II.- AMÓS: LA CONVERSIÓN CUESTIÓN DE VIDA O MUERTE.
El peligro de estas liturgias penitenciales es de perder su inspiración original, el rito religioso corría, el peligro de convertirse y de hecho se convirtió en una simple práctica, una especie de medio mágico para alejar la desgracia, surgen entonces los profetas para reconocer las condiciones de una conversión auténtica, bajo el reino de Jeroboan II (783 – 743). Dios habla por boca de Amos, el profeta de la amenaza, todo era calmo todo estaba tranquilo, próspero, el lujo triunfaba en las cortes de Samaría cuando llegó el profeta venido del Sur sin ningún derecho humano para hablar, él tiene el único deber implacable, dejar pasar a través de sí la palabra de Dios. Y se yergue contra las solemnidades de las ceremonias culturales que contrastan las injusticias sociales y la opresión de las obras. “La Justicia y el derecho” no son observados por eso el juicio de Dios ha sido decidido, vendrá el castigo, no habrá reconsideración, por parte de Dios, este es el ritornelo, repetido 8 veces en todo el primer canto: “No revocará el decreto “ (Amos 1, 3. 6. 9. 11. 13; 2, 1. 4. 6) a este ritornelo corresponde este otro: “no habéis vuelto a Mí« (Amos 4, 6. 9. 10. 1 l),
Dios no revocará su decisión porque no obstante, el hambre, la sequía, la sed y la peste no han regresado a Él. El profeta no les hecha en cara el no haber cumplido los ritos penitenciales, parece más bien, indicar que lo han practicado y con bastante profusión (Amos 4, 4; 5, S. 21) ¿Pero esto es conversión? La conversión verdadera exige un cambio de vida que ponga fin a las injusticias que permite encontrar a Dios Buscadme y viviréis: (Amos 4, 5- 6), la conversión es una cuestión de vida o muerte.