El Gaudium esta semana pública:MES DE MAYO, MES DE MARÍA

El Gaudium esta semana pública:MES DE MAYO, MES DE MARÍA

MES DE MAYO, MES DE MARÍA

Domingo 9 de Mayo de 2010 por Redacción

Llega el mes de mayo y con él la invitación a reavivar la devoción a la Santísima Virgen María. Aunque no podemos vivir sólo de recuerdos, pero es también cierto que quien recuerda vive varias veces el mismo momento. Cuánta emotividad despierta el recuerdo enternecido de los días de mayo vividos en nuestra niñez: ofrecimiento de flores, el canto repetido, una y otra vez: ¡Venid y vamos todos con flores a María! Las iglesias y capillas adornadas y perfumadas, la imagen mariana colocada en un lugar destacado y bien iluminado; allí estaba ELLA y su figura evocaba tantos sentimientos: protección, cercanía, ternura, comprensión… en fin, todo se resumía en una convicción: allí estaba María y en ella se reflejaba la maternidad expresada y ofrecida en plenitud.

Pasan los años y se llevan inevitablemente formas de pensar, de sentir y de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás, con los santos y hasta con Dios. Ya lo decía San Pablo: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño”.

¿Estaré insinuando que la devoción a María es propia de la etapa de la infancia, pero inadecuada para la edad adulta? La veneración a la Santísima Virgen puede expresarse en formas diferentes, pero ella es siempre y en cualquier etapa de la vida, la madre que despierta el corazón filial que duerme en cada ser humano.

La devoción a Nuestra Señora pone un tono de ternura cordial a nuestra fe cristiana y la libera del riesgo de convertirse en enunciados intelectuales y en rituales exactos, pero fríos y desencarnados.

No olvidemos que es el misterio de la encarnación del Verbo el centro de nuestra identidad cristiana y el que nos acerca a la experiencia de familiaridad con Dios que ha querido reunirnos alrededor de Cristo, para formar la gran fraternidad de los redimidos. Es en el vientre de María donde Jesús toma nuestra carne para hacerse de nuestra naturaleza, para hacerse nuestro “pariente”.

Lo que el Documento de Aparecida dice del acercamiento a cualquier imagen religiosa, nosotros lo podemos leer en clave mariana:  el rostro de María simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. La súplica sincera que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede (Cfr. D. A. 259)

Las celebraciones marianas del mes de mayo deben conservarse, aunque renovadas según el nuevo espíritu del Concilio Vaticano II. No podemos quedarnos sólo en recuerdos nostálgicos; pero no desperdiciemos la oportunidad de acrecentar la devoción a María. Privilegiemos los actos litúrgicos: las celebraciones votivas de la Misa en honor a la Santísima Virgen, cada vez que el calendario litúrgico lo permita. Acudamos a las variadas y ricas formas de piedad popular, especialmente para venerar a María, y que entre nosotros son tan frecuentes. En este mes se organizan las peregrinaciones a la Santa Iglesia Catedral para honrar a la Madre Santísima de la Luz; no dejemos morir esta tradición. Reavivemos la hermosa costumbre, en otros tiempos tan difundida y hoy todavía presente en algunas familias de nuestra diócesis, de rezar el rosario en familia.

El mes de mayo nos debe llevar a fortalecer nuestra fe en María; ella no es sólo la madre solícita de los hombres; ella es también el modelo de la fe y de las virtudes que debemos imitar durante nuestra peregrinación terrena.

† José G. Martín Rábago

Arzobispo de León

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