[Oración. De David.] Escucha, Yahvé, mi causa, hazme caso cuando grito, presta oído a mi plegaria, que no hay doblez en mis labios.
De ti saldrá mi sentencia, pues tus ojos ven lo recto.
Si sondeas mi corazón y de noche me examinas, si me pruebas al crisol, no hallarás en mí malicia; mi boca no claudica
al modo de los hombres. Siguiendo tu palabra he respetado las sendas trazadas,
ajustando mis pasos; por tus veredas no vacilan mis pies.
Te invoco, oh Dios, pues tú me respondes, inclina a mí tu oído, escucha mis palabras,
Haz gala de tu amor, tú salvas de los prepotentes al que se acoge a tu diestra.
Guárdame como a la niña de tus ojos, protégeme a la sombra de tus alas
de esos malvados que me acosan, enemigos que me cercan con saña.
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