Un sábado Jesús fue a comer a la casa de uno de los fariseos más importantes, y ellos lo observaban.
Jesús notó que los invitados trataban de ocupar los puestos de honor, por lo que les dio esta lección:
Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no escojas el mejor lugar. Puede ocurrir que haya sido invitado otro más importante que tú,
y el que los invitó a los dos venga y te diga: Deja tu lugar a esta persona. Y con gran vergüenza tendrás que ir a ocupar el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ponte en el último lugar y así, cuando llegue el que te invitó, te dirá: Amigo, ven más arriba. Esto será un gran honor para ti ante los demás invitados.
Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.
Jesús dijo también al que lo había invitado: “Cuando des un almuerzo o una comida, no invites a tus amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos, porque ellos a su vez te invitarán a ti y así quedarás compensado.
Cuando des un banquete, invita más bien a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.
¡Qué suerte para ti si ellos no pueden compensarte! Pues tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos.
Biblia Latinoamericana /se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México.