Unidad del cristiano urgencia de Jesús glorioso Jn 17, 11b-19.
Comentario al evangelio.
Hermanos, llegamos a nuestra séptima semana de pascua, hemos vivido la ascensión de nuestro Señor Jesús, su hermosa glorificación y listos para vivir con gran intensidad la fiesta solemne de “pentecostés”, el bello “Don” de Dios y de Jesús. Necesitamos al Espíritu santo para que logre esa unidad anhelada de los cristianos. Los católicos necesitamos con urgencia que nuestro Señor Jesús logre esa unión perfecta con el Padre y que nosotros reflejemos esa imitación con el nuevo fuego en nuestro espíritu. La oración sacerdotal que ofrece Jesús por nosotros será la nota principal para buscar lo que quiere Jesús y después de los 40 días donde sube glorioso al lugar que le corresponde, ora por esa unión entre cristianos. Para el comentario citamos todo el texto y posteriormente se hará el comentario más conveniente:
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
—«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean
uno, como nosotros.
Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los
custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera
la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría
cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así los envió yo también al mundo.
Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»
Un elemento valioso es el momento donde Jesús presenta a los apóstoles al Padre, además de hacer mención de la elección que ha tenido el Padre de dárselos a Jesús para que los cuide, entrega cuentas citando que ninguno se ha perdido, garantiza Jesús que los parámetros de él han sido asimilados. Nos gustaría tratar el asunto del mundo, Jesús regresa al Padre, la unidad y la consagración a la verdad, puntos que nos pueden ayudar a entender la urgencia.
El mundo.
Sin duda es el tema central que a muchos católicos les interesa tratar, ¿cómo poder vivir en el mundo con los parámetros de Jesús?; tiene mucha lógica lo que Jesús pide a su Padre al sentir que él ya no estará en cuerpo con ellos: “No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal”. Lo más sencillo para no caer ante la tentación diaria sería: “irse de este mundo”, más en el desarrollo pedagógico de Jesús no es la mejor opción, más bien, busca que los católicos tengan la capacidad de discernir, resistir, y aplicar en la vida diaria la vida católica que Jesús nos ha dejado. Jesús está convencido que estos discípulos tienen hondas raíces en él y en su oración menciona: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”, ¿qué vio en ellos que los cataloga como no del mundo?
El mundo como un gran escaparate donde se encuentra todo tipo de bien que cubre necesidades humanas, parece tener una fuerza de atracción tan potente que muchos son “jalados” incapacitándolos para luchar y ruedan al ritmo que les toque el mundo. El problema de los parámetros del mundo es que estos no ofrecen las mismas oportunidades a los hombres e incluso en su arranque inicial, se da la lucha entre los hombres por triunfar, “utilizar a su prójimo para triunfar” en pocas palabras. El bien que ofrece no todos los pueden disfrutar, su costo es alto, los parámetros del mundo son fríos, no admiten sensibilidad ni debilidad, sí alguno de estos dos elementos se presenta en un hombre, este va al fracaso.
El hombre es metido como en una burbuja que lo mantiene en un ambiente que lo pone cómodo, que le indica realización, que le da un status, que le guía hacía un objetivo o norma de vida donde este nivel le generará todavía mejor éxito. Jesús lo sabe y por eso la mayor parte de su oración la concreta en la guarda de estos discípulos para que ellos trasmitan el mensaje fiel de la salvación.
Regresa al Padre.
40 días de presentarse a los discípulos después de su muerte, ahora resucitado, fue el tiempo en que todavía los educó y profundizó las verdades de fe en él: “Yo les he dado tu palabra”, su gloriosa ascensión será el momento extraordinario de sus discípulos para creer más y escudriñar el ser y quehacer de su labor apostólica.
Jesús va a ocupar el lugar que le pertenece dentro de la “Trinidad”, esto nos debería de llenar de alegría como un triunfo: Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Estar en su trono de gloria no significa que Jesús está a gusto, enajenado, el viviendo su vida y el hombre la suya, al contrario, el trabajo será más arduo, seguir el proceso de salvación, parecía que todo iba a ser muy fácil, “te perdono”, “no hay saldo”, “eres libre”, “toco y quedas limpio”, sí, así fue, pero ahora el hombre tiene que saber la libertad, la no deuda, vivir la pureza, vivir como perdonado, en pocas palabras: “su gloria será el reto a vivir como él manda”. ¿Parece confuso verdad?
La gloria de Dios aumenta conforme los hombres entendemos la relación con él, sí, la gloria de Dios resplandece por si misma, pero cuando el hombre vive conforme a la voluntad de Dios, todo brilla, llenándose aquel lugar de un ambiente en el que ningún hombre desearía salir.
La unidad
Hay un dicho en las familias: “se casa el primero y es como sí la mazorca se desgranara”, lejos está este dicho de la unidad, en estudios se ha logrado plasmar la realidad de las familias; con el simple hecho de llevar la misma sangre parece que es un lazo poderoso que hace que nos unamos, hay un mismo sentir, hay un mismo sentimiento común de integración, de ahí si las cabezas fallan la desintegración amenaza esa familia. Jesús busca la unión de estos hermanos en él, como hoy, se busca esa unión en el cristianismo y más en el catolicismo, puede ser alarmante el saber que aún muchos católicos, pero muchos distan de otros como aceite y agua, de ahí que la oración de Jesús a su Padre siga siendo por los discípulos que van a seguir actuando en el mundo: “y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”
Quizá parezca ilusorio releer hechos de los apóstoles por esa unión tan poderosa en Jesús que muchas gentes dicen que raya en inventos, más sin embargo hoy se puede dar testimonio en pequeñas comunidades, parroquias, templos, apostolados, fraternidades etc., una unión efectiva que llega a ser más efectiva que los mismos lazos de sangre, de ahí la búsqueda de Jesús en unificar a los católicos.
Consagrados a la verdad.
Basta leer alguna epístola de San Pablo y nos daremos cuenta como muchos trataban de desviar la salvación bajo criterios e intereses distintos a los que persigue Jesús. Pablo ofrece argumentación suficiente y una lucha tenaz a esos desviados que los llevan a otra verdad, de ahí que Jesús en su oración pida el que estos no se salgan de la verdad: Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad. Se dice en el mundo que todos tienen la verdad aunque esté equivocado y todavía sí se argumenta que todos tienen razón aunque estén en un error. Quién se consagra a la verdad en Jesús no puede tener los parámetros del mundo, pues muchos llevan a errores dramáticos y a ideas de perdición, por eso la insistencia de Jesús a su Padre para que no haya otra verdad que los pierda: Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Hoy la pregunta comprometedora para nosotros los católicos sería: ¿en qué verdad vivimos?
Conclusión.
Hay una urgente necesidad entre muchas dentro del catolicismo y cristianismo y es que vivamos unidos como hermanos, con parámetros de Jesús que nos integre como hermanos, que nos fortalezca en los lazos de cuidado, cariño y bien común como hermanos y que nos riente siempre por el camino de la verdad.
Nada es más urgente que el comportamiento en Cristo lo viva todo católico y que llenos de esperanza en esa glorificación extraordinaria de Jesús, su gloria inunde nuestras vidas para dar paso a esa transformación que el busca afanosamente.