Tiene derecho la Iglesia a pronunciarse en temas sociales y políticos?
(El diablo tampoco quiere que la Iglesia “se meta en política”)
El hombre como tal, está inmerso en una variedad de actividades diarias, propias de su misma naturaleza y relación con los demás hombres como él; entre sus muchas actividades se encuentran las sociales y las políticas, inevitable tener contacto con estas dos áreas.
La Iglesia católica, tiene una de las herramientas de trabajo y desarrollo más importantes, dicha herramienta es la doctrina social de la iglesia católica, un gran trabajo que se ha ido desarrollando al paso del tiempo sobre la participación del católico en el mundo, no sólo lo religioso.
Podemos entender entonces porque la Iglesia católica se ve con el derecho moral, el derecho ético y por consiguiente permitir que los creyentes católicos participen de forma activa en la sociedad y la política. Aquí vamos a ver como ese gran instrumento como lo es la doctrina social de la Iglesia puede facilitar ese actuar, para empezar con este concepto y desarrollarlo se trata y se desglosa de la siguiente manera:
La identidad de la Doctrina Social
La doctrina social de la Iglesia no es un conjunto de recetas prácticas
para resolver la cuestión social. Tampoco se trata de una ideología que
pretende imponer una visión utópica, desvinculada de su situación concreta
y sus verdaderas necesidades. Además, los Papas han declarado que la
Doctrina Social no es un punto medio o una tercera vía entre el liberalismo
y marxismo, o una sociología que presenta soluciones racionales sin
normativas en el campo de la moral.
Más bien la Doctrina Social es un conjunto de principios morales, de
principios de acción y normas de juicio, abiertas a múltiples concreciones
en la vida social. Se ayuda de todo lo positivo de las ciencias
sociológicas, pero las transciende al dar juicios éticos y morales que
provienen de la Sagrada Escritura y la tradición de la Iglesia. En otras
palabras, se puede decir que la enseñanza social de la Iglesia es la
doctrina íntegra de la Iglesia en cuanto referida a la existencia social
del hombre sobre la tierra. La Doctrina Social de la Iglesia nació del
encuentro del mensaje evangélico y de sus exigencias –comprendidas en el
mandamiento supremo del amor a Dios y al prójimo y en la justicia– con los
problemas que surgen en la vida de la sociedad. Se ha constituido en una
doctrina, utilizando los recursos del saber y de las ciencias humanas y se
proyecta sobre los aspectos éticos de la vida y toma en cuenta los aspectos
técnicos de los problemas pero siempre para juzgarlos desde el punto de
vista moral.
La Iglesia, experta en humanidad, ofrece en su doctrina social, un conjunto
de principios de reflexión, de criterios de juicio y de directrices de
acción para que los cambios en profundidad que exigen las situaciones de
miseria y de injusticia sean llevados a cabo, de una manera tal que sirva
al verdadero bien de los hombres.
La Iglesia tiene el derecho de intervenir en lo social
La Iglesia no está de acuerdo con el punto de vista que quiere reducir la
fe cristiana al ámbito puramente privado. Organizar la vida social sin Dios
es organizarla en contra los verdaderos valores e intereses humanos. En el
Vaticano II, la Constitución «Gaudium et spes», habló en el párrafo 43 de
la necesidad de evitar la dicotomía entre la fe y la actividad social. Tal
división llevaría a dos errores. En primer lugar: el rechazo de las
responsabilidades propias en la vida civil. Esto podría ocurrir debido a
una visión que excluye la importancia de los bienes terrenos por querer
poner en primer lugar la ciudad eterna. El Concilio nos recuerda la fe nos
debe llevar precisamente a un cumplimiento más perfecto de nuestro
compromiso en este mundo.
En segundo lugar es necesario desterrar el espejismo que considera las
actividades terrenas como algo totalmente alejado de la religión. Los
padres conciliares nos hicieron ver cómo desde el Antiguo Testamento los
profetas hablaban contra esta opinión. Por ejemplo, en Isaías 58,1-12, el
profeta declaró la necesidad de ayudar a los pobres y oprimidos, base
fundamental de todo acto de culto. En el Nuevo Testamento Jesús habló
contra los que se contentaban con la observancia exterior de las normas de
la religión, sin ayudar a los demás. Por ejemplo en Marcos 7,10-13, Jesús
condena a los que, bajo el pretexto de la religión, se niegan sostener a
sus padres.
