[Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante Yahvé.]
Escucha, Yahvé, mi oración, llegue mi grito hasta ti;
no ocultes de mí tu rostro el día de la angustia; tiende hacia mí tu oído, ¡responde presto el día en que te invoco!
Pues mis días como humo se disipan, mis huesos calientan como brasas;
mi corazón se seca como heno segado, pues me olvido de comer mi pan;
agotado de tanto sollozar, mis huesos se pegan a mi piel.
Me parezco al búho del páramo, estoy como lechuza entre ruinas;
de continuo me desvelo y gimo cual solitario pájaro en tejado;
todo el día me insultan mis enemigos, los que me alaban maldicen por mi nombre.
Ceniza como en vez de pan, mezclo mi bebida con lágrimas,
debido a tu cólera y tu enojo, pues me alzaste y luego me tiraste.
Mis días declinan como sombra, me voy secando como el heno.
Pero tú, Yahvé, reinas por siempre, tu memoria alcanza de edad en edad
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