Llamados a integrarnos a la sociedad e Iglesia Mc 1, 40-45.
Comentario al evangelio.
Es un momento maravilloso donde reunidos en la santa eucaristía, Jesús nos invita a integrarnos a él y a su Iglesia, sin condición, ni estereotipos, ni enfermedades. Desde el ambón eucarístico la santa palabra de Dios narra un momento apasionante. Un leproso es quién es expuesto como el beneficiario de una fe que puede ser muy similar a muchos de nosotros. Jesús quiere que los hombres lleguen a vivir una vida digna, libres de males que atacan al cuerpo, alma, corazón y mente. Hoy Jesús “quiere” que esto suceda como le dijo al leproso. Para el comentario de este texto citamos todo íntegramente y posteriormente se hará el comentario pertinente:
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Marcos ha capturado a inicio del ministerio de Jesús un milagro de relevancia determinante en el trabajo de Jesús, hay un corazón ardiente en Jesús que lo más próximo es la compasión por los hombres. Podemos dividir el texto en cuatro partes: (1) Introductorio entorno; (2) la necesidad del leproso; (3) la aceptación a la petición; y (4) un mandato desobedecido.
1.-Introducción entorno.
Hay muchos personajes en el nuevo testamento que viven una vida extremadamente denigrante; uno de ellos son los leprosos, hombres marginados, despreciados, pobres, humillados, con una estima muy pobre y con un sentimiento totalmente demolido por el aparente olvido que también Dios hace de él castigándole.
Su sufrimiento y situación llega a un extremo insoportable cuando la misma ley de Dios (Moisés) los resalta en el trato que deben de recibir: Lev 13:45 El que ha sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada e irá gritando: ¡Impuro, impuro!, declarado ya con lepra pasa por todo tipo de vejación e incluso abandono a su suerte: Lev 13:46 Mientras le dure la afección seguirá impuro. Vivirá apartado y tendrá su morada fuera del campamento.
La humillación es diaria, sin poder acercarse a los suyos, solo un mismo leproso lo puede soportar, por esa razón imagine ansía de desear que la lepra se vaya. Hoy muchos hombres en SIDA tienen fines similares, hombres con enfermedades contagiosas que los hacen sentirse como engendros e incluso aquellos hombres que su maldad los hace parecer totalmente cubiertos de llagas o podemos estar cubiertos de pecados abominables.
2.-La necesidad del leproso.
Todo hombre siente en su corazón una fuerza como imán que lo atrae a Dios. No solo son palabras de la dignidad de ser creatura e hijo de Dios. Este leproso es un judío que pasa por una crisis de vida que lo hace sentir menos que un animal e incluso menos que una cosa.
Brota en su corazón una vehemencia de ver su cuerpo limpio de tan horrendo mal. Su olor pestilente y sentir como su cuerpo se va pudriendo. Jesús puede hacerlo, ya expulso demonios, ya sano a la suegra de Pedro, curó a muchos enfermos de distintos males, sano a afectados de la mente.
Parece irreverente, pero a la vez su fe hacía Jesús le hace hacer cosas que tal vez en otro momento no lo haría: se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas, solamente un débil, un impotente o uno que reconoce a alguien más grande le hace arrodillarse, nos arrodillamos ante la divinidad de Dios y este leproso se humilla y todavía agrega: «Si quieres, puedes limpiarme.» Él no puede más, todo depende de Jesús, todo parte de su compasión y de su misericordia, de sus entrañas, el leproso ya intentó todo y elevó sus oraciones a Dios y hoy es la posibilidad que Dios responda a su suplica. Se abandona a que Jesús tome la decisión de su destino.
3.- La aceptación de su petición.
Es muy significativo lo que describe Marcos, Jesús acepta hacer el milagro, pero, no lo hace por sensacionalista, no lo hace por protagonismo, por fama, por dinero por “Ego”, algo en sus entrañas se movió, su corazón se turbó de lo inhumano que es tratado aquel hombre, este hermano, este hijo de su Padre, la lástima que le ha hecho sentir tal enfermedad, pero más la crueldad de un pueblo sujeto a una ley dura los aleja de brindarle oportunidades de vida.
Con un movimiento de Jesús se da el milagro y con su palabra podero: extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» El poder de la palabra creadora de Dios es pronunciada, libre su cuerpo de esas llagas que no se narra cuantos años tenía con lepra y tampoco no hay tantos años que se puedan soportar sin gritar: mejor mátame”. Como se le insinuaba a Job. Jesús hace desaparecer, limpiar a aquel guiñapo de hombre: La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
La palabra de Dios es irresistible a su mando, todo se fue dando, todo se fue creando y ahora todo ha quedado limpio, milagro tan más impresionante, pero seguro cada uno de ustedes amigos tendrán un testimonio así de intenso.
4.- Un mandato desobedecido.
Es incomprensible, tanto poder de Dios en su palabra, Jesús pronuncio quiero y fue, a Jesús le dijeron tantas palabras de elogio, pero… algo falla en el hombre, “no obedece”, Jesús sabe que es muy pronto se sepa de que es el mesías, por eso le ordena al ex leproso: Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie. Bastaría su deseo para que se cumpliera su palabra más… no pudo controlar su alegría, o Jesús utiliza aquella vieja técnica del “correo chismoso” para anunciar su mesianismo, lo que es cierto es que este hombre se va integrar a la sociedad y a la asamblea a santa.
Está fue la reacción y actitud del ex leproso: Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes. Muchos hombres no hacemos caso a la palabra de Dios, cantidades de católicos que ni siquiera tienen la santa palabra de él y peor tantito como se dice: ni se acercan para escucharla, menos para obedecerla., pero el hombre es así, “burritos”, ¿sabe cuánto diabético cumple al 100% las indicaciones y dieta médica?, y ¡eso que está en juego su salud y su vida!, menor obedecer a Dios.
Conclusión.
-Hoy Jesús nos invita a ir a él.
-Confiar que todo lo puede, (aún lo imposible).
-Toda enfermedad grave del ser humano causa problemas en el enfermo, Jesús quiere sanarte.
-Nos pide atención a la escucha de su palabra.
-Quiere que se siga o cumpla con lo escuchado.
-Su misericordia y compasión es reflejo de su amor.
-Jesús quiere restituir la dignidad de los hombres.
Hoy puede ser el mejor día para integrarnos a la Iglesia y a Jesús como lo hizo el leproso. Jesús quiere devolvernos la dicha y gracia del Padre. Puede ser que espera una respuesta de nosotros para hacer realidad sus promesas.