VII .- EZEQUIEL: LA CONVERSION A CADA INSTANTE.
También Ezequiel llama a los israelitas a la conversión (Ez. 14, 6). A la par que Jeremías, él sabe que esta conversión debe ser radical y “exige un corazón. y un espíritu nuevo” (Ez. 18, 31 – 32), que son, don gratuito de Dios (Ez. 11, 1 – 9 -1 18, 31 – 32; 36, 26),, viviendo con los exiliados en medio de los paganos de Babilonia, sin el socorro ni el apoyo de una estructura nacional religiosa, sin una cornisa cultural ni templo, Ezequiel debe ser para su pueblo un centinela, un pastor de almas vigilante y exigente, (Ez. 3, 19 – 20).
La conversión (debe ser un cambio interior, una orientación (le toda la vida personal pero debe informar todos los actos concretos de Israel que en un ambiente pagano tienen el deber de afirmar su solidaridad nacional y religiosa, Estos son los dones grandes preceptos del capítulo 18 y 33, cada persona debe convertirse (Ez. 18, 21 – 27; 33, g. 11. 12. 14) y esto exige actos cultuales, sociales y morales conforme la ley que es expresión de la voluntad de Dios, no levantar los ojos hacia los ídolos, no contaminar la mujer ajena, darle de comer al hambriento,
VIII.- UNIVERSALIDAD DE LA CONVERSION
Durante el exilio el mensaje de Oseas y de jeremías encuentra un eco potente en (11 autor del libro de la consolación de Israel. (Isaías, 40, 55); la fuente de la consolación es Jahvé que ha creado Israel, Él es el defensor y el libertador, El profeta insiste pues sobre el aspecto positivo de la conversión, este es: la orientación hacia Dios que por primera vez se ha dirigido hacia Israel, Dios en realidad hace entender sus promesas con su palabra eficaz que “no regresa jamás sin fruto” (Isaías 55, 10 – 1 l).
Antes que él mismo regrese al templo al fin del exilio Is. 52,8 por aquella nueva alianza que supone la conversión del corazón, (Is. 44, 22: 45, 22; 55, 3-6); pero sobrepasando al mismo Israel, se dirige a todos los pueblos (Isaías 45, 22; Confrontar 49,1-6; 54,1-5); Israel siervo de Dios ha recibido de hecho la misión de ser su testimonio en medio de los otros pueblos (Is. 41, 9;,42, 19; 43, 10, 12. ‘ 21; 44, 8).
IX.- LA CONVERSION EN EL PENSAMIENTO JUDAICO DESPUES DEL EXILIO
El pensamiento judaico del post exilio no enriquece mucho el tema de la conversión pero se limita a conservar las ideas magistrales que han sido siempre explicadas y logradas poco a poco; convertirse es un acto interior que debe llegar al corazón. (Malaquías 3, 7; Daniel 9. 4 – 9~, Tobías 1 13, 16; 14, 6; Salmo 51, 12 – 13; 2s 1, 3-6; Gálatas 2, 12-13).
La conversión es una creación nueva obra de Dios, (Salmo 51, 12 – 13) pero es su misión a la voluntad y exige el cumplimiento (de la ley (Isaías 58, 6 – 11; Nehemías 9, 29; Levítico 26, 40 – 46). “Buscar a Dios” equivale a `estudiar la ley”, (Salmo 119, 2, 10); es un acto personal, la conversión es exigida a todo el pueblo que debe expresarla comunitariamente con sus ritos (Zacarías 7, 3 – 5; 8, 19; Crónicas 30, 6 – 9; Job. 3, 8 -10); una vez convertido Israel debe ser un testimonio de conversión para los otros pueblos (Isaías 56, 6 – 7; Zacarías 8, 23).
La conversión puede ahora preparar a un a gran, manifestación salvífica de Dios (Dt. 4, 30; Isaías 59, :20; 2,5, 6 -1 l).
