Cristo nos liberó para ser libres. Manténganse, pues, firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.
Nuestra vocación, hermanos, es la libertad. No hablo de esa libertad que encubre los deseos de la carne, sino del amor por el que nos hacemos esclavos unos de otros.
Pues la Ley entera se resume en una frase: Amarás al prójimo como a ti mismo.
Pero si se muerden y se devoran unos a otros, ¡cuidado!, que llegarán a perderse todos.
Por eso les digo: caminen según el espíritu y así no realizarán los deseos de la carne.
Pues los deseos de la carne se oponen al espíritu y los deseos del espíritu se oponen a la carne. Los dos se contraponen, de suerte que ustedes no pueden obrar como quisieran.
Pero dejarse guiar por el Espíritu no significa someterse a la Ley.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico : Asamblea Eucarística. México