Así dice Yahvé: En tiempo favorable te escucharé, y en día nefasto te asistiré. Yo te formé y te he destinado a ser alianza del pueblo, para levantar la tierra, para repartir las heredades desoladas,
I para decir a los presos: “Salid”, y a los que están en tinieblas: “Mostraos”. Por los caminos pacerán y en todos los calveros tendrán pasto.
No tendrán hambre ni sed, ni les dará el bochorno ni el sol, pues el que tiene piedad de ellos los conducirá, y a manantiales de agua los guiará.
Convertiré todos mis montes en caminos, y mis calzadas serán levantadas.
Mira: Éstos vienen de lejos, esos otros del norte y del oeste, y aquéllos de la tierra de Sinín.
¡Aclamad, cielos, y exulta, tierra! Prorrumpan los montes en gritos de alegría, pues Yahvé ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido.
Pero dice Sión: “Yahvé me ha abandonado, el Señor me ha olvidado.”
– ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido.