Se acercó a mí uno de los siete ángeles de las siete copas llenas de las siete últimas plagas y me dijo: “Ven, que te voy a mostrar a la novia, a la esposa del Cordero.
Me trasladó en espíritu a un cerro muy grande y elevado y me mostró la Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba del cielo de junto a Dios,
envuelta en la gloria de Dios.
Resplandecía como piedra muy preciosa con el color del jaspe cristalino.
Tenía una muralla grande y alta con doce puertas, y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados, que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel.
Tres puertas dan a oriente y otras tres miran al norte; tres puertas al sur y otras tres al poniente.
La muralla de la ciudad descansa sobre doce bases en las que están escritos los nombres de los doce Apóstoles del Cordero.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México