V.- ISAIAS LA CONVERSION ES CONFIANZA INCONDICIONAL EN DIOS
El año de la muerte del rey Oseas 740, Isaías recibió esta misión; haz torpe el corazón de este pueblo y duro de oídos y págale a los ojos, no sea que vea con sus ojos y oiga con sus oídos y entienda con su corazón y se convierta y yo le cure. (Isaías 6,10).
La conversión es pues posible, la salvación de los hombres de Israel que los castigos premonitores no han convertido ()salas 9, 12 Confrontar con Amós y Oseas). El profeta no debe dejarse turbar por los oscuros acontecimientos de la Historia Sagrada. Él tiene la misión de mostrar en este período angustioso que solamente la confianza incondicional en Dios permite el verdadero retorno al Señor de Israel. Si los reyes de (sraé1 y de Siria suben contra Jerusalén es en Dios, no en los bastiones ni en las reservas de agua que es necesario poner la Fe; “Si no tenéis Fe, no podréis subsistir” (Isaías 7, 9ib). Se acerca Senaquerib con su formidable armada contra la pequeña capital; ¡salas afirma, “el Señor de, los ejércitos protegerá Jerusalén, protegerá, salvará, defenderá, libertará, retornad a Él como quien sale del abismo que lo separa OH Dios de Israel”, (Isaías 31, 5 -E; Confrontar 9, 12). La conversión es pues fe en Jahvé, fe incondicional en su fuerza, en su potencia, en su fidelidad. Por haberlo desconocido, por no reconocer esta fe en Jahvé el exilio será su castigo. Tal es el mensaje que comporta el nombre simbólico que Isaías da al hijo por orden de Dios. “Un resto regresará a Israel y los sobrevivientes de la casa de Jacob retornarán al Dios fuerte”; (Isaías 10, 2,0 – 21). En este nombre de hecho, no obstante la promesa que contiene, el acento está puesto sobre el castigo, sólo un resto regresará (Isaías l0, 22) del exilio, volviéndose a Jahvé su Dios vivo.
VI.- JEREMIAS: LA CONVERSION ES RONIPIER CON EL PASADO Y RECIBIR UN CORAZON NUEVO
Un siglo más tarde, en las aflicciones de la guerra y del exilio, Jeremías, es el heraldo tímido, a la vez lleno de coraje de la palabra de Dios, ninguno mejor que este hombre sensible ha puesto a la luz aquello que se refiere a la conversión auténtica.
Convertirse es antes que nada romper con todo aquello que lo separa de Dios, primero Jeremías constituye el Verbo “Shub” con la preposición de alejamiento “Min” es necesario pues dejar la vía mala, la vía del pecado que aleja del Señor, esto presupone la confesión de los pecados (Jeremías 15, 7 ; 18, 11; 23, 14 – 22; 25, 5 ; 26, 3; 35, 15; 36, 3 – 7; 44, S).
Una semejante ruptura debe realizarla dada uno por propia cuenta, para que la nación se convierta es necesario que cada uno ampute y corte tallos y raíces en su vida personal, también Jeremías crea la nueva fórmula, cada uno arrepiéntase de su vida perversa (Jeremías 18, 11; 123, 14 – 22; 25, 5; 35, 15; 36, 3).
La conversión es ruptura porque sólo nos debemos aferrar más; solidariamente a Dios, por esto Jeremías reclama la conversión del corazón, para un semita el corazón no es símbolo de los afectos sino la surgente del pensamiento y de la voluntad de la penetración más profunda y de la decisión más firme, la conversión debe ser pues radical, llegar al centro mismo de la personalidad (Jr. 31, 18 – 19; 31, 40).
Tal conversión es de hecho tina nueva creación que puede venir sólo por iniciativa de Dios, un libre acto de la potencia de Dios y al mismo tiempo una auténtica decisión del hombre, he aquí lo que constituye el misterio de esta verdadera conversión ”les dará un corazón para conocer que soy su Señor y serán mí pueblo y yo será su Dios porque regresarán a mí con todo su corazón” (Jr. 24, 7 Cfr 29, 13 – 14; 31, 18 –20; 31 ss; 32, 40).
Estas ideas podrían estar al origen del juego de palabras de “hazme regresar y yo regresaré”. Dios mismo debe obrar la conversión si se quiere que ésta sea eficaz en el hombre y haga salir al pueblo del exilio para retornar al camino del destierro y recomenzar la aventura del Pueblo de Dios.
