Yahvé me lo hizo saber, y así lo supe. Entonces me descubriste, Yahvé, sus intrigas.
¡Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin saber que intrigaban contra mí!: “Destruyamos el árbol en su vigor; borrémoslo de la tierra de los vivos, y su nombre no vuelva a mentarse.”
¡Oh Yahvé Sebaot, juez de lo justo, que escrutas los riñones y el corazón!, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he manifestado mi causa.