CRITERIOS PARA ELIGIR LOS CANTOS |
Tiempo ordinario.
Para el tiempo ordinario, cabe destacar la importancia de los diversos momentos que se atraviesan en la celebración en la cual se participa. Por ejemplo, es recomendable insistir cíclicamente en algunos cantos seleccionados de acuerdo a la temática que preocupa a una comunidad y a las situaciones concretas que ella esté viviendo. Conviene tener cuidado de no desgastar los cantos que servirán para tiempos fuertes y de no repetirlos demasiado, simplemente porque han gustado. No hay que olvidar que tanto el Salmo Responsorial como el Santo, el canto de entrada y las aclamaciones deben tener prioridad al momento de innovar o de realzar alguno.
Adviento-Navidad-Epifanía-Bautismo del Señor.
En el Adviento conviene destacar la liturgia de la Palabra que tiene una gran riqueza. Los Salmos Responsoriales son muy hermosos. La aclamación al término del Evangelio se podría variar y usar la misma en todo el ciclo, asimismo con la aclamación después de la Consagración. Para el canto de entrada, la sugerencia es que sea el mismo durante todo el Adviento para ir remarcando la expectativa de la Navidad. El canto del Gloria es especialmente adecuado durante todo el tiempo navideño.
No debemos caer en la tentación de cantar villancicos en todos los momentos. Su carácter popular y clásico nos ayuda a insertarnos en la tradición de la primera evangelización, pero no siempre iluminan el misterio de la Navidad. Pueden utilizarse, por ejemplo, en el momento de la presentación de dones y también al final durante la adoración popular al Niño Dios.
Cuaresma
El segundo tiempo fuerte es la Cuaresma. Nuestro canto puede ayudar a vivirla más intensamente.
En el período cuaresmal se debe tener en cuenta el valor de la austeridad, del silencio contemplativo y penitencial.
Al comienzo de las celebraciones podemos tomar un canto que nos introduzca en el sentido de nuestro caminar hacia la Pascua. Se propone el mismo durante los cinco domingos para que se le cante bien y sin depender de los cancioneros.
Se podría empezar solemnemente la Cuaresma (Miércoles de Cenizas o el 1er. Domingo de Cuaresma) con el canto de la Letanía de los Santos que pone de manifiesto su intercesión y el valor eterno que tiene la Cuaresma para nuestra vida personal y comunitaria. Esto como un anticipo de la Vigilia Pascual, donde volveremos a cantarla para renovar nuestras promesas bautismales (Sugerencia Nº 23 de la Congregación para el Culto Divino en la Carta del 16 de enero de 1988).
La Cruz es un signo central de este tiempo que se podría destacar en la procesión de entrada. Así también los cantos que durante la Adoración de la Cruz hacen referencia al misterio de la Redención, al triunfo del Crucificado, a la fuerza del amor que vence a la muerte y al pecado, y a nuestro seguimiento sincero y fiel del camino que abre la Cruz.
El acto penitencial deberá ser especialmente destacado, sobre todo con el silencio prolongado (podría ser sentados) y con un canto penitencial que sea apropiado. Los salmos tienen una importancia enorme al momento de contemplar y responder a la primera lectura.
La aclamación del Aleluya se suprime durante el tiempo de Cuaresma, lo mismo que el Gloria. En lugar del Aleluya se puede cantar una aclamación adecuada que nos prepare para escuchar la Buena Noticia.
Respecto de la aclamación que va después del Evangelio podríamos elegir una nueva durante todo este tiempo, ayudados de un cartel con el texto.
El canto final podría suprimirse y dejar a la Asamblea que se retire en silencio.
Como elemento secundario, que en alguna celebración podría ayudarnos, se proponen cantos de meditación después de la homilía o de postcomunión. También el canto de presentación de dones puede ser un canto cuaresmal aunque su letra no hable explícitamente del Pan y el Vino.
Semana Santa
Los cantos de Semana Santa no deberán ser una innovación de último momento. Será importante ensayarlos y cantarlos durante la Cuaresma.
Para la celebración del Domingo de Ramos tendremos que respetar la religiosidad popular y educarla a través de las moniciones y de una apropiada catequesis. Si hay que poner cantos nuevos, que no sean demasiados, tener cuidado de ensayarlos previamente. Pueden ser antífonas cortas y aclamaciones. El canto del Santo con las palmas levantadas puede ser un signo apropiado para ese día. La lectura de la Pasión podría ser interrumpida con aclamaciones que ayuden a la participación atenta y solidaria.
El Jueves Santo es la celebración donde la amistad e intimidad de Jesús para con los suyos se hacen muy presentes. Nos trae a consideración la enseñanza que Jesús nos dejó: “No he venido a ser servido sino a servir”. La adoración eucarística que se prolonga después de la Misa deberá estar siempre animada por cantos, lecturas y silencios. Los temas como la caridad, el servicio, la solidaridad y entrega generosa, la vocación y la fraternidad y el amor redentor universal de Cristo, no deben faltar en la letra de los cantos.
El Viernes Santo y el Vía Crucis necesitan de animadores que expliquen el sentido de la muerte amorosa del Señor. Los dolores de la Virgen María y su maternidad al pie de la Cruz deben ayudarnos a una sincera y esperanzada conversión.
El Vía Crucis por las calles debe estar acompañado de cantos fáciles y sencillos. Incluso se puede invitar a hacer gestos (ponerse de rodillas, darle la mano al hermano o traer la cruz desde casa para unirla a la cruz procesional).
Vigilia Pascual
La Vigilia Pascual es una celebración muy elaborada, pero es la más hermosa. Debemos prepararla interior y exteriormente, sin omitir ningún detalle que le quite ritmo y clima festivo.
El equipo litúrgico deberá convocar a otros miembros de la comunidad y prepararlos en los distintos ministerios.
Respecto de los cantos se sugiere la proclamación cantada del “Pregón Pascual” con los cirios encendidos. No omitir los Salmos que están cuidadosamente seleccionados, procurar cantar las antífonas si no se puede cantar todo el Salmo y recitar las estrofas. El canto del Gloria y del Aleluya son muy importantes esa noche y todo el resto del tiempo Pascual.
La Liturgia Bautismal puede ser embellecida con el canto de la Letanía de los Santos y algún canto para la aspersión de los fieles con el agua. Habrá que cuidar el equilibrio para que no sea todo cantado y se torne monótono. Podría acompañarse la preparación de las ofrendas con música instrumental en vez de un canto. El canto final puede ser de felicitación a María que se alegra con el triunfo de su Hijo Resucitado y de todos nosotros que hemos resucitado con Él.
El tiempo Pascual
Después de la Semana Santa parecería que Tendríamos que poner un punto final, no es así por que la cuaresma fue una preparación para vivir con profundo gozo la Resurrección del señor Jesús. La Iglesia le da una gran importancia al tiempo Pascual. Son cincuenta días en los que debemos planificar bien cada domingo hasta la fiesta de Pentecostés.
Como sugerencias se propone la aspersión con el agua todos los domingos al comenzar la celebración. El canto de entrada, del Gloria, Aleluya y presentación de dones, podrán tener un marcado sentido pascual. La comunión y la despedida podrían hacer alusión a la vida de hombres nuevos, que hay en nosotros, y a nuestro compromiso eclesial para con todos.