Santidades mediante los hermanos que nos aman Mt 18.15-20
Comentario.
Este domingo la asamblea se pone de fiesta con la celebración eucarística, el evangelio según San Mateo se proclama desde el ambón en la sesión de la liturgia de la palabra, tres acciones importantes que regulan la vida del catolicismo- cristianismo, se manejan con gran amplitud: pecado, re-dirección, confianza en Dios y la garantía de Jesús de estar con quienes se unen en nombre de él y por supuesto se orienta la vida católica diaria. Para este comentario, lo vamos a citar todo en su texto y posteriormente se hará el comentario más pertinente:
Mt 18, 15 Si tu hermano te ofende, ve y corrígelo, tú y él a solas. Si te escucha has ganado a tu hermano.
Mt 18:16 Si no te hace caso, hazte acompañar de uno o dos, para que el asunto se resuelva por dos o tres testigos.
Mt 18:17 Si no les hace caso, informa a la comunidad. Y si no hace caso a la comunidad considéralo un pagano o un recaudador de impuestos.
Mt 18:18 Les aseguro que lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
Mt 18:19 Les digo también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi Padre del cielo se la concederá.
Mt 18:20 Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en medio de ellos.
Nos sentimos muy contentos por la palabra de Jesús que hoy nos invita a que como católicos tengamos una vida de calidad en él. Vamos a tratar 3 puntos que valen pena: (1) el pecado en la comunidad; (2) la acción de los hermanos o cristianos y su objetivo; (3) confianza en Jesús e intercesión comunitaria.
1.- El pecado en comunidad.
Pablo exigía que los cristianos que abrazaron la fe en Jesús, evitarán a toda costa “pecar”, sí Jesús murió para salvar al hombre del pecado, era una consumación esa salvación, quedaba libre de él y el pecado no debería de reinar en la vida de los cristianos. Jesús se preocupaba por la convivencia de quienes iban a querer vivir una vida nueva, por esa razón anuncia y muere por la salvación que su Padre envío a los hombres, pero aquí, estos hombres (cristianos) que abrazaron la fe, iban a tratar de unirse como comunidad, algo común los unía: “Jesús”. Así nace nuestra Iglesia en pequeñas comunidades que buscaban vivir según: “Jesús”.
Su conducta, sus valores, sus fuentes de inspiración, sus pensamientos, ahora se regía por la propuesta de vida de Jesús y sí el pecado echa a perder la vida de los hombres, la nueva comunidad de cristianos quieren vivir una vida sin pecado, no es una utopía, es que el catolicismo es eso: una forma de vida y no solo una religión.
Las preguntas inevitables: ¿qué es de nuestro catolicismo actual?, ¿qué concepto tiene en valor el pecado?, ¿qué representa Dios para el hombre para respetarle? Y ¿quién es Jesús en la vida de los hombres para creer en su salvación?; sí se pudieran responder estas preguntas nos daría la pauta para dimensionar que el católico viva una vida sin pecado tanto personal como comunitariamente.
2.- La acción de los hombres y objetivo.
Jesús indica a sus discípulos la necesidad de ayudarse mutuamente para vivir una vida nueva con dignidad. Muchos se fueron incorporando a la vida comunitaria. A muchos quizá se les iba a dificultar evitar el pecado, pero el cuidarse los unos a los otros, motivaría a advertirle lo que no visualiza un hermano cuando se sumerge en el pecado. La percepción de la moral, de la conducta, de los valores, de los principios recae principalmente en la formación que se tiene, cuando esa formación es esmerada, cuidada, la integridad para juzgar las acciones que realizamos tienen mayor asertividad, se clarifica la conducta y se tiene la confianza en la rectitud.
Jesús expone que sí hay un hermano de comunidad que tiene una conducta indecorosa que va contra el evangelio, el “deber” de hermano, es advertirle que está obrando mal y que su conducta está afectando a otros, niños, esposa, hijos etc.; a la vez señala una probable respuesta de ese hermano que se siente descubierto, pero que en la reacción común el egoísmo no le permita aceptar tal amonestación: 16 Si no te hace caso, hazte acompañar de uno o dos, para que el asunto se resuelva por dos o tres testigos.
En la convivencia de las tribus de Israel, la Toráh, contenía unas observaciones para tal situación que podían ir hasta la muerte cfr. Dt 17, 6; 19, 17. Tomar 2 o 3 testigos era garantizar la verdad del hecho, sin embargo, se volvía aun más complicado cuando las dos partes tenían que compadecer y de acuerdo al juicio de los sacerdotes venía sentencia o declinación de cargos; San Pablo pide a los de las comunidades que entre hermanos cristianos no vayan al tribunal de Roma, que se resuelva los asuntos entre hermanos que conviven la imitación de Jesús 1 Cor 6, 1-8.
El objetivo es lograr una armonía, el fomentar entre ellos una santidad, el impulsar una vida coherente bajo la imitación de Jesús, la recomendación hecha por un hermano, orientaba a muchos que no tenían claro lo que pedía Jesús, por eso, Jesús clarifica el porque de su intervención en una vida ajena, cuestión que hoy no podemos hacer porque nadie está libre para decirlo, a cual más tiene cola que nos pisen y luego erróneamente aplicamos el evangelio diciendo que no debemos juzgar para no ser juzgados, por tanto no actuamos aunque los males del hermano nos estén despedazando con su conducta, nos esté empobreciendo con sus principios, el pecado de “omisión que vivimos la sociedad” es tan terrible que ha devorado nuestras conciencias.
No todo es negativo, hay algo de bueno que nos señala Jesús: 15 Si tu hermano te ofende, ve y corrígelo, tú y él a solas. Si te escucha has ganado a tu hermano. Lo que debemos de pedir a Dios con vehemencia es que nos dé el “don” de la prudencia, muchas veces, sale mal por el poco tacto que tenemos en nuestras relaciones, no pensamos antes lo que vamos a hablar, a solas es la primera opción y ahí se necesita el “don”.
Muchos necesitamos la ayuda de la observación de otros para corregir la vida, imagine a alguien que quiere ser católicos pero no sabe que normas va a observar, ¿cómo viviría?, obvio, con sus ideas, criterios, principios, pensamientos, con los que ha crecido, pero en la vida católica unos valores que teníamos no se aplica, por ello, se necesita la observación, el consejo, la dirección de hombres, mujeres que han avanzado más como católicos y su apoyo sería de enorme aportación. Ahora visualice, sí el vecino con recto corazón me hiciera unas observaciones: ¿lo aceptaría?, hay muchos hombres con una excelente vida cristiana, ha dejado todo por Jesús y tienen todo el derecho de adjudicarse las palabra de Jesús: 18 Les aseguro que lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
3.- confianza en Jesús e intercesión comunitaria.
Jesús de igual manera, nos señala su presencia comunitaria, dos o más reunidos en su nombre y no es que cuando a solas él no esté con nosotros, ¡para nada!, es la acción “testigo” la que funde la vida comunitaria, acaso no se ha fijado que la oración de esposos es más fuerte que individualmente o de familia que de uno solo, es que la fe se vive en comunión, por ello Jesús responde: 19 Les digo también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi Padre del cielo se la concederá.
La vida cristiana-católica se vive en comunidad, se busca armonía, paz, convivencia y edificación de la sociedad, por eso no nos extrañe la búsqueda de santidad, pues no es difícil, el detalle es querer, ahí el valor de contar con hermanos que busquen nuestra santidad y por esa razón Jesús nos confirma una gran verdad: 20 Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en medio de ellos.
Conclusiones.
Hoy tenemos una hermosa invitación de vivir una vida comunitaria en nuestra sociedad que nos de calidad de vida, tenemos la oportunidad de confiar en nuestros vecinos, amigos para buscar nuestro bien, a la vez ser promotores de de santidad para otros hermanos y lograr una verdadera sociedad católica, que se deje guiar por Jesús.
Al igual tener la confianza tanto personal como comunitaria de saber que Jesús habita en medio de nosotros y que todo lo que se conjunte sea para vivir como testigos de Jesús.