Los comienzos de un predicador. IV parte y última.
Por Juan Revilla
En su afán de predicar, se hizo la idea de que tenía que orar por alguien que no conocía, pero descubrió el verdadero sentido de la oración cuando a él le embargaba la paz y era posible que él pudiese renunciar así mismo para pedir por otro, había dejado parte de un egoísmo personal, pero lo más importante es que sintió en su oración la presencia de Dios, no experimentó el vacío de las palabras, sino la presencia de ese Dios que va moldeando a uno que quiere ser predicador.
Raúl comenzó a crecer como predicador sin predicar mucho y pudo captar algo muy valioso participando en un retiro, donde él no predicó, observo a un predicador de 50 años, manejando el valor de los sacramentos, en unas platicas para recibir uno de los sacramentos de la Iglesia, una gran sapiencia de la doctrina de la Iglesia, fiel al catecismo de la Iglesia católica, seguro de pertenecer a una Iglesia católica y respetuoso de sus dirigentes, este predicador no divagaba al contrario sabía perfectamente bien lo que sucedía a su entorno, la plática la iba adaptando a lo que la gente vivía a diario, la gente estaba muy atenta, cierto es que este hombre, combinaba un estilo elocuente pero con una gran dinámica en la predicación, estaba ante un predicador muy fogoso pero con una gran coherencia de conversión que compartió con los participantes del retiro.
En seguida participo otro predicador que él no había visto, de unos 45 años, un gran dominio del tema , una excelente recreación de la predicación , se veía en su predicación que estaba disfrutándola, había salido del santísimo unos minutos antes de predicar y le llamo la atención de que dio un fuerte suspiro, movió su cuerpo y con una sonrisa muy amplia empezó a dirigirse donde estaba predicando, combino, la sagrada escritura, documentos de la Iglesia, situaciones de acontecimientos del país, ese tipo de predicación Raúl no conocía, se veía como todos los otros predicadores que todos eran auténticos cada uno con un estilo propio desde su amigo Eduardo hasta este predicador, se sentía que esa fuerza del Espíritu Santo los tomaba.
Raúl se puso muy contento; descubrió que la predicación es verdaderamente una gracia de Dios, un mar se abría ante él y que para lograr que Dios los tome como instrumentos de su misión, era necesario dejarse moldear por el maestro de la predicación el verbo encarnado. Raúl ya no se presionó por predicar, se entrego a la sagrada escritura, a la doctrina de la Iglesia católica y a su estructura, se hizo un hombre observador de lo que pasaba en el mundo y en una oración plena hacía el prójimo y alimentado con la eucaristía.
Raúl logro su objetivo, hoy es un predicador muy fogoso y con un conocimiento amplio de la escritura y de la Iglesia, respetuoso de la vida, un adorador del Cristo sacramentado y un hombre en plena conversión.
Amigos predicar no es fácil, es fácil aprenderte un tema y darlo, pero la realidad es que no es así, un predicador que no conoce la palabra de Dios es un predicador a medias, un predicador que no ora, es un predicador que no tiene peso espiritual, un predicador sin alimento de Cristo eucaristía es un predicador muerto, un predicador que no está bien compenetrado con la Iglesia es un predicador itinerante que sólo responde de él, un predicador que proclama sólo bonitas palabras pero que no las hace vida, es un predicador que no conoce a Dios.
Aon los comienzos y Dios se encarga de alimentar y enseñar a su elegido, una carrera por delante de sacrificios, trabajo y dedicación le espera al que quiera ser mensajero de la palabra de Dios, pero la obra la va a culminar Jesús, cuando ya éste listo, entonces será enviado y el Espíritu Santo obrara en él si Dios quiere será participe de que muchas almas se salven. Diario se aprende como predicador, predicador que vive con intensidad y valor su nombre encontrará en el libro de la vida.