Estaba expulsando un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, rompió a hablar el mudo y la gente se admiró.
Pero algunos de ellos dijeron: “Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios.”
Otros, para ponerle a prueba, le pedían un signo del cielo.
Pero él, conociendo sus intenciones, les dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado y una casa se desploma sobre la otra.
Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?… porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul.
Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces.
Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro;
pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos.
“El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
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