X.- EL MENSAJE DE JUAN BAUSTISTA
La manifestación histórica del misterio de la salvación es inminente, hace más grave y más urgente la conversión total. Tal es el mensaje de Juan Bautista que aparece, que abre el Nuevo Testamento precisando la llamada de los hombres, precisando la llamada de los últimos profetas, “Juan apareció en el desierto para bautizar y predicar un bautismo (le penitencia para la remisión de los pecados” (Mc. 1, 4 Confrontar Mateo 3, 2; Le. 3, 3; Hechos 13, 24; 19, 4)~
El Reino de Dios y su juicio están por venir, el resultado es que para los hombres hay un deber, la conversión total a Dios, (metanoia) Les conviene volverse hacia Dios porque el Dios potente se vuelve hacia los hombres. La invitación ha sido lanzada a todos no solamente a los pecadores públicos. Le. 3, 12 – 13 a los, paganos (Lc. 3, 14); sino también a los piadosos judíos (Mt. 3, 17 – 18). La conversión interior debe traducirse en hechos Mateo 3, 8; Le. 3, 8 para ser vida de justicia y de amor según la voluntad de Dios Lc. 3,10-14.
Para Juan Bautista la apreciación del regreso a Dios. “Supone el bautismo de penitencia” (Mc. 1, 4; Hechos 13, 24; 19, 4) ritual que establece una comunidad entre Dios y aquellos que esperan la venida de su regalidad.
XI.- El MENSAJE DE JESÚS
No obstante las apariencias (Mt. 4, 17 confrontar Mc.1, 15) Jesús no se limita a repartir la llamada del bautista, un hecho nuevo cambia toda la situación, la realidad de la Realidad de Dios se encarna en su persona; la conversión es el comportamiento que el hombre debe tomar de frente a esta nueva situación por esto Marcos añade: “Creed en el Evangelio” es decir en la Revelación del Reino de Dios presentada en la persona y en el mensaje de Jesús. Este es el significado del bautismo de Jesús; que precede inmediatamente a este anuncio en el momento mismo en el cual Jesús se somete al bautismo de Juan Bautista, Dios lo revela como aquel que lleva la potencia del Espíritu y abre la Era de la Salvación “Tú eres mí hijo predilecto en ti me complazco” (Lc. 3, 22).
Más aún la conversión es el camino que Jesús indica en su ser, en su mensaje, en sus milagros, lo que deja atrás, a gran distancia todas las otras conversiones (Mt. 11, 20-21, 12, 41; Le, 10, 23; 31). “En verdad os digo, si vosotros no os convertís, no os volvéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos” Mt. 18, 3 Confrontar Mc. 9, 33).
Convertirse es pues volverse otro hombre, encontrarse en el propio estado de pobreza espiritual, es necesario ser como Cristo, el Siervo disponible, el hijo del Hombre no ha venido para ser servido sino para servir y dar su vida en redención de muchos. (Mt. 20, 28; Lc. 22, 25 – 27); es necesario pues tender hacía el solo amor que recoge y unifica (Mt. 6, 22; Le, 11, 34).
Toda una persona y una vida en ¡a sumisión a la voluntad de¡ Padre, significa pues, ser coherente en todo; la propia vida con las acciones de Dios en favor de los hombres; aceptar el plano de salvación de Dios bajo este aspecto la fe es la forma positiva de la conversión (Mc. 1, 15). Sin dejar de ser una exigencia, la conversión es un don de Dios que da a los hombres aquello que ellos no pueden darse a sí mismos Mc. 10, 27); a este punto surge el Bautismo en el Espíritu prometido por Cristo, después de ser constituido el Señor (KYRIOS) por la Resurrección.
XII EL MENSAJE CRISTIANO PRIMITIVO
Cuando todavía Cristo estaba entre nosotros, los discípulos salieron a proclamar el mensaje, de la conversión (Lc. 24, 47). Esta es la misión apostólica que nos describen los Hechos de los apóstoles (Hechos 2, 30; 3, 19; 5, 31; 8, 22; 11, 18; 17, 30; 20, 2 1; 26) 20) y según (Hebreos 6, 1) la enseñanza del “arrepentimiento de los pecados” formaba parte de la primera catequesis cristiana.
