LLEVÁBAMOS UNA VIDA DESORDENADA, Y MI HIJO ADORABA A LA SANTA MUERTE, PERO AHORA SOMOS DE CRISTO

Padre José de Jesús:

Le quiero agradecer en primer lugar, la oportunidad que nos da a sus lectores de expresarnos en este espacio, y sobre todo de temas que considero que son muy importantes para nuestra vida y de la que leen estas cartas.

Es precisamente por eso que quiero compartir esto con todos los que leen esta sección para que no les vaya a pasar algo igual.

Yo provengo de una familia católica, y mis padres me inculcaron esto desde que yo era pequeño. Traté de llevar así la vida religiosa desde que me casé. Sin embargo, las contrariedades de la vida, me han llevado por caminos inusitados; ya que desde el principio, me involucré en la vida de los vicios, por lo que me llevó a tratar mal a mi esposa y a mis hijos.

Con el paso del tiempo, me cansé de esa vida que llevaba, y me acordé de los principios que me inculcó principalmente mi madre. Me acerqué a mi parroquia, y platiqué con mi párroco quien me atendió de maravilla; me dedicó todo el tiempo necesario, y me invitó a vivir un retiro de kerigma. Después de eso, toda mi vida cambió y fue totalmente otra.

Parecería que todo iba a estar bien; pero la mala vida que le di a mi esposa y a mis hijos, empezó a dar señales de vida, pues estuvimos a punto de divorciarnos, y mis hijos, dañados, se refugiaron en las drogas -obviamente nosotros no sabíamos- y cuando quisimos ayudarlos, ya era muy tarde. Además, uno de ellos, comenzó con actitudes muy extrañas de miedo, a decir que se escuchaban cosas extrañas en la casa, que veía cosas. Consulté a mi párroco y me dijo que probablemente se estaba metiendo en cosas de ocultismo o satanismo. Me aconsejó que revisara sus cosas para ver si había algo extraño. Así lo hice, y me encontré con una estatuilla de la llamada “santa muerte” y unos libros que supuestamente le rezan a la “Niña”. Eso, me dio mucho horror, y hasta ni quería tocarla. Le pregunté a mi hijo desde cuándo le rendía culto a esa estatua, y me dijo que hacía casi ya un año. No supe qué hacer. Lo único que se me ocurrió fue pedirle a mi párroco que si me iba a bendecir la casa, y de muy buena gana fue. Hizo una oración, y se llevó la estatuilla y los libros que tenía con referencia a eso. Nos dijo que quitáramos todo lo que dijera referencia a eso, y que lo quemáramos. Así fue, y además, nos invitó a vivir el kerigma. Mis hijos y mi esposa en un principio no querían ir, pero dadas las circunstancias que estábamos viviendo, aceptaron y también yo fui con ellos. Vivimos esa experiencia maravillosa como familia, y eso nos llevó a Cristo. Nos pedimos perdón y nos perdonamos. Y a partir de ese momento, nos entregamos completamente a Cristo en familia.

No sé lo que piensen de eso que les acabo de contar, pero sí les digo que mi vida y la de mi familia cambió a partir de que conocimos a Cristo, a pesar de que estábamos al borde del abismo y de entregarnos al mal. Ahora somos una familia unida, nos aceptamos, nos perdonamos y nos queremos.

Vivan el kerigma, dispónganse a esta experiencia maravillosa, y verán que Dios cambia su vida, pues él pagó por nosotros, para que seamos felices.

Padre José de Jesús, le agradezco este espacio, y espero que les sirva a los que lo lean.

Antonio

Antonio:

Tu testimonio me deja bien en claro que el proceso de conversión ha sido paulatino, y que con la perseverancia se puede alcanzar un estado de gracia no sólo personalmente, sino también para todos los que nos rodean.

De antemano, te agradezco haber escrito tu testimonio, pues eso, llevará a muchas personas que lo lean, a decidirse por vivir una experiencia inolvidable con Cristo, que transforma nuestras vidas cuando se le abre el corazón.

Además, también podemos ver las consecuencias tan graves que puede traer la desintegración familiar y el maltrato psicológico en la familia, a tal grado de llevar a la drogadicción y el involucramiento con el mal.

Lo que comentas de la llamada Santa Muerte, es un mal que se tiene ya desde hace varios años en nuestro país, y que además nos ha llevado a las consecuencias de la propia ignorancia pensando que se le está dando culto a una persona santa, mientras que lo único que se hace es darle culto al mal, y se cae en la idolatría. Ya decían los obispo de México que “esto no es un juego, ni la muerte es una deidad divina, detrás de ese culto hay algo diabólico y la gente debe tener mucho cuidado. Detrás de esto está el reino del maligno y la gente puede ser víctima de una posesión diabólica” (fuente: catholic.net).

Se trata de una superstición más, que en este caso se manifiesta dando características humanas y divinas a un fenómeno tan natural como la muerte, que no es ni una persona ni siquiera una cosa o fuerza. Podríamos definirla simplemente como el término de la vida.

“Esta falsa devoción la permite, favorece y promueve una agrupación no-católica que se autonombra “Iglesia Católica Tradicional MÉX-USA, Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús”. Es un grupo tradicionalista, que se opone a las reformas del Concilio Vaticano II y a la autoridad del Papa. Este grupo religioso no está en comunión con la Iglesia Católica ni con la Santa Sede, como podría desprenderse del nombre que ostenta. Ni tampoco son una congregación religiosa católica, como parece sugerir el nombre “Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús”. Sus ministros de culto no son sacerdotes católicos, y el arzobispo David Romo Guillén -lider del grupo- no es reconocido por el Papa Juan Pablo II. Hasta este momento ignoramos si son válidas sus ordenaciones sacerdotal y episcopal y quién las realizó” (fuente: Catholic.net)

Antonio, gracias por tu correo, y sigue adelante con tu familia, ya que estás en el camino del Señor, no te sueltes de Él.

P. José de Jesús Ibarra Andrade

ibandrade@yahoo.com