A ti me acojo, Yahvé, ¡nunca quede confundido!
¡Por tu justicia sálvame, líbrame, préstame atención y sálvame!
Sé mi roca de refugio, alcázar donde me salve, pues tú eres mi peña y mi alcázar.
¡Líbrame, Dios mío, de la mano del impío, de las garras del perverso y el violento!
Pues tú eres mi esperanza, Señor, mi confianza desde joven, Yahvé.
Publicaré las proezas de Yahvé, recordaré tu justicia, tuya sólo.
¡Oh Dios, me has instruido desde joven, y he anunciado hasta hoy tus maravillas!
Ahora, viejo y con canas, ¡no me abandones, Dios mío!, hasta que pueda anunciar tu brazo a las futuras generaciones, tu poderío
y tu justicia, oh Dios, hasta los cielos. Tú que has hecho grandes cosas, ¡Oh Dios!, ¿quién como tú?
Tú que me has hecho pasar por tantos aprietos y desgracias, me devolverás de nuevo la vida, y de las simas de la tierra me sacarás otra vez;
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Te aclamarán mis labios, mi vida que has rescatado; y mi lengua todo el día musitará tu justicia: