pues es imposible que la sangre de toros y cabras borre los pecados.
Por eso, al entrar en este mundo, dice: Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo.
Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron.
Entonces dije: ¡He aquí que vengo – pues de mí está escrito en el rollo del libro – a hacer, oh Dios, tu voluntad!
Dice primero: Sacrificios y oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los quisiste ni te agradaron – cosas todas ofrecidas conforme a la Ley –
entonces – añade -: He aquí que vengo a hacer tu voluntad. Abroga lo primero para establecer lo segundo.
En virtud de esa voluntad quedamos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo.