Le toca a la Iglesia continuar con la acción de Jesús que se compadecía y daba solución a las necesidades de la gente de su tiempo. Es parte de la Pastoral Social hacer patente la presencia de ese
Dios Amor que se interesa por su pueblo, que oye los gritos de su pueblo, que ve la situación en que vive y que no se queda indiferente, sino que actúa a favor de sus elegidos.