Una vez libres, vinieron a los suyos y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y ancianos.
Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: “Señor, tú hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos,
tú dijiste por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David, tu siervo: ¿Por qué se agitan las naciones, y los pueblos maquinan vanos proyectos?
Se han congregado los reyes de la tierra y los jefes se han aliado contra el Señor y contra su Ungido.
“Porque verdaderamente en esta ciudad se han aliado Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien has ungido,
para realizar lo que tu poder y tu voluntad habían predeterminado que sucediera.
Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos proclamar tu palabra con toda valentía;
extiende tu mano para realizar curaciones, signos y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús.”
Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y proclamaban la palabra de Dios con valentía.
Biblia de Jerusalen / se toma como guía el Misal Católico : Asamblea Eucarística. Mexico