[Poema. De Etán el indígena.]
Cantaré por siempre el amor de Yahvé, anunciaré tu lealtad de edad en edad.
Dije: “Firme está por siempre el amor, en ellos cimentada tu lealtad.
P Una alianza pacté con mi elegido, hice un juramento a mi siervo David:
He fundado tu estirpe para siempre, he erigido tu trono de edad en edad”. [Pausa.]
Los cielos celebran tus maravillas, Yahvé, tu lealtad en la asamblea de los santos.
:7 Pues, ¿quién en las nubes se compara a Yahvé, quién se le iguala entre los hijos de los dioses?
Dios es temible en el consejo de los santos, grande y terrible para toda su corte.
Yahvé, Dios Sebaot, ¿quién como tú?, eres poderoso, tu lealtad te circunda.
Tú domeñas el orgullo del mar, reprimes sus olas encrespadas;
machacaste a Rahab como a un cadáver, dispersaste al enemigo con brazo potente.
Tuyo es el cielo, tuya la tierra, fundaste el orbe y cuanto contiene;
creaste el norte y el mediodía, el Tabor y el Hermón te aclaman.
Actúas con brazo poderoso, fuerte es tu mano, sublime tu derecha;
Justicia y Derecho, la base de tu trono, Amor y Verdad marchan ante ti.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte, que camina, Yahvé, a la luz de tu rostro,
que se alegra todo el día con tu nombre, que vive entusiasmado con tu justicia.
Pues tú eres su esplendor y su fuerza, con tu ayuda nos haces poderosos;
sí, de Yahvé es nuestro escudo, del Santo de Israel nuestro rey.
Antaño hablaste en visión a tus amigos diciendo: “He prestado mi asistencia a un bravo, he exaltado a un elegido de mi pueblo.
He encontrado en David un servidor, con mi óleo santo lo he ungido;
mi mano le dará firmeza, mi brazo lo hará fuerte.
No lo sorprenderá el enemigo, los criminales no lo oprimirán;
yo aplastaré a sus adversarios, heriré a los que lo odian.
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