Hijos con la misma posibilidad de salvación Mt 21, 28-32.
Comentario al evangelio.
Hoy tenemos en nuestra celebración eucarística, en la parte litúrgica de la santa palabra, palabras de Jesús que vivimos día a día en nuestras actividades y relaciones personales e interpersonales. Actitudes que brotan de nuestro pensamiento y corazón. En este siglo XXI se observa con verdadera normalidad esa conducta en todos los niveles, todos tienen la oportunidad de esas dos actitudes. Para el comentario de esta parábola citamos el contenido de ella y posteriormente se harán los comentarios pertinentes:
Mt 21: 28 –A ver, ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le dijo: Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña.
Mt 21:29 El hijo le respondió: No quiero; pero luego se arrepintió y fue.
Mt 21:30 Acercándose al segundo le dijo lo mismo. Éste respondió: Ya voy, señor; pero no fue.
Mt 21:31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?
Le dijeron: –El primero. Y Jesús les contestó: –Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios.
Mt 21:32 Porque vino Juan, enseñando el camino de la justicia, y no le creyeron, mientras que los recaudadores de impuestos y las prostitutas le creyeron. Y ustedes, aun después de verlo, no se han arrepentido ni le han creído.
San Mateo ha capturado palabras con gran profundidad que Jesús ha expuesto con sencillez. Una parábola-alegoría, la expone y la escena que utiliza es a un padre con dos hijos, un lugar de acción y lugar a ganar: “una viña”, lo que busca es evidenciar una situación y a la vez una sutil invitación a través de una fuerte llamada de atención, los dos hijos nos representan a todos.
La puesta en escena.
Están en el territorio de Jerusalén, la fama de Jesús es incuestionable, aparte de la muchedumbre y discípulos de Jesús, personajes de gran relevancia se encuentran ahí: ancianos, fariseos, escribas y quizá sacerdotes. Jesús empieza dirigiendo sus palabras a este grupo de entendidos: 28 –A ver, ¿qué les parece?; ha captado su atención y a la vez pega en el “ego” de la sabiduría de ellos. La trama de la parábola la expone utilizando la imagen común de sus vidas diarias: Un hombre tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le dijo: Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña. Independientemente de que el padre se acerque al más joven o al primogénito, su valor doctrinal no cambia, es normal que empiece con el mayor (primero) y posteriormente con el menor (segundo). La viña parece un lugar de trabajo pero también es la herencia del padre.
La petición.
Este padre necesita que hoy uno de sus hijos vaya a trabajar a la viña, puede que en un futuro sea su viña, no es cualquier viña, cierto, una viña exige trabajo, cuidado, esfuerzo, el padre respeta ese lugar del hijo pidiéndole al primero, pero, el joven reacciona negativamente y a la vez muestra un arrepentimiento: 29 El hijo le respondió: No quiero; pero luego se arrepintió y fue. Al no tener respuesta positiva le hace la petición al menor: 30 Acercándose al segundo le dijo lo mismo. Éste respondió: Ya voy, señor; pero no fue. Nótese, hasta Señor le dijo.
Las dos actitudes.
El Padre respeta al primero y no sabe aún que fue a la viña, por el contrario confía en que la respuesta del menor se cumpla, aunque sabe posteriormente que no fue. A los dos les hizo la misma petición, los dos tuvieron actitudes distintas. Son dos actitudes diferentes que hoy se perciben continuamente en los hogares católicos-cristianos. Rebeldía a las órdenes de los papas y unos a regañadientes hacen las cosas, otros son amenazados para acatar una orden, otros definitivamente no hacen las cosas y unos son cumplidores en las órdenes.
Los papas muchas veces catalogan a los hijos según su actitud, muchas veces abusan del que es dócil a obedecer y alimentan la desobediencia del otro. Unos hijos inteligentemente toman la actitud de no obedecer para que no los molesten para nada, pero unos van a utilizar la conducta del que no hace las cosas para justificar sus acciones y echar en cara a los padres de que no son parejos y constantemente será su pregunta: ¿por qué el otro no lo hace y yo sí lo tengo que hacer?
