El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida.
Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.
María se quedaba llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro
y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies.
Le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?” Les respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dijo: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.
Jesús le dijo: “María”. Ella se dio la vuelta y le dijo: “Rabboní”, que quiere decir “Maestro”.
Jesús le dijo: “Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.
María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: “He visto al Señor y me ha dicho esto.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico : Asamblea Eucarística. México