¿En qué consiste esta conversión? La conversión tiene- dos aspectos uno negativo dejar de hacer el mal (Hechos 3, 26; 8, 22 Hebreos 6, 1; Ap. 2, 22; 9, 20 – 21; 16, 11) y otro positivo retornar al Dios vivo (Hechos 20, 21; 26, 210; 1 Pedro 2, 25; Ap. 16, g). Es un deber del hombre (Hechos 12, 38; 3, 19; 8, 22; 17, 30; 26, 20), pero es también un don de Dios (Hechos 5, 31; Confrontar 3, 26; 11, 18). La conversión tiene todas las características que la prédica de Jesús le había dado. Es una torna de posición con respecto a la salvación actuada del Reino de Dios, (le donde se desprenden su seriedad y su aspecto decisivo (Hechos 3, 19; 17, 30 – 31), La conversión es “cristocéntrica” porque esta impregnada de la revelación histórica de la salvación en la persona de Cristo, por- eso se hace un acto de fe (Hechos 5, 31; 10, 42; 17, 30 – 31). La salvación que se ofrece es universal (Hechos 11, 18; 17, 30; 20, 21; 26, 20, Confrontar 11, 21; 14, ’15; 15, 3; Lc. 24, 47; 1 Tes. 1, 9; 11 Pedro 3, 9) siendo esto una tarea misionera para la comunidad cristiana. La conversión se hace eficaz por el bautismo prometido por Jesús, en el que Dios infunde su Espíritu (Hechos 10,45) la vida nueva (Hch. 11, 15-18).
XIII.- LA CONVERSION SEGÚN LA TEOLOGIA DE SAN PABLO
San Pablo usa muy poco el término “conversión” sin embargo le da el mismo valor del mensaje primitivo. La conversión es la meta donde Dios conduce a los hombres antes del Juicio Final (Rom. 2,4-6). Dios se dirige al hombre para llamarlo hacia sí (1Tes 1, 9; 2 Cor 7, 9-10). Porque es el que da al hombre la posibilidad de convertirse (2 Tim 2, 25); de romper con el pecado (2 Cor. 12, 21; Gálatas 4, 9) y vivir según el Espíritu (2 Cor. 3, 16 ).
Las relaciones nuevas establecidas por Cristo entre Dios y los hombres determinan la conversión que para Pablo, es el acto concreto por el cual participamos en la muerte y resurrección de Cristo. El mensaje cristiano primitivo era un testimonio de la resurrección de Jesús en cuanto oponía la muerte de Cristo perpetrada por los judíos, a la resurrección obrada por Dios. (Hechos 2, 23-24; 3, 13 – 15; 4, 10; 5, 30; 10, 139 – 40; 13, 29 – 30). Muy pronto el mensaje se sirve de las Escrituras, sobre todo de Isaías 53 y del recuerdo de las predicciones de Jesús sobre la pasión, para anunciar el valor redentor de la muerte del Cristo y la esperanza del retorno del Resucitado, como Señor y Juez, El Siervo de Dios se ha convertido en el Señor (KYRIOS) con la resurrección. (Hebreos 3,13-15-1 1 Cor. 15,3-4; 1Cor15, 13-4; Rom, 5, 9-10; 14,9).
