De todas maneras, no me envió Cristo a bautizar, sino a proclamar el Evangelio. ¡Y no con discursos sofisticados! Pues entonces la cruz de Cristo ya no tendría sentido.
Porque el lenguaje de la cruz resulta una locura para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es poder de Dios.
Ya lo dijo la Escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios y haré fracasar la pericia de los instruidos.
Sabios, entendidos, teóricos de este mundo: ¡cómo quedan puestos! ¿Y la sabiduría de este mundo? Dios la dejó como loca.
Pues el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios cuando ponía por obra su sabiduría; entonces a Dios le pareció bien salvar a los creyentes con esta locura que predicamos.
Mientras los judíos piden milagros y los griegos buscan el saber,
nosotros proclamamos a un Mesías crucificado: para los judíos ¡qué escándalo! Y para los griegos ¡qué locura!
Pero para los que Dios ha llamado, judíos o griegos, este Mesías es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues las locuras de Dios tienen más sabiduría que los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México