Hay papas que disminuyen los beneficios del rebelde que todavía toma actitud de explotado o abusado cuando no aporta nada a casa y el que obedece obtiene beneficios monetarios y materiales, puede que incluso hasta las conductas afecten lo afectivo por el lado de los padres.
Resultado de obedecer.
El obedecer una orden del papá o mamá implica humildad y sencillez del hijo, el obedecer una orden puede que sea la educación más constructiva para un hijo. Obedecer dará la ventaja de aprender. El que obedece de corazón puede valorar las palabras que se pronuncian. Obedecer también nos envía un mensaje de respeto para quién da la orden. Obedecer en el buen sentido genera armonía. Obedecer ya en un plano más elevado es querer agradar al padre y que se haga su voluntad. Obedecer tiene un premio.
La respuesta más importante.
Jesús con enorme retórica y seguramente con mirada fija y profunda les pregunta: 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?, no hay mucho que analizar: Le dijeron: –El primero. Seguramente entre los oyentes, también dedujeron sin error, pero, las palabras que salen de Jesús son una saeta quemante para “los sabios”.
Los que escuchan y obedecen a Dios.
Recuerdo en una confesión, confiadamente y después de hacer una minuciosa acción de enmienda, el sacerdote me dijo: “por un momento de placer”, estás perdiendo el cielo y todo lo que has caminado en el Señor, esas palabras penetraron y provocaron lágrimas en mi corazón, quizá las palabras de Jesús provocaron todo tipo de sentimientos encontrados a los “sabios”: –Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios.
Es inaudito que estos hombres justos sean los más reacios a entrar al reino de Dios, sí cumplen con la Toráh. Los preceptos de dios son el motivo de sus vidas, ¿cómo es posible que las prostitutas y publicanos estén dentro del reino?
El evangelio cita a Leví y a Zaqueo en conversión a Dios (publicanos), pero también estaban más que acogieron la buena noticia a la respuesta positivas de estos y también a una prostituta, que de igual forma alentó a otras a esa conversión, pero… ¿cuántos de estos nobles hombres acogieron la salvación?, salvo Nicodemo y José de Arimatea que nombra el evangelio y a escondidas. Claro, después en hechos de los apóstoles se narrará conversiones de estos personajes, después de darse la salvación y una gran cantidad de estos no obedecieron a Dios. Jesús les responde por sí hubiera dudas: 32 Porque vino Juan, enseñando el camino de la justicia, y no le creyeron, mientras que los recaudadores de impuestos y las prostitutas le creyeron. Y ustedes, aun después de verlo, no se han arrepentido ni le han creído.
Se repite la historia.
Hoy en las jóvenes generaciones pocos son los que obedecen a Dios, pocos se convierten a pesar del anuncio. Otros más dicen que sí, pero no lo hacen. Vamos a alegorizar religiosamente al Padre y los hijos:
1) El padre dueño de la viña es Dios.
2) La viña es el reino de los cielos, en su escatología terrestre.
3) El hijo, que dice que “sí” y luego no cumple la voluntad de su padre, son los fariseos, escribas, etc. Como conocedores de la Ley, deberían de ser los primeros que debían haber ingresado en el Reino, pero su desobediencia y cerrazón lo impiden.
4) El hijo arrepentido son aquellos que acogieron hacer la voluntad del Padre a un a pesar de exigir conversión.
5) Juan el bautista representa a todos aquellos que anuncian la salvación y conversión para ganar el reino.
Conclusiones.
¿Qué podemos deducir de está parábola-alegoría?, ¿en qué posición estamos nosotros en cuanto a la voluntad del Padre?, ¿cuál hijo me considero yo?, ¿a qué me invita la palabra de Dios?
– Obedecer es lo más sencillo para empezar hacer la voluntad de Dios.
– Atentos a la invitación de entrar al reino de Dios (viña).
– Confiarse de que Dios es misericordioso es el peor error ( a trabajar).
– De los arrepentidos es el reino de Dios.
– Los católicos no tenemos asegurado el reino al no cumplir.
– El reino de Dios se disfruta desde lo terreno hasta lo inmortal con obedecer la palabra de Dios.
– Todos tenemos la misma oportunidad de entrar al reino de Dios.