La conversión es pues participación en el misterio de Cristo, en su muerte que obra el perdón de los pecados y exige nuestra separación del mal, participación en su Resurrección, que nos da el Espíritu y debe traducirse en una vida para Dios (1 Tes. 5, 10; Col 2,12 – 14; 3, 3 – 4). El Bautismo es la señal de esta participación:
“Nosotros que hemos muerto al pecado ¿cómo podremos vivir todavía en él? ¿ignoráis acaso que todos nosotros bautizados en Jesucristo, hemos sido bautizados con su muerte, por lo tanto hemos sido sepultados con Él en su muerte mediante el bautismo, para que como Cristo ha resucitado entre los muertos por la Gloria del Padre, nosotros también podamos caminar en la vida nueva…
Así también vosotros, pensad que habéis muerto al pecado y que debéis vivir para Dios en Cristo Jesús” (Rom. 6, 2 – 4: 1 l),
La idea de conversión en San Pablo, se expresa también con una antinomia: “Carne -Espíritu” que no es la antinomia filosófica, cuerpo y alma, sino que es la oposición religiosa entre el hombre abandonado a sus propias fuerzas incluidas las espirituales., y el hombre que por don de Dios, participa de la potencia renovadora del Creador. La «carne” es, toda la vida del hombre encausada a Una vida puramente terrena con todas sus debilidades 51 fragilidad (Rom, 7, 5; 8, 8-9) abandonado a sí mismo (1 Cor. 15, 50) el hombre es “carne” delante de Dios, esto es nada delante de la trascendencia divina (Isaías 31, 3; Salino 104, 29).El hombre según la “carne” se limita a lo visible y se apega a la ley (Rom, 7, 25); a la letra (2 Cor. 111, 6 – 7); a los principios elementales (Gálatas 4, 3, 9; Col. 2, 8, 20). Pero su debilidad no le permite ni siquiera satisfacer las exigencias de la ley `la sabiduría según la carne” no es en el fondo sitio locura qUe nos hace ciegos a la “Sabiduría de Dios” ( 11 Cor. 1 – 2 especialmente 1, 2021, 26). Es la derrota del hombre que abandonado a sí mismo no puede sino terminar en el pecado (Rom. 7, 25) y por consecuencia en aquella muerte real (Rom. 8, 6) que es la separación de Dios, Vivir según la carne es confiar en las propias fuerzas para salvarse (Rom. 2, 29; 7, .25) es glorificarse personalmente delante del Señor en vez de acoger al Espíritu en el propio corazón (1 Cor.1, 21-23;4,7;`13,3; 2 Cor, 11, 30; 12, 9; Rom. 2,19, 23; 3,27; Gal. 6, 13; Ef. 2, 3).
La conversión cambia totalmente estos conceptos no se puede sino gloriarse en el Señor (Rom. 2,17;5, 2-3; 15,17;2 Cor.10,17; Fil. 3,3).
Sólo debemos glorificarnos de la propia debilidad (2 Cor, 11, 30; 12, 9 Confrontar Gálatas 6, 14; Rom. 5, ’11). La justificación es gratuita (Rom. 3, 24; 5, 1; Efesios 2, 8; Tit. 3, 7) no viene de las obras del hombre sino por la fe y la participación en el Misterio de Cristo (Gálatas 3,8.24; Rom. 3, 20. 26. 28. 30; 4,2).
San Pablo hace notar que esta conversión de Siervo a Señor se da en la vida de Cristo, quien apareció en la carne justificado en el Espíritu. (1Tim. 3, 16; Confrontar Rom. 1, 3-4) oponiendo así los dos períodos de su vida: El de “Cristo -Siervo” que se ha hecho pecado por nosotros, siendo así que el no conocía el pecado (2 Cor. 5, 21; Rom. 8, 3 – 4) y el “Cristo – Señor” que puede comunicar el Espíritu (Fil. 2, 7 – 1 l).
Nuestra conversión es la participación real en esta conversión del ser de Cristo: No debemos vivir según )a “Carne sino según el “Espíritu” (Rom. 8, 4 Confrontar Gálatas 4, 5-6),
El espíritu es el principio (de vida en el mundo divino. Por eso San Pablo llama esta conversión corno “Nueva Creación” (2 Cor. 5, 17; Gálatas 6, 15; Efesios 2, 15; 4, 24; Col. 3, 10). Es la destrucción del “hombre viejo” la creación del “hombre nuevo” (Rom. 6, 6; Col, 3, 9 – 10; Efesios 2, 15; 4, 24). Es renacer como dice en Tito 3, 5: “Dios ha salvado… mediante el bautismo haciéndonos una nueva criatura”
El pasaje “muerte – vida” realizado por la persona histórica de Cristo re refleja en cada uno de nosotros mediante el bautismo (Gal. 3,27; Rom. 6, 3 – 5; Col. 2, 12) se renueva en la recepción del Cuerpo y la, Sangre del Señor (1Cor. 10, 16 – 21; 11, 17 – 29).