Por eso, en el mismo párrafo, el Vaticano II declara que, «El cristiano que
falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo;
falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su
eterna salvación».
Con esta declaración en mente podemos entender mejor por qué en su primera
encíclica, «Redemptor hominis», Juan Pablo II decía que «el hombre es el
primer camino de la Iglesia»,( n. 13). El Papa vuelve a recordar esta
afirmación al final de su última encíclica social «Centesimus annus» cuando
trata de la responsabilidad que la Iglesia tiene para ayudar a los hombres
a ordenar mejor sus vidas terrenas. El pontífice afirma que «la Iglesia no
puede abandonar al hombre» ( n. 53).
Vemos, por lo tanto, que en las esferas civiles y eclesiales hay un punto
común en la preocupación por el bien del hombre. La Iglesia tiene una
aportación valiosa que puede servir para fomentar ese bien común, que se
debe entender como material y espiritual a la vez. No por eso se debe
pensar que la Iglesia puede suplir las funciones civiles del Estado. Pero
la diferenciación de funciones entre el Estado y la Iglesia no implica que
la Iglesia sea ajena a la cuestión social.
En cuanto a los no creyentes, se puede decir que la doctrina social de la
Iglesia está destinada no sólo a los católicos sino a todo hombre de buena
voluntad, tal y como escriben muchas encíclicas al su inicio. Mientras la
obligación de un católico frente al magisterio no es la misma que la de un
no creyente, la Iglesia quiere ofrecer a todos los frutos de su larga
experiencia y profunda reflexión sobre el hombre y la sociedad.
Fuente: (De Zenit)
(Juan 6:14-15) . . .Por consiguiente, cuando los hombres vieron las señales que él ejecutó, empezaron a decir: “Con certeza este es el profeta que había de venir al mundo”. 15 Por lo tanto, Jesús, sabiendo que estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey, SE RETIRO otra vez a la montaña, él solo.”
Cristo no se metio en politica,aunque lo intentaron.
Por supuesto que la iglesia tiene derecho, y todo ello por que la libre opinión es válida en una sociedad que se dice democrática.
El problema de que se inmiscuya en la política es por lo que ha antecedido en la historia, primero cuando iglesia y estado eran uno, y después en hechos que han marcado la vida social y política de países, por ejemplo, en México con la independencia fue un cura y el estandarte de la virgen de Guadalupe que impulsaron el inicio de.
La iglesia católica tiene mucha fuerza y eso es lo que los políticos no quieren (lo ven por el lado del poder), y en parte tienen razón ya que el estado debe ser laico, respetando la ideología de todos.
Sin embargo, eso no quita que la iglesia pueda externar su opinión ante los hechos sociales y politicos que se den, sobre todo si estos hechos están en contra de la justicia.
La iglesia forma parte de una sociedad y por lo tanto tiene derecho a discutir (que no a ocupar cargos en el gobierno) y externar los temas relevantes que se den dentro de ella.
“Cristo no se metio en politica,aunque lo intentaron.”
Según el texto que citas, eso no fue un hecho político, lo querían hacer rey por que tenían la idea de que el hijo de Dios era él y por lo tanto debía ser coronado como tal en la tierra (terminándose así el reinado terrenal). Sin embargo, Cristo huyo por que ese no era la finalidad para la que vino a este mundo, sino para enseñar su doctrina, padecer y con ello ser la fuerza para que los humanos siguieran creyendo en Dios, y a través de creer en él, pudieran salvarse.
Pero en general, Cristo tuvo una influencia grande en en la sociedad, sino tanto cuando estuvo aquí en la tierra si después, que incluso llego a influir en el imperio Romano, uno de los más imponentes de esos tiempos.
Un saludo.
Cuando a Politica intenta pervertir el Orden Sagrado de Dios, Corrompiendo las Bases Sociales Instituidas por Jesús, La Moral Social y Familiar, La Iglesia Tiene Todo el Derecho y sobre todo el DEBER de Corregir y rectificar los Caminos que La Politica pervierte, para que Por lo Menos los Fieles Catolicos no caigan en los errores que quiera enseñar la Politica, En Otras Palabras debe Pronunciarse en temas sociales y políticos