KERIGMA
Substantivo derivado del verbo keryssein; en griego clásico indica una noticia de carácter público y – generalmente vinculante, traída por un heraldo; en el Nuevo Testamento designa más bien el anuncio del Evangelio hecho a los judíos y a los paganos, la proclamación de la buena noticia de la salvación por obra de Cristo, Señor, muerto y resucitado.
Este anuncio del Evangelio no es un simple informe histórico de un acontecimiento ya ocurrido, sino que es él mismo acontecimiento que manifiesta eficazmente el mensaje de salvación que contiene. En efecto, la acción salvífica de Dios en Jesucristo se hace presente por obra del Espíritu Santo en la « palabra» anunciada por el apóstol. Por eso, los que escuchan el kerigma no pueden permanecer indiferentes, sino que son invitados a convertirse y a creer. Encontramos ejemplos de formulación breve del kerigma sobre todo en los Hechos de los apóstoles (Hch 2,3.5.10.13), donde se percibe el ardiente deseo de difundir por todos los rincones del mundo la buena noticia de la salvación en Cristo.
El uso de este término en teología se hizo muy frecuente a partir de los años cuarenta, cuando un grupo de teólogos jesuitas de la Facultad de Innsbruck (Jungmann, los hermanos Karl y Hugo Rahner, Franz Lackner y Franz Dander), constatando cómo la teología que se enseñaba en los seminarios no era va capaz de alimentar y de animar la predicación de los futuros pastores y – la vida de los cristianos, propusieron volver a la originalidad y a la vitalidad del primer anuncio apostólico.
G. Occhipinti
Bibl.: L. Coenen, Mensaje y kervgma, en DTNT III, 57-68; K. Rahner – K. Lehmann, Kerigma y dogma. Historicidad de la transmisión, en MS, 1111, 812-878; J M. González Ruiz, Kerigma, en CFP, 542-549; A. Salas, Jesús, evangelio vivo. Kerigma y catequesis en el cristianismo primitivo, PC, Madrid 1977.