Por esta unión, de cada uno a la persona de Cristo, nos constituimos en el “Cuerpo de Cristo”, y la unidad del mundo en la Liturgia de Alabanza al Padre: tal es el efecto último de la conversión (1 Cor. 12; Col. 1, 16; Efesios 2, 20-23).
Esta conversión debe orientar toda la vida del cristiano. Pablo nos insiste en la conclusión de todas sus cartas: “Los convertidos son hombres de la 1uz no de las tinieblas” ( 1 Tes. 5, 5-, Rom. 13, 12) ellos deben estar vigilantes y no dormir (Tes. 5, 6, Rom. 13, 11; Col. 4, 2); deben armarse para el combate espiritual ( 1 Tes. 5, 8; Cor, 13, 13; Efesios 6, 14-17). Deben ratificar la marcha y acelerar la carrera ( 1 Cor. 9, 24; Fil. 3, 17); rechazar todos los vicios (1Tes5; Rom. 12, 13; Gal. 5, 18; 6, 10; Efesios 4, 5 – 6; Fil, 3, 17-21; 4, 9; Col 3, 1- 6.
“La conversión es de veras una tarea para toda la vida como exigencia del Espíritu nos hace semejantes a Cristo imagen de Dios para Alabanza y Gloria del Padre”.
XIV.- El PENSAMIENTO DE JUAN
San Juan no usa jamás la palabra conversión, pero la idea se encuentra en las antinomias inundo.. Dios; mentira-verdad; tinieblas-luz. Juan afirma de hecho que es necesario “renacer” y que este nuevo nacimiento viene de lo alto (Jn. 3, 3-5). Encontramos aquí la oposición Paulina “Carne- Espíritu”. El hombre, como es, está separado de la salvación, no hay para él ninguna posibilidad de entrar en la familia divina, “Lo que es generado por la carne es carne y aquel que nace del Espíritu es espíritu” (Jn. 3, 6). Es entonces necesario recibir el Espíritu, que supone la fe y el bautismo (Jn. 3, S. 7-8). Entonces se realiza la conversión: no se es más del “mundo”, aunque se está en el mundo (Jn. 8,23; 15,19; 17,14 1 In. 2, 15.19; 4, 4-5), se “es de Díos” (Jn. 8, 47; 1 Jn.4, 4-6; 15, 1 g), “del Padre« (1 Jn. 2,16), “De la verdad” (Jn. 8,37), Se es “generado por Dios” (Jn. 3, 6-8), Se es entonces de lo “alto” y no de “abajo” (Jn. 8, 23).
El hombre queda así atrapado en el dilema o de la carne o del mundo, el hombre abandonado a sus propias fuerzas en un mundo corrompido en donde reina el pecado; o el espíritu nueva posibilidad de ser que Dios ofrece al hombre para conocer “a verdad y la vida” (Jn. 3, 6-8; 4, 23-24; 6,63; 14> 17; 15,26). La conversión comienza con la decisión de crecer en la persona de Cristo (Jn. 1, 12; 3,11; 3,18. 36; 4, 38-41, 6,69; 16,30; 20,31 ); y se desarrolla en el amor. (J n. 13, 32-34;17, 26; 1 Jn. 2, 3-5; 3, 10.16; 8,23; 4,9,12; 5,2). La conversión reproduce el mismo misterio de la encarnación. La fe de hecho, responde a dar testimonio de Jesús (Jn. 3,11, 32; 15,27; 1 Jn. 1, 2). Que desde toda la eternidad a “visto” (Jn. 3,11; 5,19;8,38). Y conocido al Padre, (Jn. 3—32; 5,30;8,26,28.40).
La conversión es en síntesis la transformación del hombre entregado al pecado a la mentira, a la condenación y a la muerte mediante la participación a la vida misma del Hijo de Dios que “se ha Encarnado ” para que cada criatura encuentre la “Gloria de Dios” (Jn1,1-18; 13,21;14,13) ; mediante el poder del espíritu (Jn. 16,315).