El movimiento familiar cristiano (MFC), en la actualidad es un movimiento consolidado en las diversas parroquias, el movimiento tiene un sistema para pequeñas comunidades que les permite a sus miembros un crecimiento integral en el seguimiento de Cristo Jesús.
¿QUÉ ES EL MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO? “50 años de presencia en nuestra Arquidiócesis”
Domingo 22 de Augosto de 2010 por Francisco Ramírez.
LEÓN GTO., 17 de agosto de 2010.- A continuación presentamos una breve reseña de los principios fundamentales del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), dicho movimiento cumple 50 años en nuestra Arquidiócesis.
SOMOS UN MOVIMIENTO…
Lo primero que descubrimos, aunque parezca demasiado sencillo, es que no estamos definiendo una “institución” o una “organización” sino un movimiento. Y movimiento significa vida; vida significa personas que respiran, sienten, piensan, aman, esperan, se esfuerzan, buscan y avanzan. El Movimiento es, como primera definición, un conjunto de seres vivos, de personas que no están conformes con seguir igual porque saben que pueden -y deben- crecer constantemente para hacer realidad todas sus posibilidades.
El Movimiento está formado por todos nosotros. Es un edificio vivo, hecho de personas. Crece si nosotros lo hacemos, se debilita si no nos sentimos parte viva y responsable de él. Esto nos lo dice San Pablo en forma muy bella al hablarnos de que somos miembros vivos de la Iglesia.
“Ustedes fueron edificados sobre el cimiento de los Apóstoles y Profetas con el Mesías Jesús como piedra angular. Por obra suya la construcción se va levantando compacta, para formar un templo consagrado al Señor, y también por obra suya van entrando ustedes con los demás en esa construcción, para formar por el Espíritu una morada para Dios”. < < Efesios 2, 20-22 >>
Sigamos pensando en este ejemplo del edificio vivo. ¿Qué es lo que hace reunirnos, apoyarnos, unos en otros para levantar juntos una obra tan bella y ambiciosa?
SOMOS UN MOVIMIENTO FAMILIAR…
Tenemos una vocación común, compartimos ideales e inquietudes. No podríamos levantar el edificio del MFC si nos reuniéramos con personas elegidas al azar por ejemplo, con las que se encuentran en un cine o en un autobús.
Nosotros nos hemos reunido porque el Señor nos llamó a santificarnos por el mismo camino: a crecer como personas, a desarrollar nuestros valores humanos y cristianos a través de la experiencia de la vida del matrimonio, la juventud y la familia, ésta es nuestra primera característica común; es lo que hace que empecemos a movernos juntos para formar un movimiento.
SOMOS UN MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO
La familia es una realidad humana de inmensa riqueza, para nosotros que compartimos un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un Dios y Padre de todos. La familia es una realidad humano-cristiana plena, un camino para crecer como personas y como hijos de Dios. Para nosotros lo humano y lo cristiano no son dos cosas separadas: somos personas cristianas, somos familias formadas por hijos de Dios y que quieren hacer de su hogar una Iglesia doméstica, y de su vida familiar un camino de maduración y santificación.
Estos son los ideales que nos son comunes y que nos reúnen en el Movimiento Familiar Cristiano, de aquí se derivan muchas cosas: por ser movimiento, por ser familiar y por ser cristiano, el MFC es un lugar donde encontramos una experiencia de fraternidad; sabemos que somos hermanos y nos tratamos como tales, con cariño, con paciencia, con admiración por las cualidades del otro. Aquí hallamos también una experiencia de Dios, que se manifiesta en nosotros, llenándonos de su Espíritu, congregándonos en Cristo. Y al ser experiencia de Dios y de Iglesia, es un lugar de conversión, pues en el MFC sentimos el deseo y la fuerza para convertirnos, tal como nos lo promete el Señor:
“Les daré un corazón íntegro e infundiré en ellos un espíritu nuevo, les arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que sigan mis leyes y pongan por obra mis mandatos; serán mi pueblo y yo seré su Dios”. < < Ezequiel 11, 19-20 >>
En el MFC descubriendo y viviendo los valores personales, conyugales y familiares en su dimensión humano-cristiana, nuestro corazón se abre al espíritu nuevo y se convierte en corazón de carne, capaz de amar, servir y entregarse a sus hermanos, no sólo a la propia familia sino a toda la comunidad.
Como lo que buscamos en el MFC es crecer, ser más maduros y responsables, nos importan sobre todo nuestras actitudes. No se trata tanto de hacer cosas sino de ser mejores. Diariamente tenemos ocasión de escoger entre el camino más fácil o el que nos exige más, podemos conformarnos con ser del montón y no esforzarnos en nada, o podemos pedirnos las actitudes mas maduras, no importa que sean las más difíciles. Los miembros del MFC tienen en común estar dispuestos a vivir una vida más exigente.
Para facilitarnos este camino de superación, el MFC nos ofrece seis oportunidades de crecimiento. Si las vivimos a conciencia transformaran nuestra vida. Les llamamos oportunidades porque cada uno las aprovechara a la medida de su generosidad y su inquietud por mejorar. Por eso el MFC nos pide que, si no estamos dispuestos a servirnos de ellas, no ocupemos el sitio que alguien mas podría aprovechar mejor.