El día quinto del mes, el año quinto de la deportación del rey Joaquim,
la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar.
Yo miré: un viento huracanado venía del norte. Vi una gran nube: En medio de ella un fuego ardiente irradiaba luz, y el centro era como de metal incandescente.
En medio del fuego había cuatro seres vivos. Tenían la misma forma:
Oí entonces el ruido de sus alas, como el ruido de aguas caudalosas, como la voz del Dios Todopoderoso. Cuando caminaban se sentía un ruido como de tempestad, como el estruendo de una multitud; cuando se detenían replegaban sus alas.
Un ruido se oía desde la plataforma que estaba encima de sus cabezas.
Sobre ésta se veía como una piedra de zafiro en forma de trono y, en esta forma de trono, a un ser que tenía una apariencia humana en su parte superior.
Lo vi como rodeado de metal incandescente, de la cintura para arriba, y de la cintura para abajo, era un fuego que proyectaba luz.
La luz que lo rodeaba tenía el aspecto del arco iris que se ve en las nubes en los días de lluvia.
Esa visión era una imagen de la Gloria de Yavé, cuando lo vi me tiré de bruces al suelo; oí entonces una voz que me habló.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico : Asamblea Eucarística. México