Comentario al numeral número 198 del documento “Que en Cristo nuestra paz México tenga vida digna”
Por Juan Revilla
Dos guerras mundiales y sus consecuencias, bastarían para que el hombre evitara no volver a sentir y experimentar los estragos de la misma, los horrores, el dolor y la muerte sólo son algunos reflejos, si agregamos la pobreza y las pérdidas materiales y el duro golpe a la dignidad del hombre, antes de pensar en guerra por los dirigentes de un país, preferible sería morir.
El episcopado mexicano CEM en el documento “Que en Cristo nuestra paz México tenga vida digna”, analiza profundamente la necesidad que en nuestro país se recupere la paz y la seguridad que cada vez ésta más diezmada, la violencia que ha reinado en los últimos años y el alto índice de inseguridad, las pérdidas humanas y materiales ha hecho que los mexicanos vivamos en la zozobra, angustia, pobreza, dolor, unos cuantos se han adueñado del país, armas e instrumentos más sofisticados entran al país.
Un fenómeno (la guerra) que influye en toda la vida del país, en sus habitantes y en su cultura; el numeral número 198 y que se refiere al punto dos: “Educación para la paz”, nos despliega una excelente alternativa para cambiar el rumbo del país ahora a través de la Iglesia, recordemos que en el papado del papa Juan XXIII, la famosa guerra fría se mantuvo por años en el corazón de los hombres, el miedo, el temor y la incitación de otros a la guerra, tenía a aquellos hermanos con la infelicidad más grande que se pudiese imaginar, Juan XXIII movido por el Espíritu Santo en su papado sólo tuvo un objetivo; “La paz”, y cuando a punto de estallar la III guerra mundial, donde habían quedado atrapados los poderosos en sus mismas estructuras militares y sin salida, Juan XXIII surge como ese intermediario para lanzar también el ultimátum de Dios “Queremos paz”, Dios dobla el corazón del hombre y renuncian a la guerra la Unión Soviética y los Estados Unidos, tiempo más tarde Juan XXII nos deja su legado, la encíclica “Paz en la tierra”, hoy México también quiere paz, muchos hermanos han pagado las consecuencias y el desprecio a la vida del mexicano que vale sólo: hierba, coca, drogas sintéticas, trata de blancas, prostitución y placer, pero a costa del dolor ajeno, a costa del dinero ajeno, a costa del mismo hombre. Cito el numeral 198 tal cuál:
“198. La superación de la violencia sólo será posible con el hábil uso de herramientas que se consiguen con la educación y que capacitan para hablar un lenguaje de paz. Estas herramientas son: el testimonio, la fuerza moral, la razón
y la palabra. Si queremos responder al mal con la fuerza del bien, tenemos que educarnos para la paz; esto significa sacar desde dentro, desde lo más íntimo, desde nuestra mente y desde nuestro corazón, pensamientos y sentimientos
de paz que se expresen a través de un lenguaje y de gestos de paz. Con estas herramientas primordiales para la consolidación de un estilo de vida, podremos impregnar la sociedad con los valores y principios de la paz”.
Esto fue lo que me atrajo, un nuevo lenguaje “paz” Is 57, 19, sólo con educación señala el documento, oí una frase muy trillada “con la educación lo podemos hacer” Éx 13, 8, cambio mi panorama, los mexicanos debemos educarnos en la paz Jer 33, 6, cierto no hay ese tipo de educación sólo sentimientos de grandeza y de conocimientos, pero no de paz, “testimonio, la fuerza moral, la razón y la palabra. Si queremos responder al mal con la fuerza del bien, tenemos que educarnos para la paz” palabras que encierran un enorme cumulo de sabiduría que los mexicanos no las reflejamos: el papá y la mamá son violentos, como quiero que mis hijos hablen y sepan de paz, mis vecinos son violentos, como espero que en mi calle haya paz, como se les exige a los niños que no peleen sino ven paz entre los mayores Lev 26, 6; testimonio nos falta al mexicano, hacemos cosas indebidas, robamos, mentimos, agredimos, levantamos falsos contra otros, no controlamos nuestros instintos y maldecimos, hay unos ojos y oídos muy al pendiente de la moral del hombre “el hijo”, imita perfectamente al papá y a la mamá Gen 4, 7.
La falta de escuchar y meditar lo que hacemos, nos pone en riesgo de cometer acciones que después son lamentablemente irreversibles, mi razón sobre todas las demás ha hecho que pasemos sobre los derechos de los demás mexicanos, mi única razón, mis intereses, lo mío, así nuestros hijos los enseñamos a que sean egoístas, ególatras, a que logren todo sobre quién sea, exigimos que nuestros hijos escuchen razones y somos los que educamos a estos pequeños a no saber de razones 2 Cor 10, 5.
La palabra de Dios, la hemos hecho a un lado, creemos que sólo es para escucharse en los templos, no la escuchamos para dar testimonio Jn 3, 11, está misma palabra va contra nuestros intereses, en vano escucharla por eso la hago a un lado ¡ Cor 15, 2, se que Dios habla pero, pero siempre me dice cosas contrarias a lo que hago y más aún cuando me dice que no amo a Jesús, entonces como lo demuestro que de verdad creo Jn 14, 24.
Hoy hay una gran hambre que no queremos reconocer, “el hambre de Dios”, hay una terrible sed que no se apaga por nada “La sed de Dios”, esos delincuentes, esos hombres violentos, estos hombres violadores y mentirosos, en algún tiempo fueron niños ¿Cómo nos educaron?, ¿Porqué no hay frutos?.
Los matrimonios mexicanos debemos considerar que seamos educados en la “paz”, nuestro lenguaje actual tiene que cambiar al de “paz”, el testimonio de vida ante los demás y nuestros hijos es de “paz” y si escucharamos la palabra de Dios tendríamos “paz”.
Necesitamos que la Iglesia imparta la educación de la “paz”, papas y mamas necesitamos ir a la escuela de la “paz”, tenemos que cursar nuestra materia de la ”paz” y esa “paz” sólo nos la puede enseñar nuestro Señor Jesús, amigos sólo Jesús nos lo puede enseñar, educar, instruir en la “paz” Vale la pena considerar este documento y permitir que la Iglesia entre para que nos enseñe la “paz” y recuperemos nuestra dignidad, hoy necesitamos que también la Iglesia sea la que promueva con mayor intensidad esa “paz” tan anhelada, nuestros hijos pequeños merecen otra vida y nuestros hijos mayores recuperar la conciencia y esperanza en nuestro país, necesitamos hacer equipo Iglesia con gobierno, Iglesia con empresarios, Iglesia con esxuelas; los corazones desde el fondo quiere paz, seguridad en las calles y casas, sólo así nos enseñaremos amar a mi prójimo.