Tal vez hayan olvidado la palabra de consuelo que la sabiduría les dirige como a hijos: Hijo, no te pongas triste porque el Señor te corrige, no te desanimes cuando te reprenda;”
pues el Señor corrige al que ama y castiga al que recibe como hijo.
Ustedes sufren, pero es para su bien, y Dios los trata como a hijos: ¿a qué hijo no lo corrige su padre?
Ninguna corrección nos alegra en el momento, más bien duele; pero con el tiempo, si nos dejamos instruir, traerá frutos de paz y de santidad.
Por lo tanto, levanten las manos caídas y fortalezcan las rodillas que tiemblan,
enderecen los caminos tortuosos por donde han de pasar, para que el cojo no se pierda y más bien se mejore.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico. Asamblea Eucarística. México