Comentario al numeral 200 del documento episcopal “Qué en Cristo nuestra paz México tenga vida digna”: Fomentar pensamientos de paz.
Por Juan Revilla
Día con día por la noche, los medios de comunicación promueven una gran cantidad de productos que permitirán al hombre vivir mejor, gozar la vida, que el placer de nuestra sexualidad llegue a su plenitud, prevenir el envejecimiento y enfermedades, pues estas son causas de infelicidad, millones de pesos gastan para estos comerciales, que después será cargado al recibo del comprador. Cuando ves un rato la televisión, algún programa que está pasando se puede contar la cantidad de programa contra la cantidad de comerciales que se ven, puedes contar hasta 30 comerciales de condones y productos para ser un súper hombre en la cama y viste 14 minutos de programa si es que no son sólo 10 minutos, puedes ver comerciales que adivinan el futuro y los astros en nuestra vida, tenis que te levantan las pompis “sólo caminando”, la gente adulta gozando de una salud cómo quinceañero por tomar ciertos medicamentos, hombres y mujeres con un súper cuerpo sin necesidad de ir al gimnasio, pero ni un solo pensamiento de paz, ohh si, creo que oí “dalai”.
Cuando el bebé ésta en el vientre de la madre no sólo absorbe las sustancias nutritivas de la madre, también el afecto de lo que lo rodea, escucha las voces y todo esto lo va asimilando, ese bebé es como un radar que todo escucha por mínimo que sea, pero ¿escucharía algún pensamiento de paz?, ¿sentiría algún sentimiento de paz?, es lo que me llamó la atención del documento del episcopado mexicano en el numeral 200, que hace referencia a fomentar sentimientos de paz y que en este momento transcribo textualmente su contenido empezando por una parte de él:
200. Introducir la racionalidad en nuestras actitudes no es suficiente. Debemos aprender también a serenar el mundo de los sentimientos, que acompañan nuestras opciones. En muchos ciudadanos y dirigentes políticos se alojan actitudes violentas como la demonización de quienes son
considerados adversarios, la pasión por eliminarlos del escenario público, el resentimiento por los agravios y las agresiones padecidas y la desconfianza que aísla e impide el acercamiento y reconocimiento mutuo.
Los sentimientos son la fuente de nuestra vida, cuando vemos actuar a una persona de tal modo, lo que observamos en él, es la expresión de sus sentimientos, cuando son adecuados a la ética y a la buena moral por lo regular se le dice que es una buena persona, los sentimientos hablaron por el cómo un hombre que refleja sentimientos de amor; en el numeral 200 toca a la parte política pues estos son los que constantemente nos muestran cómo ésta nuestra paria y mira que nos representan muy bien y sin embargo es más fácil sentir un sentimiento de paz por parte de una pandilla de chavos que de un político, ellos reflejan: la mentira, el abuso del poder, lo corriente del mexicano, el egoísmo, el desamor a la patria y el papel del zángano. ¿Por qué no hacen sentir sentimientos de paz?, pues por qué no los hay, el poder y el dinero corrompieron los sentimientos de nuestros representantes y de la misma manera sucede en nuestros matrimonios , no se refleja el sentimiento puro a la pareja, al esposo a la esposa, no hay amor, lealtad, fidelidad, honestidad, respeto, unidad, comprensión, compasión, sentimientos que por naturaleza el hombre ya tiene sembrados en su corazón pero no se han regado para que den fruto, den grandes cosechas de buenos sentimientos, no se a desparasitado la tierra donde han sido sembrados, entonces ¿qué sentimientos vamos a cosechar?, ¿qué resultados vamos a obtener?
El episcopado mexicano propone acciones para fomentar los buenos sentimientos, sentimientos que generen bienestar y paz al hombre mexicano que tanto necesitamos, a continuación trascribo textualmente las acciones propuestas por la Iglesia:
Nos comprometemos a:
a) Impulsar el desarrollo humano de las personas, en las familias y en las comunidades, que propicie la reconciliación de la propia afectividad, para que afloren sentimientos de paz que encaucen positivamente el potencial de agresividad que existe en todas las personas.
b) Desarrollar la indignación contra toda violencia presente en nosotros y en torno a nosotros. No podemos acostumbrarnos a la violencia ni asumirla como estilo de vida; ésta nos debe sorprender y nos tiene que llevar a la indignación que nos mueve a evitarla.
c) Expresar el amor a la paz. Es importante amar la paz, adherirse a ella de un modo espontáneo, disfrutarla y celebrarla cuando se tiene y también expresar el dolor y sufrimiento cuando nos vemos privados de ella.
d) Fomentar el sentido de pertenencia a la nación y el reconocimiento de que en nuestras diferencias está nuestra riqueza. Con nuestra nación se identifican nuestra familia y nuestros amigos; nuestros valores y nuestra cultura; nuestros recursos y la riqueza de nuestro entorno. Somos un solo pueblo, plural, diverso, pero un solo pueblo
Los mexicanos nos hemos acostumbrado a la violencia, a la tranza, a pensar sólo en nosotros, a darnos el placer a cómo de lugar y a vivir en un ambiente hostil, que importancia y reto es para las nuevas generaciones que desde el vientre de la madre le hagan sentir al bebé sentimientos de paz, de amor, de bondad, que difícil va ser para el gobierno cambiar los sentimientos del pueblo si sus medidas son sólo materiales, es tiempo ahora de permitir a la Iglesia como pastora del pueblo que ponga en marcha los programas que tiene planeados para fomentar esos sentimiento de paz tan anhelados, dejar que ponga en práctica las propuesta en la cual se compromete citadas anteriormente y así experimentar esos sentimientos que Dios ya nos ha dado. La doctrina social de la Iglesia, tiene unas palabras en su parte introductoria que a mí me sacudieron cuando las leí, aunque parecen más que palabras produjeron un sentimiento de esperanza que desde entonces vivo y cito textualmente:
“transformar la realidad social por la fuerza del Evangelio, testimoniado por hombres y mujeres fieles a Cristo Jesús”
Amigos quienes estamos en contacto con la evangelización, somos testigos que el anuncio del evangelio al hermano es capaz de transformar toda su vida, un cambio de 360 grados es lo que ocasiona, un trastorno total en su ser para bien, afloran los sentimientos buenos y los deseos de paz, exterior e interior, “no más guerra, no más peleas, no más, estamos cansados, buscamos paz y el contacto con Jesús lo hace posible, esperemos que estas acciones de la Iglesia pronto lleguen al pueblo tan necesitados de sentimientos de paz, que con la acción de la Iglesia nuestras comunidades sientan esos sentimientos, qué la indignación por una vida contraria sea un reproche constante a nuestros gobernantes y que el amor al país vuelva a manifestarse, no sólo en un mundial, sino diariamente.